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Palabras de Su Alteza Real el Príncipe Felipe en la entrega de los Premios Periodísticos "Fernández Latorre".

A Coruña(Arteixo), 25.09.2003

M

uy buenas tardes a todos; permítanme que, en primer lugar, agradezca la invitación del Presidente de la Voz de Galicia para hacer entrega del Premio de Periodismo Fernández Latorre. Junto al honor que me supone presidir este acto y sumarme al reconocimiento público a un destacado periodista, -Carlos González Reigosa- que hoy brilla entre todos nosotros, se une mi gratitud por ofrecerme una excelente oportunidad para acercarme a las entrañas de un periódico señero, más que centenario y de grandísima implantación en toda Galicia.

Por todo ello, quiero expresar mi satisfacción y alegría al encontrarme hoy aquí con Vds. para rendir tributo al buen periodismo. Y quiero resaltar también que estos sentimientos siempre me han acompañado en todas mis visitas a tierras gallegas; tanto en las ocasiones como hoy, en la que compartimos la alegría por el trabajo bien hecho, como en las difíciles, cuando se lucha contra la adversidad. Siento que todas ellas me han resultado provechosas y útiles, incrementándose cada vez más mi afecto y respeto por esta tierra al tiempo que la voy conociendo mejor y voy acumulando recuerdos imborrables de todo tipo que me unen para siempre a Galicia.

La entrega de los Premios Fernández Latorre, que La Voz de Galicia viene otorgando desde hace cuarenta y cinco años, nos acerca a muchos e importantes activos que se dan en esta tierra: la honestidad personal, la solvencia profesional, la fidelidad a las raíces propias, y el impulso renovador.

Nos alegra comprobar que Galicia tiene una de sus voces más sonoras en el diario que fundó Juan Fernández Latorre, hace ciento veintidós años. Su talante liberal y la fidelidad a un compromiso, que ha mantenido desde su fundación, y de forma especial en la transición hacia la democracia y la autonomía de Galicia, lo han convertido en referencia diaria para cientos de miles de lectores; en un foro que, inspirado en el rigor y en la honestidad, permite participar a los gallegos en la vida pública y en las cuestiones de interés general que en su seno se plantean, y que entre todos hemos de resolver.

El acto que hoy nos reúne también nos recuerda y actualiza el papel insustituible de los Medios de Comunicación como termómetro de la sensibilidad colectiva, e instrumento esencial para fraguar una opinión pública consciente, libre y bien fundada, tan imprescindible para interpretar y valorar los acontecimientos que directamente nos atañen, y por tanto para garantizar la salud democrática de nuestra sociedad.

A la catástrofe del?Prestige? se dedica el Premio que hoy hemos entregado. El premiado, Carlos González Reigosa, es un destacado profesional de la comunicación, del periodismo y de su prolongación natural, que es la literatura. Quizá por esta coincidencia, su texto enlaza con la tradición de los grandes prosistas gallegos que nos han revelado el alma y los anhelos de su tierra.

Pero lo hace con un acento nuevo. Su imagen de Galicia es la de hoy: la de unas gentes esforzadas, tenaces y creativas; la de una tierra que ha salido para siempre del ámbito de las ensoñaciones que revestían con su belleza formal una realidad dura y difícil para emprender resueltamente un nuevo camino. Y que ha redoblado, con sus méritos, el respeto que nos merecen los gallegos, además del afecto que nunca les ha faltado.

Esta es, a mi entender, la lección del premio que hoy entregamos. La imagen de Galicia frente al?Prestige?, con el apoyo solidario de todos los españoles, no es un sueño difuso e irreal, sino un ejercicio de ciudadanía, que asume la realidad para protagonizarla y la afronta para solucionarla.

Una tarea que ha contado con la conjunción de los esfuerzos y actuaciones de muchas personas, gallegos y del resto de España. Ha contado con las Administraciones Públicas, tanto del Estado y de la Comunidad Autónoma como de los Ayuntamientos y de otras muchas entidades; y también, felizmente, venturosamente, con la de miles de españoles, sobre todo jóvenes, que acudieron como voluntarios para trabajar, codo con codo, en la neutralización de los efectos de la catástrofe y cuya presencia constituyó una clara expresión de una misma comunidad de sentimientos en todos los rincones de España.

Dos realidades inseparables. Mejor aún, una sola. Una visión esperanzada y enérgica ante la adversidad, que es el retrato de un tiempo nuevo, y el de la respuesta espontánea y la solidaridad auténtica, de todos y para todos.

Mi felicitación muy cordial a Carlos González Reigosa, a La Voz de Galicia, y a cuantos representan esta comunidad esforzada y valiente, de la que habla el artículo de nuestro premiado.

Sé que no necesito pedirles que perseveren en la defensa de esta tierra, de los gallegos y sus afanes e intereses, que sentimos como propios y llevamos en el corazón.

Hoy compartimos también el orgullo de haber aprendido juntos a sacar conclusiones positivas de la adversidad, y a circular por la ruta de la confianza mutua y la concordia.

Muchas gracias.

Itzuli Hitzaldiak atalera
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