C
on especial satisfacción, la Reina y yo venimos hoy a Granada para celebrar con todos ustedes la entrega de las Medallas de Oro al Mérito en las Bellas Artes.
Granada tiene por derecho propio un puesto eminente en la Historia y en el panorama de nuestras artes. En ella se solapan con armónica vitalidad los últimos esplendores de la civilización hispano musulmana con los primeros testimonios del Renacimiento: el Palacio de Carlos V, la Catedral y la Capilla Real.
Esta coincidencia no es casual. Constituye un ejemplo que ilustra con acierto la originalidad de nuestra cultura, su inagotable variedad, la espontaneidad con que cada una de sus piezas se ensambla con las otras para formar una sintonía única, admirable y reconocible para todos como propia.
Por eso Granada, y en particular este Monasterio de San Jerónimo que hoy nos recibe, son escenarios especialmente adecuados para esta celebración con la que expresamos nuestro reconocimiento a los premiados, que son sus principales protagonistas.
Una celebración que no se ciñe a un concepto puramente académico de las Bellas Artes, sino a cuanto tienen de impulso vital, que hace mejor, más grande y más noble nuestra vida colectiva.
Felicitamos, en primer lugar, a los creadores. A los que han dedicado su vida, su talento y su trabajo a enseñarnos y deleitarnos con sus personajes, sus cuadros y su música, o en ámbitos tan nuestros o tan actuales como la tauromaquia o el diseño.
Todos ellos son personajes consagrados por una trayectoria verdaderamente excepcional. Son, además, populares, en el más alto sentido del término al hacernos accesible su arte a través de un diálogo permanente. Un diálogo que nos ilustra sobre la grandeza y exigencias de su vocación, y que nos anima a compartir su obra hasta sentirla también como nuestra.
Felicitamos asimismo a las entidades, instituciones y personalidades premiadas por su importante dedicación y éxito en la tarea de fomentar y divulgar el arte en todas sus facetas.
Felicitamos también a los mecenas, organizadores y conservadores que apoyan el trabajo del artista y su difusión y contacto con el público.
Saben ejercer con profesionalidad y talento su función de promoción y comunicación, hoy tan esenciales como indispensables en todos los órdenes de la vida colectiva.
A todos ellos la enhorabuena y la gratitud de quienes admiramos el arte como espectadores y amigos, y deseamos que las Artes sigan desarrollándose y floreciendo en nuestro país con su apoyo y el de todos. No solo por su valor y belleza, sino como compromiso y clave de la creciente proyección, prestigio e imagen de España en el campo de las Bellas Artes.
Con el más emocionado tributo y recuerdo para Mario Antolín, Carmen Gamarra y Eduardo Urculo, concluyo mis palabras reiterando a los nuevos galardonados con esta Medalla de Oro, en nombre de la Corona y de todos los españoles, nuestro más profundo reconocimiento y más viva felicitación.
Muchas gracias.