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eñor Santiago, Apóstol y Patrono de España:
Vengo a esta Catedral de Compostela, como Rey de España, en este gran día del primer Xacobeo del Siglo XXI, con la misión de presentar la ofrenda en nombre del pueblo español, cumpliendo una noble y entrañable tradición, mantenida durante casi cuatro siglos por la Corona de España en este templo de la Cristiandad.
Este 25 de Julio se celebra en centenares de ciudades y pueblos de la geografía española y de América, muchos de los cuales llevan tu nombre, y es fiesta grande en Galicia y en toda España.
Una fecha que representa el reconocimiento de tu Patronazgo y la expresión de la continuidad del mensaje por ti predicado, durante dos milenios, a lo largo y ancho de España.
En ese período el mundo ha logrado grandes progresos, al tiempo que ha sufrido fuertes convulsiones. Ha vivido también múltiples y sucesivas alteraciones de costumbres, llegando a cuestionar valores y creencias.
Pero se ha mantenido inquebrantable la fortaleza del espíritu de Santiago que convocó a fieles y peregrinos de todas las Naciones: el de los caminos de la estrella de Compostela que, desde el Norte, desde el Sur, desde el Este y el Oeste, los han conducido a este templo.
Un espíritu compostelano que ha contribuido a apoyar la idea de Europa, nuestro hogar común, que encontró aquí un impulso de unidad e intercambio, fomentando el encuentro de pueblos y culturas diversas, hasta el punto de hacer del Camino de Santiago primer ejemplo de confluencia y aportación cultural.
Un espíritu que ha servido para superar los viejos conceptos de frontera, para asentar el sentimiento de pertenencia a un destino común y legarnos una historia y un patrimonio monumental, artístico, documental y literario sin parangón.
Señor Santiago,
Hoy, después de tantas generaciones, esos caminos están llenos de peregrinos que vienen de lejos, cruzando mares y Naciones hasta llegar al Monte do Gozo y sentir la alegría de divisar estas torres.
Para cuantos hombres y mujeres confluyen en esta Catedral, peregrinar a Santiago es proponerse una meta distinta, en un mundo dominado por objetivos inmediatos y materiales, y hallar la oportunidad de encontrarse a si mismos en la grandeza del Camino.
Nuestro mundo dista mucho de ser como anhelamos y nuestras sendas no están exentas de dificultades. Perviven las injusticias, la mala distribución de riqueza y recursos, así como la persecución por valores, ideas, raza, sexo o creencias.
Persiste la sinrazón del terrorismo en su inaceptable espiral de crueldad y vileza, de intrínseca negación de la libertad y de los derechos humanos más elementales. Hace poco más de cuatro meses, la locura, el horror y el fanatismo terrorista segaron brutalmente en Madrid la vida de ciento noventa y un españoles y extranjeros. Estarán siempre en nuestro corazón, ellos, sus familiares y amigos.
Ayúdanos, Señor Santiago, a saber reconfortarles en su dolor y a apoyarles en sus anhelos y necesidades. A trabajar siempre unidos para erradicar la barbarie terrorista de nuestras vidas.
Las guerras tampoco terminan. Se hacen más sofisticadas y exterminadoras. El hambre, la pobreza y las nuevas y viejas enfermedades matan a millones de niños, mujeres y ancianos. Crecen los movimientos migratorios de gentes que carecen en sus tierras de horizontes de mejora y que ansían un futuro mejor, cuando no su propia supervivencia.
Ante estas realidades, ayuda, Apóstol Santiago, a cuantos tenemos responsabilidades públicas, a construir un mundo más pacífico, libre, justo, próspero y solidario.
Imbuido del espíritu y de la historia de tu Camino, también traigo el aliento de la Europa que acaba de estrenar nuevas fronteras y se dispone a dotarse de un Tratado Constitucional. Señor Santiago, como faro y guía de Europa, préstale tu ayuda y fortaleza.
Hoy, en tu día y ante tu efigie, es también mi deber darte las gracias en nombre de esta antigua a la par que moderna Nación que es España.
Señor Santiago, traigo especialmente el ruego que siempre ha impulsado los pasos de la Corona. Ayúdanos a conservar los grandes patrimonios que, juntos y con tanto esfuerzo, los españoles hemos logrado labrar a lo largo del último cuarto de siglo: los patrimonios de la paz, de la libertad, de la convivencia, de la tolerancia, de la estabilidad, de los derechos sociales, de la búsqueda de la justicia y de la concordia.
Aún conscientes de lo mucho que queda por hacer, no cabe duda de que en esos años los españoles hemos forjado uno de los periodos más libres, estables, prósperos y fecundos.
Te pido en este Xacobeo que se propague el espíritu que hizo del Camino hacia Compostela un espíritu de encuentro; de comprensión y armonía; de entendimiento y diálogo sinceros; de fructífera convivencia en libertad y de rica diversidad y pluralidad; de solidaridad entre Comunidades y de ayuda a los pueblos más necesitados.
Ayúdanos, Señor Apóstol, a preservar y mejorar lo conseguido entre todos, a fomentar nuestra ilusión colectiva y a apartar personalismos, egoísmos e intransigencias. Sigue prestándonos tu Patronazgo para que alimentemos todos juntos una convivencia y estabilidad esenciales para explicar nuestro presente y para asegurar nuestro futuro.
Extiende tu protección a nuestros jóvenes. A esa generación de jóvenes ilusionados, de ejemplar espíritu generoso y solidario que ya aportan lo mejor de sí mismos a la España de hoy y son su mayor esperanza de futuro.
En mi ofrenda traigo también, Señor Santiago, la encomienda que recibían los antiguos viajeros al pasar por las villas medievales: de los que desean venir y no pueden; de los desvalidos; de los enfermos y hospitalizados.
Recordamos a los discapacitados, a quienes son objeto de la violencia, y a todas aquellas personas y grupos sociales que encuentran motivos legítimos para considerarse marginados.
A quienes son víctimas de los peligros de la droga y de los riesgos del tráfico.
También a las personas con problemas para acceder a un techo o trabajo dignos. A los españoles que viven fuera de España, a nuestros militares en misiones de paz, y a los inmigrantes que llegan cada día a nuestra Patria.
Da a nuestros gobernantes, legisladores y magistrados, la luz necesaria para que sepan encontrar las soluciones más eficaces y justas. Llénanos del impulso necesario para servir al bien general de España y para forjar un mundo mejor para todos.
Señor Santiago, haz que revivan en nosotros los valores del Camino que hasta aquí conduce: el valor del esfuerzo individual; de saber proponerse una meta; de cumplir cada día una etapa; de buscar la solidaridad, de ansiar la superación y de desterrar la indiferencia. Que nuestros profesores y maestros sepan transmitir estos valores a las futuras generaciones.
Todos somos responsables y beneficiarios de esa gran tarea que es construir una España mejor cada día, de la que nos sintamos cada vez más orgullosos, no sólo como país moderno, dinámico, abierto, diverso, plural y solidario, sino también como gran familia, capaz de incorporar e ilusionar en el mismo proyecto a todos y cada uno de sus hijos que, juntos, conformamos su mayor riqueza.
Me dirijo igualmente a ti, Señor Santiago, que llevaste tu nombre a ciudades y pueblos en todo un Continente, desde Norteamérica a Tierra de Fuego, para recordarte a sus gentes con especial cariño y afecto en esta ofrenda.
E, finalmente, lémbrate desta terra que hoxe nos acolle: Galicia. Terra fermosa, de xentes boas e xenerosas, que quixo honrarte coa súa gratitude. E para iso levantóu esta catedral, pedra a pedra, para asombro do mundo e orgullo dos canteiros de Galicia. En torno a este templo fixo xurdir a cidade que leva tamén orgullosamente o teu nome.
E mira ó pobo galego. Xentes admirables na súa hopitalidade. Povo de emigración, os seus homes e mulleres espalláronse polo Universo, e deixaron en tódolos sitios a súa impronta de xente honrada e laboriosa.
Tiveron que adicar grandes esforzos personáis e colectivos, coa solidaridade do resto de España, a combater calamidades coma esa recente que lembramos do "Prestige" ó afrontar a miudo a dor de dramáticos naufraxios.
Hoxe vemos unha Galicia chea de vitalidade, que enfoca esperanzada o seu futuro. E non está soa nese empeño; é tamén o empeño de España enteira.
Hoxe pídoche, Santiago, Patrón tamén de Galicia, que intercedas polos mariñeiros e os labregos; polos artesáns e os homes e mulleres do ensino e da ciencia; polos empresarios e os traballadores. E intercede, sobre todo, pola xuventude que encarna os destinos de Galicia.
E a todos, Señor Santiago, axúdanos a obter a gran axuda que os peregrinos veñen a pedir ó teu sepulcro.