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eseo expresar mi gran satisfacción al presidir este acto de entrega de los Premios IMSERSO, a los que tengo el honor de dar nombre, en su edición correspondiente al 2004.
Siento un profundo y sincero compromiso personal con los principios que inspiran estos galardones. De ahí mi alegría por estar con vosotros, una vez más, para distinguir los comportamientos ejemplares que son merecedores de nuestro reconocimiento.
En esta ocasión, y en consonancia con las nuevas competencias de este Instituto, el fin de la convocatoria radica en distinguir públicamente actuaciones relevantes relacionadas con las personas mayores así como con personas en situación de dependencia y sus familias cuidadoras.
Dos son las cualidades que, ante todo, pretenden exaltar estos Premios: la Solidaridad y la Innovación.
Nuestra sociedad ha demostrado, en los últimos años, su carácter humanitario, sus sentimientos y sus valores capaces de conductas altruistas y hasta heroicas. Nos llena de orgullo y nos reconforta el afán de nuestros conciudadanos por sentirse "útiles" en los momentos en los que se presentan problemas acuciantes.
Estos Premios quieren reconocer, algunos casos de solidaridad silenciosa de personas, muchas de ellas anónimas, cuya forma de vida se basa en la entrega a los demás, desarrollando una cultura participativa y democrática.
Me gustaría empezar destacando la labor de nuestra premiada honorífica Doña Nuria Gispert Feliú, dedicada a este sector, tanto desde la gestión pública como desde la privada. Siendo un ejemplo de dedicación y acierto, para todos, a lo largo de estos años.
Y continuar con cualquiera de los demás premiados como: la ejemplaridad de un matrimonio que ha entregado su vida al cuidado y educación de sus tres hijos con discapacidad intelectual; la de dos religiosas que han elegido una vida caracterizada por la Caridad y la ayuda a los más desfavorecidos; la de unos voluntarios y unos profesionales que, más allá de su deber, se comprometieron con los más mayores, o con las personas en situación de dependencia y sus familias.
A ellos y, a través de ellos, a tantos otros que representan, les agradezco, en nombre de todos, su generosidad y su ejemplo.
Pero también los Premios quieren proyectar su reconocimiento a cerca de la labor de innovación para la mejora de los Servicios Sociales.
Tras este aspecto subyace la voluntad de incorporar a este Sector la aplicación de las nuevas tecnologías, implantar técnicas de gestión de calidad en los Servicios Sociales y una mayor implicación del mundo científico y universitario en la solución de los problemas de los colectivos más desfavorecidos.
También reconocemos hoy, mediante estos Premios, determinados estudios que profundizan en el conocimiento de estos grupos, así como experiencias que aportan avances tecnológicos e innovaciones en su atención, y empresas de servicios que han incorporado criterios de calidad a su gestión.
Algunos de estos Premios han recaído en personas e instituciones iberoamericanas. Confirmando con ello que formamos parte de una gran Comunidad de Naciones, que además de compartir lengua y cultura, se caracterizan por ser sociedades plenas de iniciativa y vitalidad.
Nos hermana, sobre todo, el hecho de compartir los mismos valores sobre la familia y sobre los sectores de población más necesitados.
Por último, y no por ello menos importantes, me refiero a los premios de comunicación.
En nuestras sociedades, la palabra y la imagen no sólo transmiten información y conocimientos, sino que captan y proyectan comportamientos, sentimientos, actitudes y valores que estimulan la conciencia social de nuestros conciudadanos.
Se trata de contenidos que contribuyen a reforzar la cohesión social y que interesa promover en un mundo cada vez más condicionado por los grandes medios de difusión.
A todos los premiados hoy, quiero expresaros nuestra admiración y afecto. Vuestro espíritu está cargado de sensibilidad social; vuestra manera de acercaros a la realidad de nuestros mayores y de cuantas personas se encuentran necesitadas de apoyo permanente, vuestro rigor y deseos de construir una civilización plenamente humana, transmiten un respeto exquisito por la dignidad de las personas.
Todos vosotros, con vuestra vida y con vuestro trabajo, sois un modelo y un acicate para extender valores tan necesarios en nuestros días como son los de justicia y solidaridad.
Antes de poner fin a mis palabras, quiero agradeceros de todo corazón vuestras impagables aportaciones a nuestra sociedad, así como reiterar mi más sincera enhorabuena por la distinción que hoy reconoce vuestros merecimientos.
Al mismo tiempo, animaros para que el camino que habéis emprendido, de entrega y sacrificio por los demás, continúe siendo un referente para todos en la búsqueda de una sociedad más equilibrada, justa y, en definitiva, más solidaria.
Muchas gracias.