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on especial satisfacción vengo a entregar el Premio Velázquez en su tercera edición, que consagra la madurez y continuidad de esta distinción, y de la idea que la inspira, la de rendir homenaje a un artista excepcional por su sobresaliente aportación a la cultura hispánica.
El Jurado de esta convocatoria, considerando la coherencia y singularidad de la totalidad de su obra, ha decidido que el galardonado con el Premio de este año fuera Pablo Palazuelo.
Uno de los grandes creadores españoles del siglo XX, representante destacado de la abstracción geométrica, y sólidamente anclado en el panorama artístico internacional desde hace más de cinco décadas.
Quiero empezar trasmitiéndole mi felicitación muy sincera por este galardón, que revive los muchos y valiosos que ya ha recibido, como el Premio Kandinsky y el Carnegie, la Medalla de Oro a las Bellas Artes que le fue concedida en 1982, y el Premio Nacional de las Artes Plásticas en 1999.
La originalidad y profundidad de su obra, su depurada simplificación del significado de la naturaleza y la vida, y la exquisita ordenación espacial y volumétrica de sus creaciones, en la que se palpa la huella de su primera formación en arquitectura, suscitan una especial admiración, a la que hoy quiero añadir la mía personal.
Su talento como pintor, escultor y grabador es fruto de un denso recorrido vital y artístico, forjado en Madrid, Oxford y París, y en el que ha ido decantando ideas y experiencias que le definen como uno de esos artistas esenciales, profetas de un tiempo nuevo, cuyas utopías, que en su caso son consecuencia de un equipaje intelectual muy sólido, maduran y aun crecen con el tiempo.
En su trayectoria podemos destacar dos puntos esenciales: sinceridad y contemporaneidad. La primera hace a su obra convincente, la segunda comprensible.
Son éstas las cualidades de la cultura de nuestro tiempo, que debe dirigirse a concertar estímulos y esfuerzos en un proyecto colectivo de gran calado y largo alcance.
El de dar un rostro más humano a un mundo nuevo, que necesita de todos, a todos pertenece, y supera viejas retóricas y categorías para basarse en el esfuerzo y el mérito.
Precisamente los valores que hoy reconocemos en Pablo Palazuelo al felicitarle por este Premio tan justamente conseguido, y al agradecerle la lección y los ejemplos de su vida y de su obra.