E
s evidente que las telecomunicaciones conforman uno de los principales elementos de dinamización de nuestro tejido productivo, de la gestión pública y también de la vida en general de los ciudadanos. Es decir, que su contribución al progreso de nuestra sociedad desborda ampliamente elámbito puramente económico.
En efecto, la alta incidencia de las telecomunicaciones en el progreso deáreas tan diversas como la industria, el comercio o las finanzas, se suma a su creciente presencia en campos de incuestionable repercusión en la calidad de vida de la población, entre los que se incluyen la enseñanza o la sanidad, la cultura, las ciencias o el ocio.
Este sector ha introducido, además, un cambio adicional y profundo en nuestra vida cotidiana, al transformar radicalmente los canales tradicionales de comunicación, los medios de acceso a la información y su utilización, así como la cantidad de ella que nos llega y que utilizamos.
Pero me gustaría destacar con satisfacción que entre los efectos positivos de los avances constantes de las telecomunicaciones están su capacidad real para impulsar el desarrollo y a su vez acelerar nuestra aproximación a los Objetivos del Milenio de las Naciones Unidas.
Por todo ello, agradezco mucho a la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones su cordial invitación, y la posibilidad que me ofrece de tomar parte en este programa tan interesante con el que celebramos los diez primeros años de liberalización de las telecomunicaciones en España.
Celebramos, en definitiva, la clarividencia, el rigor profesional y la determinación de cuantos impulsaron un proceso liberalizador que multiplicó la modernización, el dinamismo y la solidez de este sector, hoy auténtica red arterial de nuestro crecimiento y bienestar.
Señoras y Señores,
En nuestros días, cuando la opinión pública se refiere a la?liberalización de las telecomunicaciones?, suele asociar este concepto a la posibilidad de elegir libremente un operador, tanto para la prestación de servicios de telefonía, fija y móvil, como para el acceso a Internet y a otros medios de difusión e intercambio de mensajes. Una diversificación de la oferta -también de productos integrados- que el usuario estima imprescindible, que forma parte habitual del acervo común y que define la vida cotidiana, en particular de nuestros jóvenes, que consideran impensable carecer de la información inmediata que ofrece la red.
Todos recordamos, sin embargo, que esa capacidad generalizada de elección del mensajero y del mensaje, hace tan sólo diez años era muy limitada. Sin duda, el enorme avance desde entonces debe mucho a la liberalización de las telecomunicaciones, desde aquel?Libro Verde? adoptado por la Comisión Europea en 1987, a los sucesivos paquetes normativos como?Telecom 2002? y las propuestas y reformas más recientes objeto de los trabajos de la Unión Europea.
Particularmente en España, debemos mucho a todos los que se esforzaron tanto, con gran convicción y espíritu de iniciativa, por colocarnos en la vanguardia de la Sociedad de la Información y del Conocimiento.
Toda esa evolución contó con el certero análisis de las Autoridades acerca de la influencia del sector en el fortalecimiento de nuestra economía y de nuestro avance tecnológico; también contó con el empuje de nuestra industria apoyada en sus grandes capacidades, en el gran nivel profesional de nuestros ingenieros y técnicos y en un excelente conocimiento del mercado. Pero no olvidemos la positiva valoración con que nuestra opinión pública seguía el progreso de las telecomunicaciones, que unida a su contrastado europeísmo contribuyó mucho a facilitar todo el proceso.
En suma, desde las instituciones y la sociedad civil, o desde los mundos de la enseñanza, la investigación y la empresa, personalidades y entidades de distinto signo promovieron la apertura de los mercados impulsada por la Unión Europea. Apertura que para España estableció, también en 1987, la Ley de Ordenación de las Telecomunicaciones.
Entonces dio comienzo un itinerario legislativo y técnico en España, del que nacieron la adaptación de nuestra normativa a los rápidos cambios tecnológicos y económicos, la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones en 1996, la aprobación de un marco jurídico unificado y la plena liberalización de redes y servicios de telecomunicación, mediante la Ley General de 1998.
Un itinerario que además, tuvo el gran mérito de regular el sector no sólo desde sus principios específicos, sino desde una amplia perspectiva, económica, social y cultural que se adaptaba mejor a la realidad de nuestro país . En consecuencia, a lo largo de los diezúltimos años se ha consolidado una posición aventajada de España en la Sociedad de la Información y del Conocimiento, un factor esencial para la competitividad de las naciones en el mercado global de hoy y, sobre todo, del mañana.
Pero uno de los aspectos que determinan la nueva realidad de las telecomunicaciones, y que se potenciará en el futuro, es que el creciente número de usuarios, aquí y en casi todo el Mundo, no sólo reciben instantáneamente datos, imágenes, vídeo y voz, sino que con la información que ellos mismos proporcionan forman parte activa del proceso de comunicación. Así, lo determinante será la interactividad y todas sus facetas. Por su parte, la extensión de las?redes sociales? -de las que ya se ha hablado-, refleja el nuevo entorno de comunicación que se está creando. Por cierto, que su incidencia será muy grande en España y en todo el espacio que habla o se comunica en español, que no para de crecer; recordemos que hoy lo hablamos aproximadamente 500 millones de personas.
Igualmente, entre los progresos constatados desde 1998 cabe incluir el perfeccionamiento en la formación de nuestros técnicos, y el aumento de los artículos y publicaciones científicas españoles sobre telecomunicaciones en medios internacionales, así como el progreso de nuestra I+D+i en este campo, imprescindible para favorecer la competitividad, el crecimiento económico y el bienestar social en nuestro entorno globalizado.
Mi más cordial enhorabuena y mi gratitud a la Comisión Europea y a las demás instituciones de la Unión, a las Autoridades españolas, al sector español de las telecomunicaciones, a la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones y a tantos expertos de España y de muchos países amigos por su eficaz cooperación en este gran esfuerzo común, y por la esperanza con que?transcurridos estos diez primeros años- abrimos una nueva etapa de las telecomunicaciones en España.
Hace pocos días, quise alentar a los participantes en la Segunda Edición del Foro Internacional de los Contenidos Digitales celebrado en Madrid, para que diesen alas a la inteligencia, a los sueños y a los deseos con que cada uno ellos aborda las inmensas oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías.
Con ese mismo espíritu, les animo a seguir potenciando el sector de las telecomunicaciones con sus mejores talentos, iniciativas y empeños. Un sector vital para el futuro de nuestra economía, nuestra ciencia y nuestra cultura, y para la creciente proyección internacional de la Unión Europea y de España. En pocas palabras, un sector clave para el porvenir de España.
Muchas gracias.