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ueridos compatriotas,
La Reina y yo estamos felices de podernos reunir hoy aquí con vosotros.
Muchos lleváis gran parte de vuestra vida en esta bella ciudad, a la que habéis dedicado, junto con vuestras familias, vuestros mejores esfuerzos y sacrificios, pero guardáis también la nostalgia y el recuerdo de vuestra tierra de origen, ese sentimiento que aquí llaman, y que muchos de vosotros de ascendencia gallega también llamáis, "saudade".
Esa España de la que os tuvísteis que separar físicamente pero a la que siempre os habéis seguido sintiendo vinculados, ha cambiado mucho en los últimos años, y no únicamente en el terreno económico. Por importante que sean el índice de crecimiento, la industrialización y la modernización de todas nuestras infraestructuras, más relevancia tiene el desarrollo del espíritu de convivencia y tolerancia que definitivamente guía a nuestra sociedad y el florecimiento de nuestras manifestaciones culturales y artísticas, del que tenemos hoy una buena muestra en esta ciudad.
Todos esos cambios positivos, que vosotros mismos presenciáis cuando regresáis, ahora ya más frecuentemente, a España, son debidos al esfuerzo y denuedo de todos nuestros conciudadanos y también por tanto al vuestro. Desde esta tierra habéis contribuído a la consolidación de esa nueva realidad de la que hoy nos sentimos todos orgullosos.
Muchos de vosotros llegásteis aquí hace años, imbuídos de un espíritu emprendedor digno de admiración. Otros, más recientemente, venís del mundo empresarial, cuyo dinamismo es el mejor exponente de la nueva pujanza de España en América.
El hecho de que la propia sociedad brasileña no sólo confíe en nuestra tecnología y nuestros productos industriales sino que, al mismo tiempo, sienta cada vez más curiosidad hacia nuestro idioma y nuestra cultura, debe ser para todos nosotros, pero en especial para quienes desde aquí habéis batallado por esos objetivos durante tantos años, un motivo de especial satisfacción. Sé que una de vuestras más profundas aspiraciones es, precisamente, la de poder contar con un Colegio Español en Río, objetivo que, os puedo confirmar, se encuentra en buen camino para materializarse pronto.
Espero sinceramente que en el futuro las nuevas generaciones de españoles que ya despuntan, y en cuyos corazones viven juntamente el amor a este bello país que les ha visto crecer y al de sus progenitores, que sigue siendo el suyo, sepan aprovechar, como vosotros, con espíritu de dedicación y entrega, las muchas oportunidades que aquí se les ofrecen. Que de la misma forma que vosotros habéis progresado, no sin grandes sacrificios, sepan ellos encontrar el sitio que aquí les corresponde, en esta sociedad llena de posibilidades y promesas.
A todos, una vez más, muchas gracias por vuestra presencia; sabéis que contáis siempre con todo nuestro apoyo.