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ermitanme que comience estas palabras ofreciendo sin más dilación a la Fundación Universidad-Empresa mi más cordial y sincera enhorabuena por haber cumplido ya 25 años de actividad con el éxito bajo el brazo. Con enorme agrado me uno a esta celebración manifestando que me enorgullece haber sido testigo, a veces directo, de los afanes y trabajos de esta Fundación y haber seguido con atención su trayectoria, animada siempre por el deseo de servir a la sociedad, mediante la coordinación de los recursos de la Universidad y de la Empresa.
Estos últimos años han sido decisivos en la vida española, en su modernización y en el aprovechamiento de todas sus posibilidades. Nuestro propio desarrollo y los cambios ocurridos en el mundo han significado la apertura de una nueva etapa histórica, impulsada por los avances tecnológicos y sostenida por una sociedad más libre, más dinámica, más democrática; y que, finalmente, reconoce sus deficiencias pero se afana en superarlas.
Durante esta etapa, vuestra Fundación ha sabido ser fiel a las necesidades de cada momento y ha cumplido sus objetivos con acierto y constancia. Quienes conocéis su trayectoria mejor que yo, valoráis los resultados obtenidos en la sensibilización de la opinión pública sobre las ventajas de una estrecha colaboración entre la Universidad y la Empresa, un objetivo que merece nuestro reconocimiento, así como nuestro impulso.
El acercamiento de ambas instituciones básicas de nuestra sociedad ha puesto de relieve la amplia zona de intereses comunes que las vinculan y determinan la obligada convergencia de sus aportaciones. También, ese acercamiento alumbra la ingente tarea que nuestra sociedad demanda en este terreno para un mejor aprovechamiento, por ejemplo, de nuestras posibilidades en el terreno de la investigación y el desarrollo.
Hablaba de convergencia de las aportaciones: las de la Universidad, porque, como centro de la nueva sociedad del conocimiento, que dota al país de sus fuerzas intelectuales, forma hombres libres y ciudadanos responsables, preparados para imaginar nuevos horizontes de desarrollo, con sentido crítico frente a los problemas y sensibilidad para detectarlos y valorarlos. Y las aportaciones de la Empresa, porque es la que reúne voluntades, recursos y programas en orden a una acción continuada de mejora, renovación e innovación. Representa el dinamismo esencial del ser humano, permite la evolución social y renueva nuestro horizonte vital, en una carrera ininterrumpida de novedades, que tienen en la tecnología su ayuda más inmediata y más fecunda.
El acercamiento de estos dos sectores es fundamental para la imprescindible exigencia de imaginar el futuro, que es nuestra obligación. Pues marca el punto clave de nuestro desarrollo, asegurando su evolución permanente y reforzando nuestra competitividad.
Contribuye, además, a ampliar un horizonte de oportunidades accesibles a nuestros jóvenes profesionales, en cuya preparación y esfuerzo descansa en primer lugar el porvenir. Y así ayuda a resolver el grave problema del empleo, que tanto nos preocupa a todos, sobre todo teniendo en cuenta que es la juventud la que sufre las peores consecuencias del paro. La creación de empleo se puede facilitar con una empresa más competitiva, y esa competitividad se puede lograr con un material humano, perfectamente preparado, que sólo la Universidad puede ofrecer. Pero preparado intelectual y humanamente; en la técnica, pero también en los valores que nos sustentan como sociedad moderna, democrática y solidaria.
No quisiera terminar mis palabras sin recordar que no es la primera vez que vengo a la Fundación, con la que me relacioné siendo muy joven. Hace más de quince años me dedicó un libro que me puso en contacto con una visión global de los conocimientos científicos y humanísticos y que pretendía estimular mi preparación junto al conjunto de la juventud española e hispanohablante: "Los Estudios de un joven de hoy", luego reeditado como "Propuestas culturales para la Juventud".
Cuando empezaba a conocer la vida intelectual, llegó a mis manos aquella obra luminosa, escrita por prestigiosos intelectuales españoles, encabezados por el profesor D. Pedro Laín Entralgo, que me invitaron a participar y disfrutar de la profundidad de sus conocimientos y la amplia generosidad de su espíritu. Una vez más les hago llegar a ellos mi agradecimiento. Algunos no nos acompañan ya en este mundo, y a ellos quiero dedicar también mi cariñoso recuerdo siempre lleno de gratitud.
Este recuerdo, y el aprecio a la labor de la Fundación, me han traído a participar en la clausura de los actos conmemorativos de su creación, y a animarla desde aquí a afrontar el próximo siglo con el tesón y eficacia que la caracterizan.
Felicidades a todos por este aniversario y muy especialmente a las veinticinco personalidades que hemos distinguido hoy por su contribución a estrechar los lazos que unen a Universidad y Empresa, prestando su servicio impagable a la sociedad española y, por tanto, a todos los ciudadanos.
Declaro clausurada la conmemoración del 25 aniversario de la Fundación Universidad Empresa.