L
a libertad de expresión, la dignidad humana, y la democracia, que dan nombre a este Premio, son como las hojas de un tríptico, que necesita de cada una, y de una adecuada relación entre ellas, para tenerse en pie.
Pues la libertad de expresión es requisito de la democracia, y ésta existe y se justifica como servicio a la dignidad humana, y es tanto más auténtica cuanto mejor la sostiene y garantiza.
Como muchas veces he repetido, fue el pueblo español, fuimos todos los españoles, quienes conquistamos juntos la democracia que deseábamos y merecíamos.
La conseguimos paso a paso, enhebrando voluntades, logrando acuerdos, marcando tiempos y haciéndonos a la vez solidarios y mutuamente responsables.
Estos son también los talantes de que tenemos que valernos para mantenerla, consolidarla y desarrollarla. La democracia es un modo de vida, que crece y hay que cuidar día a día.
Permitidme, pues, dedicar a los españoles esta distinción, que tanto me honra por su contenido y por su expresa referencia a la vocación democrática de la Comunidad Iberoamericana, que llevo en el corazón y a la que me alegro de reiterar desde aquí mi afecto y dedicación.
Si desde España, y en su representación, he podido facilitar su vocación, o ayudar a remover los obstáculos que pudieran retrasar o entorpecer sus anhelos en pro de una democracia plena y moderna, no he hecho más que cumplir con mi deber de fraternal amistad hacia los países y los hombres de nuestra América.
A este esfuerzo, tan meritorio, de los pueblos transatlánticos para conseguir los mismos objetivos de libertad y convivencia, viene contribuyendo, desde su creación hace cincuenta años en México, esta Asociación Internacional de Radiodifusión.
Sus más de diecisiete mil emisoras de radio y televisión en las tres Américas del Norte, Centro y Sur, y su colega español, la Asociación Española de Radiodifusión Comercial, nos dan constantemente noticia de la democracia y ejemplos de libertad de expresión y del derecho a la información, que son uno de sus pilares básicos.
Al agradecerle sinceramente este galardón, animo a sus asociados a perseverar en su necesaria y gratificante tarea de vertebrar a nuestra comunidad en torno a los principios y valores, esenciales y permanentes, que juntos queremos dejar a quienes nos sucedan.