M
ucho me alegro de encontrarme con tantos navarros en este primer día de mi visita oficial a esta Comunidad Foral, y en torno a una mesa, donde se manifiestan con mayor espontaneidad las coincidencias y los afectos de la amistad verdadera.
Navarra sigue sorprendiéndome y atrayéndome cada vez que vengo, y tengo ocasión de disfrutar de su autenticidad personal, sentir su poso histórico, admirar su riqueza cultural y artística, su vitalidad económica y su compromiso social.
Todas estas imágenes, que se materializan en la realidad y las series estadísticas, tienen un protagonista: Vosotros, miembros y a la vez creadores de una sociedad bien trabada, firmemente injertada en su tiempo, segura de sus fuerzas y capaz de gobernarse desde sus profundas convicciones, con sentido común e inteligencia de lo concreto y lo práctico, con apego a su historia y sin miedo a su futuro.
Como os decía a mi llegada esta mañana, en estos días me he propuesto un conocimiento lo más amplio y profundo posible de vuestros afanes y proyectos, aprender vuestros ejemplos y descubrir el secreto de vuestro éxito, los resortes que tensan vuestra voluntad y la dirigen a las metas que os habéis fijado, las que os hacen vivir y crecer.
Creo que la primera es la de la lealtad. A vuestras raíces, sin las que no se es ni se vale nada. A vuestros principios, que cumplís con dignidad y consecuencia. A vuestro tiempo, para comprenderlo, desmenuzarlo y dirigirlo.
Es evidente que Navarra, desde su singularidad institucional, ha sabido realizar esta tarea, y resolver con talento sus encrucijadas históricas, políticas y económicas. Las dos primeras en el marco de la Constitución, que no ha disminuido, sino, al contrario, acrecido sus instituciones y derechos privativos. La tercera, apostando por la innovación y por un desarrollo humanizado y habitable.
Si innovar es crecer desde dentro, creo que estáis en el buen camino. El de la estabilidad social, efecto de una adecuada redistribución de la riqueza y el empleo. El de un dinamismo empresarial que sabe utilizar las nuevas tecnologías para ampliar su mercado, mejorar los recursos y relaciones humanas y generar energías renovables, respetuosas con el medio ambiente.
A Navarra no le basta con esto. Proyecta también sus energías al exterior. Comparte sus éxitos y no teme ni envidia los ajenos. Acude con entusiasmo a todos los rincones del mundo para remediar sus carencias, despertar sus capacidades y enseñarles a valerse por sí mismos.
Todo esto voy a ver en estos días. Instituciones de la Comunidad, vida municipal, proyectos culturales de gran calado, ilusiones de la juventud estudiosa que se prepara a tomar el relevo en el futuro, centros asistenciales ejemplares, asociaciones, hombres y mujeres de la calle.
Quiero también acercarme especialmente a quienes sufren de forma más directa las consecuencias del terrorismo, que constituye actualmente la mayor preocupación de los españoles y que afecta en concreto a los navarros, para transmitirles mi apoyo y refrendar el consuelo y asistencia que prestáis a las víctimas, a las familias que han sentido el zarpazo de la violencia y también a quienes están amenazados simplemente por defender un ideal democrático y de servicio a la comunidad.
Mucho espero de esta visita, y mucho de lo que espero os lo debo a vosotros. Permitídme, pues, terminar mis palabras expresándoos mi reconocimiento y mi apoyo para que se realice el deseo que todos lleváis en la mente y el corazón: Navarra siempre p´adelante.