on Felipe recibió en audiencia al director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Fernando de Terán Troyano, que fue elegido el pasado 15 de diciembre por el pleno de la institución, sucediendo en el cargo a Antonio Bonet Correa.
Fernando de Terán Troyano (Madrid, 1934) se doctoró en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid en 1966. Ha dirigido órganos urbanísticos o estrechamente relacionados con el urbanismo en la Administración Pública del Estado y en el Ayuntamiento de Madrid. Desempeñó los cargos de Subdirector General de Urbanismo (1972), Director Técnico de Planeamiento del Área Metropolitana de Madrid (1977-1980) y Director del Instituto de Estudios de Administración Local (1985-1987).
En el año 2000 recibió la Medalla de Oro de Urbanismo de la Comunidad Autónoma de Madrid, y en 2005 fue galardonado con el Premio Rey Jaime I de la Generalitat Valenciana, en la categoría de Urbanismo, Paisaje y Sostenibilidad. Entre sus trabajos profesionales caben destacar los poblados de Setefilla (Córdoba) y Sacramento (Sevilla) para el Instituto Nacional de Colonización (1964-1965), la estrategia para el Centro Direccional de Barcelona (1969-1976), el plan parcial de ordenación del Polígono de la Cartuja de Granada (1975), la ordenación del Ensanche de Vallecas (1994), la propuesta de intervención en el sistema general viario de Ceuta (2005) o la remodelación del eje Recoletos-Prado de Madrid (2002-2010) junto a Álvaro Siza y Juan Miguel Hernández León.
Además de arquitecto urbanista, configurador y organizador del planeamiento urbano, Fernando de Terán ha desarrollado una intensa actividad docente dirigida a la formación y difusión de los conocimientos especializados en urbanismo. Fue Catedrático de Urbanismo en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos de la Universidad Politécnica de Madrid (1980-1993) y de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura (1993-2001), donde dirigió el Departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio, siendo nombrado profesor emérito en 2001. Es miembro numerario del Instituto de Estudios Madrileños y asesor científico del Comité Nacional del ICOMOS en España.
La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando es la institución artística de más larga trayectoria y mayor vigencia cultural en España. Se inauguró oficialmente en 1752, durante el reinado de Fernando VI. El establecimiento de las academias en Europa desempeñó un papel fundamental en la normalización del gusto estético durante el Siglo de las Luces. Desde 1773, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando tiene su sede en el palacio de Goyeneche en Madrid.
Tiene como fin principal fomentar la creatividad artística, así como el estudio, difusión y protección de las artes y del patrimonio cultural, muy particularmente de la pintura, la escultura, la arquitectura, la música y las nuevas artes de la imagen. En la actualidad se compone de cincuenta y seis académicos de número, personalidades de reconocido prestigio en los campos de la arquitectura, pintura, escultura, música, cine, arte gráfico, fotografía, diseño e historia y teoría del arte.
La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando forma parte del Instituto de España, una corporación de derecho público que reúne a las Reales Academias de ámbito nacional para la coordinación de las funciones que deban ejercer en común. Sus objetivos son fomentar la relación y la colaboración entre las Reales Academias que lo integran, y con las demás Reales Academias y Academias Asociadas; coordinar el cumplimiento de todas aquellas funciones y competencias que las Reales Academias integradas puedan ejercer en común; promover la generación del conocimiento y su transferencia a la sociedad, a través de las actividades coordinadas de las Reales Academias; ser punto de encuentro de las Reales Academias y de éstas con la sociedad; y ostentar la representación corporativa común de las Reales Academias integradas en el Instituto.
Las Reales Academias, surgidas del espíritu de la Ilustración y amparadas por la Corona, empezaron a constituirse en España en el siglo XVIII como centros de cultivo del saber y de difusión del conocimiento. Han sido y siguen siendo las entidades que representan la excelencia en los diversos campos de las ciencias, las artes y las humanidades. Sus valores esenciales son, por un lado, la categoría de sus miembros, en quienes concurren los más altos méritos intelectuales y científicos, y por otro, su estabilidad e independencia frente a intereses económicos o políticos.