Nuevamente me asomo a la tribuna de esta escuela –tan solo la tercera vez− para dirigirme a nuestros diplomáticos, a los que forman el principal recurso humano de la Acción Servicio Exterior del Estado, del Reino de España; y especialmente a quienes hoy he tenido el placer y el honor de entregar sus despachos como nuevos Secretarios de Embajada, la promoción número 68 de la Carrera Diplomática.
Esta es una ocasión –sin duda−de alegría y celebración para vosotros que tras un largo camino lleno de dificultades y esfuerzos, veis finalmente recompensada vuestra constancia y vuestro sacrificio. También es una jornada festiva para las personas que hoy os acompañan, para vuestros familiares y seres queridos, para los compañeros de la carrera, del cuerpo o la profesión, que os reciben con los brazos abiertos. Y, también, para todo el personal de esta Escuela que, sintiendo sin duda vuestra marcha, os despide con la satisfacción de haber contribuido a completar vuestra formación y a facilitaros vuestro trabajo en el inicio de vuestro quehacer como diplomáticos.
Y lo es igualmente para mí, como Rey, como Jefe de Estado, porque, además de felicitaros a los 16 Secretarios de Embajada, ya con vuestro despacho en la mano, me permite daros la bienvenida al Estado, como nuevos miembros del Cuerpo Diplomático. La satisfacción que hoy sentís os la habéis ganado a pulso. Enhorabuena de corazón. Pero creedme, también la compartimos todos.
Quiero hoy, igualmente, expresaros mi gratitud y mi reconocimiento por haber decidido consagrar vuestra vida y vuestros mejores esfuerzos al servicio de España; por emplear en beneficio de nuestros compatriotas, las capacidades y los conocimientos que habéis acumulado tras años de preparación.
Habéis elegido una profesión, la Diplomacia, que surge de una profunda vocación y que no siempre ha sido percibida y valorada en toda su amplitud. La vida del diplomático fuera de los tópicos, siendo muy rica en experiencias, no es fácil ni sencilla.
Durante años he sido testigo del sentido del Estado y de la entrega generosa de quienes os han precedido en estas aulas en el desempeño de su misión. Muchos de ellos nos acompañan hoy; y algunos, que ya finalizaron su servicio activo, os han hablado sin duda de ello durante este curso que habéis finalizado. Estoy seguro de que os han transmitido la satisfacción íntima que, en cada ocasión, les produjo superar las dificultades y los retos a los que tuvieron que enfrentarse, así como esa sensación tan grata que siempre acompaña al deber cumplido.
La misma satisfacción que sentís hoy la sentiréis a lo largo de vuestra carrera cuando comprobéis en cada momento −y con orgullo− que el esfuerzo sin duda valió la pena. Cuando constatéis que las metas alcanzadas compensaron todas las renuncias, y que la elección que hicisteis al preparar las oposiciones y encaminar vuestros pasos a servir a España fue una decisión plenamente acertada.
Por ello, os animo a perseverar en el esfuerzo, el trabajo y el sentido de la responsabilidad de los que ya habéis dado muestra. Y en la difícil tarea que os aguarda, podréis contar siempre con todo mi apoyo.
Y aunque el mérito es, por supuesto, vuestro, sabéis bien que a este día no habéis llegado solos. Vuestro sacrificio ha sido acompañado por muchos de quienes están hoy en este acto. En primer lugar y muy especialmente, por vuestros padres, familiares y otras personas queridas y cercanas. Todos ellos, a lo largo de estos años−y de maneras diversas−, han participado de vuestro esfuerzo y no han dejado de apoyaros y de daros palabras de ánimo.
"...Todos tenéis muy claro el honor y la responsabilidad que comporta ser representante de la Nación y la obligación que asumís de proyectar su mejor imagen y de defender e impulsar, con rigor y eficacia, los intereses de España ante otros Estados y en el seno de la Comunidad Internacional. Vuestros actos serán observados y juzgados como los de un representante del Reino de España, un país abierto, leal, avanzado, y de marcada vocación universal. Actuad, pues, dando testimonio en cada ocasión de los valores más preciados que nuestra patria representa..."
Este momento es igualmente oportuno para agradecer la labor del tribunal de la oposición, que, guiado por los criterios de mérito y capacidad que recoge nuestra Constitución, busca siempre seleccionar a los mejor cualificados para el desempeño de las funciones diplomáticas y consulares.
Y extiendo también mi agradecimiento a la dirección, el profesorado y a todo el personal de esta Escuela que, con gran dedicación, hace posible la necesaria formación continua de quienes asumen la responsabilidad de servir a España en el exterior y tantos otros puestos. Próximo ya el 75 aniversario de la Escuela Diplomática, confiamos en que la excelencia académica que siempre ha caracterizado a esta institución siga guiando sus pasos en beneficio de quienes en años venideros habrán de pasar por sus aulas. Muy Feliz Aniversario.
Como opositores, el día de hoy supone el cumplimiento de un ansiado objetivo, pero como “estudiantes” es la continuación de una larga carrera, pues, en un mundo sometido a cambios cada vez más acelerados y profundos, todo desempeño profesional exige una formación continua que amplíe y actualice permanentemente los conocimientos y habilidades.
Recordad las enseñanzas que habéis recibido de los que son ya vuestros compañeros de Carrera. Y regresad a estas aulas para continuar y profundizar vuestra formación. No penséis que ya habéis llegado a la meta: buscad la excelencia y la superación constantes porque, tras cada logro conseguido, hay siempre un nuevo objetivo que perseguir y alcanzar.
Como Secretarios de Embajada esta jornada supone, en cambio, un punto de partida, una línea de salida. Se trata de una larga carrera de fondo que no vais a correr solos y en la que deberéis afirmar y afinar vuestras capacidades para solucionar los problemas de los españoles y defender los intereses de nuestro país en un mundo crecientemente complejo.
Iniciad vuestra trayectoria con ilusión y recorredla con sentido del deber, buscando en cada puesto que desempeñéis, por encima de todo, la mejor manera de favorecer los intereses de España y de todos nuestros compatriotas. En un mundo tan cambiante, recordad que el servicio a vuestros conciudadanos y a España es la permanente y sólida referencia que ha de guiar vuestros pasos. Os deseo, por tanto, los mayores éxitos en vuestro desempeño profesional.
Todos tenéis muy claro el honor y la responsabilidad que comporta ser representante de la Nación y la obligación que asumís de proyectar su mejor imagen y de defender e impulsar, con rigor y eficacia, los intereses de España ante otros Estados y en el seno de la Comunidad Internacional. Vuestros actos serán observados y juzgados como los de un representante del Reino de España, un país abierto, leal, avanzado, y de marcada vocación universal. Actuad, pues, dando testimonio en cada ocasión de los valores más preciados que nuestra patria representa.
Me refiero a la libertad, a la defensa de la democracia, al respecto de los derechos humanos y la legalidad internacional; a la apuesta decidida por un mundo en paz, a la defensa del más débil, a la fraternidad con todos los pueblos; a la tolerancia y la voluntad solidaria que se traduce en la cooperación para el desarrollo; también a la promoción de la cultura y el conocimiento, así como al fomento de medidas que permitan un desarrollo sostenible y la defensa del medio ambiente.
Valores todos que tienen vocación de permanencia; que viven y prevalecen aunque evolucionen las tecnologías o cambien las modas o las costumbres. Valores, en definitiva, que inspiran nuestro ordenamiento constitucional y que vosotros, como servidores públicos, estáis obligados a defender y promover.
Para terminar estas palabras os reitero mi felicitación y mi reconocimiento, y os deseo todo el éxito en el camino que ahora emprendéis, pues vuestro éxito será asimismo el éxito de España.
Muchas gracias.