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eseo que mis primeras palabras sean de agradecimiento a todos vosotros.
A esta Real Academia y a la persona de su Director, por el proyecto y la organización de un ciclo de conferencias, que han quedado plasmadas hoy en este libro. Nada parece mejor para la conmemoración de estos veinticinco años que la memoria de este cuarto de siglo fijada en estas páginas, memoria que quedará permanente y viva a través del diálogo de sus lectores con sus textos.
Mi agradecimiento a todos y cada uno de los conferenciantes que han tenido la generosidad de verter en estas páginas sus experiencias, sus vivencias y su historia más cercana, al haber sido muchos de ellos protagonistas directos de la Transición y de la Democracia de este reciente cuarto de siglo. Sin ellos, y sin el apoyo decidido del pueblo español, esta aventura de todos no hubiera sido posible.
Y, asimismo, mi agradecimiento a los que no vivieron directamente tales acontecimientos, o al menos no en ese primer plano de muchos de los aquí presentes, pero que han volcado en este volumen sus saberes y su lealtad a la verdad.
Y a todos los que hoy habéis venido, dejando otros quehaceres, para celebrar todos juntos, en esta Real Academia, la presentación de este libro, muchas gracias.
En sus apretadas páginas, figura una historia que supone, como se ha dicho, un indudable salto adelante. Desde los cambios silenciosos de la economía y de una sociedad renovadora, patentes en los años sesenta y setenta, se llevó a cabo a partir de 1975 una transformación profunda, no sin dificultades, pero siempre con fe y entusiasmo en los españoles.
En la obra colectiva de la recuperación de las libertades y de la institución de la democracia, quedaron reconciliados los anteriores rencores y las divisiones entre vencedores y vencidos. La Constitución de 1978 fue el marco democrático que permitió el desarrollo de unas instituciones y unos valores que son hoy de todos los ciudadanos. La Monarquía constitucional y parlamentaria ha sido siempre la garantía de esa estabilidad y desarrollo democráticos.
Hoy nos encontramos, como aquí se ha expuesto, con una España plenamente modernizada y con voz propia en el concierto internacional y en el modelado de Europa. Una sociedad en la que los valores del pluralismo y la tolerancia se enfrentan a retos nuevos que no tengo duda se irán resolviendo con generosidad y lucidez. Porque los problemas que tenemos actualmente, por graves que puedan ser (como lo es el terrorismo, nuestra lacra principal), tienen unas dimensiones para las que la sociedad española tiene instrumentos de respuesta, muchos más, desde luego, que los que existían en 1975.
Por ello, hay que tener confianza en el futuro, sin olvidar nunca los peligros y sombras que siempre surgirán en la convivencia humana.
Poseemos unas instituciones fuertes y flexibles a la vez, aunque siempre mejorables, porque vivir en democracia no es algo estático, sino una renovación continua hacia los ideales de paz, justicia y libertad.
Hemos logrado en estos veinticinco años una sólida economía de mercado, en línea con los países avanzados del planeta, que hemos seguido haciendo compatible con la tradición europea de corrección de desigualdades.
Tenemos unos jóvenes, unas mujeres -como aquí se ha destacado- y, en general, una sociedad de conocimiento avanzada, plenamente alfabetizada, por un lado, y, por otro, con sectores cuyas comunidades científicas y tecnológicas están en paridad con el resto de las europeas.
Nos queda siempre camino que recorrer, pero esta reciente historia demuestra que podemos hacerlo. Podemos, por tanto, abordar ahora, todavía mejor que hace veinticinco años y con la misma esperanza de futuro, el reto de la profundización en los avances de la democracia, de la libertad y de la justicia.
Mi antecesor Felipe V, cuyo retrato preside esta Real Academia por él fundada, les encomendó a los señores Académicos la tarea de la custodia de la memoria colectiva de los españoles y de la depuración de la verdad histórica. No me cabe duda de que, con este acto y con este libro, siguen cumpliendo aquellas ordenanzas, fieles a la continuidad de la historia y, al tiempo, renovando esa misma historia con nuevos aires y la entrada abierta de los aquí participantes. Mi enhorabuena más cordial.
Y a todos vosotros os reitero mi agradecimiento y mis felicidades por estas vibrantes páginas de una historia que es la de todos los españoles, los auténticos protagonistas.
Muchas gracias.