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iempre es muy grato para mí reunirme con vosotros en esta Casa de América para celebrar y premiar la solidaridad empresarial. En esta Octava edición de los Premios CODESPA, mi tarea como Presidente de Honor de esta Fundación es doblemente grata, ya que además permite a la Princesa de Asturias acercarse por primera vez a conocer de cerca vuestra valiosa labor.
Antes de esta ceremonia, la reunión de trabajo previa que, juntos hemos mantenido con el Comité Ejecutivo y los delegados internacionales de CODESPA, nos ha permitido comprobar los resultados de un trabajo cada vez más conocido y apreciado. Es muy reconfortante escuchar los testimonios directos de los verdaderos protagonistas de esta organización que nos ayudan a mantenernos optimistas respecto a la condición humana aunque, al mismo tiempo, nos dan nociones muy evidentes de la gigantesca tarea a la que se enfrentan.
En nuestros días la empresa realiza una función irremplazable, y crecientemente valorada, como factor de desarrollo y progreso social a través de la intrínseca generación de riqueza y empleo. La relación entre trabajadores y empresa y entre empresa y sociedad deja bien claro el decisivo papel que la empresa desempeña como eslabón de integración y cohesión social. El compromiso social no sólo es compatible con otras dimensiones más conocidas de la empresa, sino que las completa.
Buena prueba de ello son los dos galardonados, cuyos méritos reconocemos hoy: José Campaner y Grupo Santander. Ambos representan necesidades muy diferentes y problemáticas bien distintas; pero los dos apuntan en la misma dirección, a saber, que los objetivos empresariales son conciliables con la mejora del entorno social.
El ejemplo de José Campaner nos confirma la importancia del testimonio personal a la hora de impulsar cambios sociales y renueva nuestra esperanza en la capacidad personal para influir en los acontecimientos y en el rumbo de las organizaciones. También nos puede servir de inestimable ayuda para comprobar que el compromiso con los demás, como expresión de los valores que nos unen, no conoce ni límites fronterizos ni barreras sociales.
Por su parte, el Grupo Santander ha comprendido muy bien la importancia de implicarse activamente en las necesidades de los diversos países y regiones donde está presente, invirtiendo en la educación superior como motor del verdadero desarrollo de los pueblos.
A ambos, deseo expresarles nuestra más cordial felicitación y nuestro reconocimiento por su ejemplar labor. El próximo año nos volveremos a encontrar en la Casa de América para celebrar la Novena edición del Premio CODESPA y también el Vigésimo Aniversario de la Fundación. Permitidme que, en estos momentos, dedique un emocionado recuerdo a mi querido abuelo, el Conde de Barcelona, que asumió con orgullo y entrega la Presidencia de Honor de la Fundación en sus inicios. Una Presidencia que, tras su fallecimiento, yo acepté continuar con igual ilusión y orgullo.
Permitidme también que la Princesa y yo os adelantemos nuestra felicitación por estos veinte años transcurridos. Os animamos a seguir con el mismo entusiasmo y dedicación. Muchas felicidades a todos los que, a lo largo de estos años, habéis contribuido a hacer realidad este proyecto: directivos, patronos, cooperantes y, de manera particular, voluntarios. Deseo transmitiros a todos nuestro reconocimiento, y os invito a ampliar vuestra actividad y explorar nuevas fórmulas de colaboración y servicio a los más necesitados.
Nuestra gratitud también se dirige a las Administraciones Públicas, empresas y ciudadanos que, con su generosidad y aportaciones, han facilitado la viabilidad de las iniciativas de CODESPA. Su ayuda seguirá siendo necesaria para que la benéfica actividad social de esta Fundación pueda tener continuidad.
Y termino reiterando nuestra enhorabuena a los premiados, y a todos aquéllos que, desde distintas instancias, estáis implicados en la labor, nada fácil, pero siempre ilusionante, de impulsar la proyección social de la empresa, y los valores implícitos en dicha proyección: solidaridad, entrega a los demás, desarrollo sostenible, afán de mejora y progreso social. Son los valores del empresario legítimamente preocupado por la rentabilidad económica de sus inversiones, pero no menos interesado por su potencial de rentabilidad social. Son valores que los nuevos tiempos requieren, y que hoy hemos distinguido aquí con tanto merecimiento.
Muchas gracias.