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gradezco al Centro de Investigaciones Sociológicas su invitación a entregar el Premio Nacional de Sociología y Ciencia Política de este año 2002. Como licenciada en estas disciplinas, me siento especialmente integrada en la comunidad de sociólogos y politólogos, que siempre me ha recibido con gran generosidad, y a la que correspondo con respeto y afecto sinceros.
Felicito al Centro de Investigaciones Sociológicas por la creación de este galardón, uno de los principales que en su género se otorga en España, y por haberlo concedido al Profesor Don Francisco Murillo Ferrol, dándonos ocasión de expresarle nuestro reconocimiento, y el de toda la sociedad que esta recompensa le aporta, por su brillante trayectoria e incansable dedicación a unas áreas del conocimiento cuyo peso y actualidad bien conocemos.
Mi felicitación muy sincera, profesor, por esta distinción tan merecida a sus cualidades humanas, su talento como estudioso y profesional, y la singularidad de su obra.
Creo que esta celebración, que tan gustosamente compartimos, no debe concluir sin una reflexión, siquiera breve, sobre su contenido científico y su alcance social.
El denso currículo de nuestro galardonado consiste en un largo y provechoso caminar por campos muy diversos del conocimiento, que comienza por la filosofía, se extiende al Derecho, y madura en las ciencias que dan nombre a este Premio.
Este bagaje formativo no es casual, encierra una lección. La de que Sociología y Ciencia Política son ciertamente, ciencias de realidades, puntales del desarrollo de la vida colectiva, pero no pura ni meramente empíricas, sino sustantivas y con un sentido específico.
Para seguir sustentando eficazmente nuestro convivir, las ciencias sociales necesitan continuamente actualizarse, adecuarse a la vida, completarse con el roce de la realidad, traducir sus exigencias a términos científicos.
Esta evolución se realiza principalmente en el ámbito académico, y es fruto de un magisterio capaz de transmitir sus convicciones a las jóvenes generaciones, que han de continuarlas y desarrollarlas.
El profesor Murillo Ferrol ha refrendado la amplitud de sus conocimientos con una actividad académica ejemplar. Primero, al contribuir decisivamente, como miembro de la denominada "Escuela de Granada", a la plena recepción de la Ciencia Política que reformulaba y ampliaba con conceptos y fórmulas más modernas el contenido del antiguo Derecho Político.
Luego, desde sus cátedras de Valencia, Granada y Madrid, formando generaciones de politólogos, sociólogos, antropólogos y constitucionalistas, testigos de su quehacer y fieles intérpretes de su inquietud investigadora y docente.
Finalmente, en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, donde sigue proclamando su concepto personal de la aventura del saber, y ejerciendo su pasión de enseñar.
De corazón le deseamos que con ellos siga añadiendo nuevas páginas a la obra a la que ha consagrado su vida, y suscitando generosas vocaciones en el ámbito de unas ciencias esenciales para el progreso de nuestra convivencia.
Muchas gracias.