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ueridos amigos y compañeros:
Con este Acto que hoy celebramos se cierra el ciclo de las Bodas de Oro de mi ingreso en las tres Academias Militares.
Bien sabéis la gran emoción que siento al volver a estar con todos vosotros en esta Academia General, donde juntos ingresamos en la Familia Militar que tantas satisfacciones me ha dado y de la que tan orgulloso me siento.
Acabamos de escuchar a nuestro "Primeraco" de Promoción quien, con sentida emoción, se ha referido a cuanto hemos vivido desde aquella época.
Para quienes volvemos hoy a la que siempre será nuestra Academia, ésta es una ocasión para el recuerdo y la esperanza.
Son muchos, desde luego, los recuerdos de aquellos años que tanto han contribuido a nuestra formación.
Fueron años de valiosas experiencias humanas compartidas. Años que nos han servido para comprender la importancia singular de la vida castrense como uno de los pilares básicos de nuestra Nación, y garante de nuestra seguridad y convivencia en libertad.
Unos años, en fin, en los que estas Aulas y este Patio de Armas contribuyeron a modelar nuestra personalidad y nos permitieron desarrollar un modo de ser y de hacer, el del soldado plenamente volcado al servicio de la Patria.
No os puedo negar que, en mi experiencia personal, aquellos años me ayudaron a reafirmar los ideales que ya me había inculcado mi padre, centrados en el amor a España y el espíritu de servicio a todos los españoles. Ideales que también todas las Academias, y yo mismo, hemos transmitido al Príncipe de Asturias, y que todos compartís conmigo.
Siempre me he guiado por el servicio a España y a todos los españoles en el marco de nuestra monarquía parlamentaria, promoviendo el respeto a los valores y principios de nuestra Constitución, producto de la voluntad mayoritaria del pueblo español depositario de la soberanía nacional. Una Constitución asentada en el consenso y en la concordia, que se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española y que asegura un amplio marco de convivencia democrática, capaz de articular eficaz y solidariamente nuestra rica pluralidad y diversidad.
A lo largo de todos estos años, también he comprobado la plena vigencia de valores como la disciplina, la lealtad y el compañerismo, cuya trascendencia todos compartimos profundamente.
En esta hora no puede faltar la expresión de nuestro profundo agradecimiento a quienes, con su vocación docente y castrense, nos dejaron el sello de su ejemplo y la mejor muestra de la grandeza de la institución militar.
Asimismo, quiero expresar mi mayor sentimiento de gratitud hacia todos. Siempre os he sentido muy cercanos y habéis constituido, junto con el resto de las Fuerzas Armadas, un sólido soporte al servicio de los intereses de la Nación. Hace unos momentos he refrendado mi compromiso con España, con la misma firmeza e ilusión que hace cincuenta años, como lo habéis hecho todos y cada uno de vosotros, besando nuestra Bandera Nacional.
No quiero terminar sin reiterar un recuerdo emocionado a los que han sufrido el zarpazo del terrorismo, y a los que ya nos dejaron. Algunos de sus seres queridos nos acompañan hoy aquí.
Mi recuerdo, igualmente, para el resto de los ausentes que por diversas circunstancias no pueden acompañarnos en este Acto.
Por último, quiero hacer extensivo el cariño de la Reina y el mío propio, así como nuestra felicitación, a vuestras familias, que han vivido con orgullo el valor de vuestro servicio a España y que han sabido asumir con abnegación los sacrificios que impone la vida militar. Su comprensión, apoyo y amor os han alentado a cumplir siempre fielmente con vuestro deber.
Y ya, para finalizar, unámonos ahora todos -cadetes, alumnos y componentes de la Catorce Promoción-, para gritar conmigo
¡VIVA ESPAÑA!