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osalía de Castro, en un conocido poema sobre esta querida tierra, decía a los lectores que "Sin ela vivir non podo, // non podo vivir contenta". La gran poeta representaba así de algún modo a todos los españoles al expresar, en breves palabras, el enorme atractivo de Galicia, la honda huella que nos deja en el alma su cultura, rica, dulce y recia.
Por ello nos llena de alegría a la Princesa y a mí regresar hoy a A Coruña para celebrar con todos vosotros vuestro Octavo Centenario como ciudad libre, cuna de tantas personalidades ilustres y clave para entender Galicia, el conjunto de España y también de Europa. Es un honor poderlo hacer y queremos agradecer especialmente al Alcalde su invitación. Sus palabras llenas de afecto junto al caluroso recibimiento que nos han dedicado las Autoridades y los miembros de la Corporación Municipal y todos los que habéis querido acompañarnos en este acto tan simbólico, nos llegan muy adentro y nos dan fuerza para seguir a vuestro lado en nuestro camino compartido hacia el futuro.
Desde la romana Torre de Hércules -reflejo de la latinidad que sustenta las humanidades y ciencias en España- hasta la salida de Carlos V para ser proclamado Emperador o el patriotismo de María Pita; desde el comercio de esta urbe con América, alentado por el Rey Carlos III, hasta el constitucionalismo de Porlier, A Coruña y su historia conforman un maravilloso ejemplo de ciudad marítima, vital y emprendedora, verdadera adelantada de la mirada de Europa sobre el mundo.
Una preciosa urbe abierta al mundo entero y, al mismo tiempo -y tal vez también por ello-, profundamente enamorada de la libertad. Libertad que el Rey Alfonso IX supo inspirar cuando, al refundar esta población hace ahora ocho siglos, le otorgó su Carta Puebla. Con el recuerdo puesto precisamente en el significado especial de aquel gesto, hace unos momentos desvelábamos la placa del nuevo monumento que habéis querido dedicarle al pie de la Torre de Hércules.
Desde aquellos tiempos hasta nuestros días, los coruñeses han podido encontrar en la Corona la garantía más firme de respeto y aliento a sus afanes e ilusiones. El mismo respeto y aliento que fueron refrendados después, en el siglo XV, por Juan II al ofrecerle el título de ciudad, como impulso -y reconocimiento también- a su crecimiento y prosperidad.
Hoy, como Príncipe de Asturias y Heredero de la Corona, quiero volver a sumarme, como lo hice hace 10 años cuando os visité oficialmente por primera vez, a ese firme compromiso con vosotros y vuestra ciudad que ya manifestó en su día mi bisabuelo, el Rey Alfonso XIII y que ha reiterado en diversas ocasiones S.M. el Rey. Compromiso con vuestras instituciones, con todos los coruñeses, jóvenes y mayores, en apoyo de vuestros proyectos y esperanzas que animan el progreso de esta ciudad y explican su espléndida realidad actual, admirada por tantos.
Me alegra constatar que el futuro de ese progreso se sustenta en nuevas iniciativas de todo orden, para multiplicar la actividad económica y el empleo en la ciudad y su área metropolitana, sin dejar de buscar la mejor conservación y promoción de vuestro valioso patrimonio histórico-artístico, la necesaria y debida protección del medioambiente con criterios sostenibles y el constante aumento de vuestro bienestar social.
El cultivo del más alto nivel educativo, intelectual y cultural, os permite asegurar el continuo progreso colectivo de esta ciudad y vuestra plena inserción en la moderna economía del conocimiento, verdadera clave de bóveda actual y futura de la competitividad mundial.
Además de reforzar las comunicaciones de la ciudad, estáis fomentando la creación artística, la actividad de grandes profesionales, y un espíritu empresarial con proyección en toda España y fuera de nuestras fronteras. Vuestro tejido industrial y productivo se ha mostrado, al mismo tiempo, cada vez más consciente de la importancia decisiva, tanto de la inversión en innovación y en capital humano, como de la relación estrecha entre empresa y centros de enseñanza para poder potenciar la competitividad en los mercados globalizados. Una tarea en la que, como en tantas otras, sobresale el papel fundamental de vuestra Universidad.
Todo ello hace que esta ciudad haya aumentado en las últimas décadas, su irradiación cultural, su atractivo turístico y su nivel económico, cubriendo nuevas metas y afrontando distintos retos. Estoy convencido de que esa trayectoria representa una base muy importante para poder superar con tesón y confianza las indudables dificultades que a todos plantea el presente contexto de crisis financiera y económica internacional.
En definitiva, A Coruña ha querido apostar por un crecimiento compartido y solidario, cimentado en la libertad, la tolerancia y el respeto mutuo que han hecho de ella una ciudad integradora, responsable y participativa, una ciudad acogedora de la que sus habitantes pueden enorgullecerse.
Por ello, la celebración de este Octavo Centenario permite resaltar, hasta qué punto, esta ciudad es ejemplo de la vitalidad secular de nuestra gran Nación, del orgullo por lo mejor de nuestro pasado, por la profunda modernización lograda en estos treinta años gracias al marco de convivencia democrática que asegura nuestra Constitución, y de nuestra fe en ese futuro cada vez más próspero que, en torno a ella, juntos podemos seguir labrando.
La exposición que acabamos de visitar bajo el título "A Coruña 1208-2008", muestra las diversas etapas de la vida de la ciudad -que dibujan una trayectoria unitaria y un rumbo definido- , en la que convergen al menos tres de las líneas a las que antes me he referido: el profundo amor por la libertad, la encomiable voluntad de progreso, y el decidido empuje para seguir construyendo una gran ciudad.
Ese continuo afán de superación y esa aspiración a la excelencia, que definieron la misma vida y obra de aquel coruñés ilustre que fue Salvador de Madariaga, son sin duda los mejores instrumentos para seguir avanzando en todos los ámbitos, desde el económico y social, hasta el científico, cultural o deportivo, y para proyectar esta ciudad con fuerza en el mundo.
Junto a nuestra felicitación, admiración y afecto en el Octavo Centenario de vuestra ciudad, quiero con mis últimas palabras remarcar el firme compromiso de aliento y apoyo que la Princesa y yo tenemos contraído de corazón con el futuro de todos los coruñeses.
Muchas gracias.