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uiero comenzar con palabras de sincera y profunda gratitud hacia la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos por su amable invitación para presidir este Acto de clausura de vuestro V Congreso. Gracias también por la alegría que me dais de poder volver, por este motivo, a la ciudad de Zaragoza, tan querida y llena de vivencias personales. Os transmito el cariñoso recuerdo de la Princesa que comparte esos mismos sentimientos.
Con la reciente EXPO 2008 esta ciudad ha demostrado, una vez más, su grandeza y su capacidad para ser, a la vez, reflejo y motor del progreso y la proyección exterior de España. Algo que entre todos hemos logrado sobre todo a lo largo de los tres últimos decenios. Esa misma grandeza es la que ya demostraron tantos zaragozanos y aragoneses, con bravura y heroísmo, en la lucha por nuestra libertad contra las tropas napoleónicas hace 200 años.
Como sabéis, no es esta la primera ocasión en la que tengo el honor y la oportunidad de acompañaros, pues mi presencia en vuestros Congresos ?como hoy y en los anos 2001 y 2006- está en perfecta sintonía con mi deseo de impulsar y atender iniciativas que promuevan el interés general de España y el progreso y bienestar de sus ciudadanos.
En el Congreso que celebrasteis en 2001 bajo el lema ?Emprendedores con Valor? atendíais a vuestra doble inquietud de que, por una parte, el desarrollo de la función directiva debía fundamentarse en un nuevo concepto de dirección basado en valores; y por otra, al deseo de mejorar las relaciones entre directivos de Europa y América partiendo del dialogo constructivo, el respeto mutuo y la comprensión de las nuevas necesidades del mercado.
A su vez, en vuestro Congreso de 2006 y bajo el lema ?Cambiar para crecer? abordabais los interrogantes que condicionaban la evolución de las principales variables de nuestro entorno más cercano: la evolución demográfica y la integración de la inmigración, la deslocalización y el futuro de la industria ante la diferencia de costes con otros países, el precio de la energía, los avances tecnológicos y de las comunicaciones, o los criterios tradicionales de motivación de los equipos directivos. Temas todos ellos que continúan siendo de gran importancia y permanente actualidad.
En ambos Congresos, y en otros que habéis celebrado, estaban latentes las consecuencias del imparable proceso de internacionalización económica. En todos ellos, destacábamos las oportunidades que se abrían para la economía española en un entorno globalizado, en el que se desarrollan nuevos espacios económicos. Y ya entonces se ponía de relieve que no era sostenible una globalización financiera si no iba acompañada de una ordenación de otras dimensiones derivadas de aquella y que hacían referencia a aspectos sociales, culturales, regulatorios y políticos de proyección y alcance mundial.
Sin duda, y por ello este V Congreso que hoy clausuramos lo habéis titulado ?Dirigir con Visión Global. Internacionalización y Competitividad?. Habéis querido contar en él con las voces más autorizadas que os aporten una visión global sobre los retos que las empresas deben afrontar en estos tiempos y la evolución de la función empresarial en los próximos años.
Habéis escuchado a lo largo de estos días que son muchos y de muy diversa naturaleza los factores de los que depende la evolución del futuro escenario económico. Pero hay dos de ellos, que suscitan el consenso de todos, y sobre los que me gustaría insistir:
El primero de ellos es que el capital humano seguirá siendo y, si cabe, más todavía en el futuro- el activo más importante de nuestras empresas. Cuando en 1997, fundasteis la CEDE, además de dotar a las asociaciones de directivos de una representación en consonancia con vuestra relevante función, y además de vuestro deseo de participar activamente en la vida pública española, buscabais alcanzar la mayor profesionalización de la gestión empresarial.
Así el talento, la iniciativa, el sentido emprendedor, el sacrificio, la capacidad de trabajo y superación, son instrumentos y valores esenciales que se deben manejar y demostrar para el éxito de una gestión empresarial. Nada que no sepáis. Pero para ello es imprescindible cuidar con esmero, realismo y visión estratégica la educación de nuestros jóvenes, la preparación técnica de nuestros profesionales y la formación en general de nuestros ciudadanos, para que accedan en las mejores condiciones posibles al mercado laboral, y para que a su vez el mercado disponga de personas con la mayor cualificación y capacidad posibles.
El retorno de ese esfuerzo es claramente una mayor competitividad individual, y por tanto una mayor libertad para elegir mejor el futuro de cada uno, pero sobre todo una mayor competitividad como país en el mercado global. La búsqueda permanente de la excelencia es fundamental y debe seguir siendo parte esencial de nuestra cultura empresarial.
Y la segunda idea, que también está muy relacionada con la competitividad, se refiere a que ?como he dicho en alguna otra ocasión- la innovación, la investigación científica y las nuevas tecnologías deben estar en la raíz misma de nuestro sistema productivo. Deben convertirse en elementos consustanciales de todo proyecto empresarial, porque solo así podremos competir como queremos en la moderna economía del conocimiento y proyectar con fuerza nuestras empresas en el escenario internacional. Tenemos grandes ejemplos que nos llenan de orgullo y que nos muestran el camino ejerciendo un liderazgo mundial, pero debemos hacer lo posible por ampliar esa lista.
Ese objetivo necesita de buenos directivos como vosotros, que habéis aprendido a mirar lejos, sin desatender el día a día ni lo que ocurre en cada rincón de vuestros negocios, y sois los que mejor podéis intuir, junto a otras instituciones y organizaciones, hacia donde nos debe llevar la búsqueda de la competitividad, que es en gran medida la base del empleo. Porque vosotros sois en, unos casos los actores y, en otros, testigos privilegiados de los retos y de las oportunidades y de las consecuencias y efectos del proceso de globalización.
Concluyo ya. España cuenta con un excelente cuadro de directivos y gestores empresariales. Y esa es una razón para el optimismo en la gestión de los tiempos que vivimos. Por ello, quiero transmitiros mi enhorabuena por vuestra contribución al progreso de España durante todos estos años y quiero resaltar nuestra confianza en vosotros por vuestra capacidad, sentido de la responsabilidad y liderazgo para el futuro.
Gracias de nuevo por invitarme a compartir con vosotros las conclusiones de este Congreso de CEDE en su Quinta Edición, que merece todo mi aliento y felicitación.
Declaro clausurado el Quinto Congreso de la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos (CEDE).