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Palabras de Su Majestad el Rey en la inauguración del Curso Escolar 2008-2009

Mahón, 16.09.2008

T

odos los años, por estas mismas fechas, la comunidad educativa se dispone a retomar su actividad académica.

Por ello, me llena de especial alegría poder presidir - junto a la Reina - la solemne apertura del nuevo Curso Escolar, consciente de la enorme importancia que tiene la educación para el futuro de España, de todas nuestras familias y de cada uno de nuestros jóvenes.

Con nuestra presencia en este Acto queremos subrayar, ante el conjunto de la sociedad española, el carácter absolutamente prioritario que la Corona atribuye a la educación.

Una presencia con la que también quiero destacar la especial dedicación y afecto que requieren nuestros jóvenes, nuestra mejor esperanza de futuro.

Deseo asimismo resaltar el total apoyo que merecen sus profesores y familiares en el alto deber y responsabilidad de formarlos como ciudadanos españoles inmersos en el mundo, preparados, responsables y solidarios.

Mucho nos alegra que la apertura del Curso Escolar 2008-2009, se celebre en esta Comunidad Autónoma tan querida por mí y por toda mi Familia y, más concretamente, en la capital de esta incomparable Isla de Menorca.

Agradezco de corazón, junto a la Reina, las amables palabras y el cariñoso recibimiento de las autoridades que nos acompañan, así como de los mahoneses y menorquines, a quienes dedicamos todo nuestro afecto y admiración.

Nuestro agradecimiento se dirige, asimismo, a las comunidades de educadores del Colegio Público María de Deu de Gracia, y del Instituto de Enseñanza Secundaria Joan Ramis i Ramis, que acabamos de visitar.

Ambos centros de esta preciosa ciudad de Mahón, representan hoy a todas las comunidades educativas de España, a cuantos con ilusión y esfuerzos renovados van a comenzar el nuevo curso escolar.

Centros en los que hemos podido conocer y apreciar de cerca la especial dedicación e ilusión con que se entregan a su labor educativa, en sus muy acogedoras instalaciones.

La educación es, sin duda, una de las tareas que requieren mayor atención y constancia por parte de los poderes públicos en toda sociedad democrática.

Nos proporciona los instrumentos imprescindibles para perfeccionar capacidades, alcanzar las legítimas aspiraciones personales, y para seguir impulsando el progreso colectivo de una España cada vez más moderna, cohesionada y solidaria.

De ahí, que el inicio de éste Curso escolar sea una ocasión propicia para reiterar un llamamiento al conjunto de la sociedad, para que sea consciente del valor de la educación y colabore activamente en su constante mejora.

Un sistema educativo que debe contar, sobre todo, con los elementos de calidad y eficacia precisos para afrontar con éxito la progresiva interdependencia y competitividad de nuestra sociedad.

Ello impone a la escuela un esfuerzo de permanente actualización y de búsqueda de la excelencia.

No olvidemos que nuestros hombres y mujeres del mañana deberán ser capaces de desenvolverse en contextos sociales y profesionales cada vez más complejos y exigentes. Contextos en los que el manejo de las nuevas tecnologías, o el conocimiento de otros países, idiomas y culturas, serán elementos imprescindibles para su vida diaria.

Se trata de que la educación que hoy reciban nuestros jóvenes, parta de un debido conocimiento de nuestras raíces y realidades presentes, pero con la mirada abierta y puesta en el porvenir.

En tan importante tarea quiero destacar el compromiso, esfuerzo y sacrificio de nuestros maestros y profesores, cuya admirable y silenciosa dedicación exigen el pleno respaldo a su autoridad y merecen el más alto reconocimiento por parte de nuestra sociedad.

De ahí, el especial respeto, comprensión y aliento, así como la profunda gratitud que dirijo a nuestro profesorado ante la trascendencia de su tarea diaria de despertar en nuestros alumnos los mejores valores y capacidades.

Una tarea que incumbe también, y de manera muy directa, a las familias, conscientes de que no hay mejor inversión que el tiempo que dediquen a la formación de los suyos.

Su compromiso y responsabilidad en materia educativa, a través del afecto y de la cercanía a sus hijos, deben sumarse a los esfuerzos de la escuela para lograr una formación amplia y rica, impregnada de valores como el respeto, la tolerancia, la lealtad, la solidaridad y la amistad.

Finalmente, a nuestros niños y niñas, a nuestros jóvenes, corresponde aportar la atención, voluntad y disciplina necesarias, para adquirir conocimientos, desarrollar habilidades, descubrir el mundo y aprender a relacionarse con los demás.

Todo ello para formarse como personas libres y responsables, dispuestas a contribuir con su esfuerzo al mayor bienestar de una España que demanda, ciudadanos cada vez más preparados.

Nos sentimos particularmente identificados con las ilusiones, esperanzas y preocupaciones de muchas familias españolas con hijos o nietos que hoy inician un nuevo curso escolar.

Quiero, por ello, reafirmar el permanente apoyo de la Corona, tanto al conjunto de la comunidad educativa, como a los esfuerzos dirigidos a la constante mejora de la educación.

Una mejora continua que requiere que padres y madres, profesores y alumnos, comunidad escolar y todas las administraciones competentes, trabajen al unísono con perspectiva de futuro y sientan el apoyo del conjunto de la sociedad.

Es lo que pido para la hermosa y apasionante tarea de educar a los españoles del mañana.

Con ese espíritu, declaro inaugurado el Curso Escolar 2008-2009.

Muchas gracias.

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