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uenas tardes y gracias por contar con nosotros nuevamente para presidir esta entrega de los ?Premios Luis Carandell? ahora en su IV edición. Hacerlo nos agrada especialmente porque nos permite regresar al Senado para ensalzar la labor necesaria y valiosa del periodismo parlamentario y hacerlo en la persona de las dos galardonadas de este año, Doña Ana Isabel Díez, Anabel Díez, del diario ?EL País?, y Doña Josefina García, Sefi García, de la cadena COPE.
Nos unimos, por tanto, a la felicitación que seguramente han recibido de familiares, de compañeros y colegas, de diputados y senadores, después de ser reconocida, con todo merecimiento, la altura profesional de sus trayectorias con estos Premios. Con ellos, se pone de relieve hasta que punto ellas han sabido imprimir inteligencia, talento, dedicación y esfuerzo a su trabajo de análisis, crítica y comentario. El estilo y el lenguaje de los que han hecho gala enriquecen los rasgos definitorios de este género periodístico, tan cargado de tradición y solera.
Los Premios que hoy hemos entregado reafirman la importancia que éste género periodístico tiene para el funcionamiento de nuestra democracia y alientan la tarea diaria de los grandes profesionales de la información. El cronista parlamentario vuelca cada día su esfuerzo y su habilidad para comprender, analizar y sobre todo transmitir al ciudadano el trabajo complejo y variado que desarrollan nuestras Cortes al servicio de la Nación y de los ciudadanos.
Su labor es muy específica en lo que se refiere al funcionamiento, la práctica, los actores, las claves internas de los grupos políticos; pero al mismo tiempo es muy amplia, puesto que por las Cámaras pasan prácticamente todos los temas relevantes para la vida y el funcionamiento de nuestra sociedad, desde los detalles más técnicos de una ley hasta las ideas o principios que mueven las acciones políticas de partidos, del Gobierno o del Estado.
Son unos profesionales que se caracterizan por disponer de una formación especializada, y por su vocación de cultivar el estilo ágil, claro y penetrante que los mejores cronistas parlamentarios han logrado en España a lo largo de los últimos treinta años y que tienen en nuestra historia parlamentaria más que centenaria grandes ejemplos de maestría y talento.
Uno de ellos, reciente y por todos conocido es el maestro Luis Carandell, quién honra con su nombre estas distinciones, y sigue inspirando con sus textos a las nuevas generaciones de jóvenes comunicadores. A su viuda Eloisa y a su hija Eugenia, que hoy nos acompañan, la Princesa y yo dedicamos el mayor afecto.
El Presidente del Senado recordaba nuestra actual convivencia en libertad y democracia, bajo la Constitución (que cumplirá el próximo mes de diciembre treinta años) como la más larga, intensa y fructífera; pues a ese éxito colectivo que todos reivindicamos diariamente con nuestro trabajo, han contribuido de forma muy relevante los periodistas parlamentarios.
A esa libertad se enfrenta frontalmente la violencia terrorista que se ha vuelto a manifestar en la madrugada del pasado domingo en Zamudio, mediante un atentado que merece nuestra firme condena, dirigido contra un medio de comunicación.
Un atentado contra el patrimonio común y esencial de todos que constituye la libertad de expresión, uno de los fundamentos esenciales e irrenunciables de nuestra democracia, frente al que no caben claudicaciones, como han puesto de relieve con coraje y determinación los trabajadores de la rotativa afectada, al redoblar esfuerzos para que la palabra y la opinión no queden nunca silenciadas.
Señoras y Señores,
Ryszard Kapuscinski, a quien tuve la alegría de entregar el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades el año 2003, esbozaba en sus ?Viajes con Herodoto? la necesaria apertura a los espacios situados más allá de la frontera de lo ya sabido: ?¿Cómo es ese otro lado? -escribía-. Seguro que diferente. Pero ¿qué significaba ?diferente?? ¿Qué aspecto tenía??. Ese es parte fundamental del reto y de la responsabilidad que asume el periodismo, al acompañar la noticia con todo aquello que sustenta sus distintas facetas.
De modo semejante, el periodismo parlamentario, a partir de un respeto escrupuloso por los hechos, debates y propuestas que le corresponde reseñar, ofrece al público los elementos de juicio necesarios para entender el fundamento y valorar las implicaciones de los asuntos que abordan nuestras Cámaras.
Aplicando cercanía y perspicacia, persigue aproximarnos al fondo del pensamiento político de un grupo, o al perfil humano de un representante electo. Más aún, busca interpretar el estado de opinión que rodea a un diálogo o anotar las relaciones que posee con otros temas. El rotulador, el portátil o el micrófono del corresponsal en nuestras Cámaras, contribuyen así a cincelar día a día los trazos más grandes y más pequeños de nuestra historia inmediata, y así formar una opinión pública libre y bien fundada para el mejor funcionamiento de nuestra democracia.
Azorín, que tantos años dedicó a esta labor, apuntó desde su visión sosegada y minuciosa que ?los grandes hechos son una cosa y los menudos hechos son otra cosa. Se historian los primeros y se desdeñan los segundos. Y los segundos ?advertía claramente - forman parte de la sutil trama de la vida cotidiana?.
Consciente de la importancia de ambas facetas, el corresponsal parlamentario, no sólo identifica la medida en que los trabajos de nuestros Senadores y Diputados promueven el progreso económico, el bienestar social y el crecimiento cultural general, sino que constata su incidencia en las dificultades, aspiraciones y en la vida diaria de los ciudadanos. Con sus informaciones y valoraciones marcadas por una imprescindible capacidad de síntesis, contribuyen a orientar las líneas esenciales del debate, actuando al mismo tiempo como barómetros de la sensibilidad colectiva.
En consecuencia, la información objetiva y contrastada, sumada a la opinión analítica y motivada del profesional del periodismo, ayuda a vertebrar de forma decisiva la relación - y también mutua compresión - entre nuestros ciudadanos y sus legítimos representantes, entre Sociedad y Poder Legislativo. Una relación en la que se encuentra la esencia misma de la vitalidad de nuestra democracia.
De este modo, sin renunciar a vuestras propias convicciones y conforme al espíritu que anima la vida democrática, corresponsales y redactores cooperáis en promover el respeto mutuo imprescindible para el debate y la voluntad de entendimiento requerido para intentar lograr los consensos oportunos en asuntos esenciales.
Caballero Bonald destacaba que el escritor enriquece con su escritura la sensibilidad ajena. En análogo sentido, las periodistas que hoy premiamos han sabido realzar con gran profesionalidad ante nuestros ciudadanos, la importancia y los valores de nuestra vida parlamentaria.
En Sefi García este Premio reconoce su rigor informativo envuelto en la personalidad, el dinamismo y la juventud de su estilo. Valora también su gran conocimiento de la vida parlamentaria, reforzado por la esmerada dedicación que demuestra su presencia diaria en la Cámara. Por todo ello, sus crónicas radiofónicas saben sintetizar y transmitir los múltiples aspectos de la actividad del Senado, con la difícil inmediatez del medio en que trabaja.
En Anabel Díez el galardón que le hemos entregado -con el respaldo de la Asociación de periodistas Parlamentarios, que propuso su candidatura a estos Premios-, subraya su especialización en la información política a lo largo de una también larga trayectoria, marcada por una profesionalidad muy sólida, el esfuerzo constante y el talento sereno. A la precisión de sus informaciones añade su versatilidad, que le ha llevado con éxito a la radio, la prensa escrita y la televisión.
Sefi, Anabel, de corazón, muchas felicidades, y gracias por contribuir al mejor periodismo parlamentario y al servicio que presta a la democracia en la construcción de una España cada vez más próspera, justa y solidaria.