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Sean todos muy bienvenidos?. Esta expresión con la que tengo la alegría de recibirles a los participantes en esta Séptima Asamblea General ordinaria de la OTI, apenas es suficiente para expresar el afecto y el interés con que España abre los brazos a las actividades e iniciativas de esta organización, la Organización de Telecomunicaciones Iberoamericanas, que os agrupa y convoca.
Es una bienvenida, tanto más cordial, si cabe, cuanto que celebramos este Acto en la histórica, abierta y noble ciudad de Oviedo, que ha mantenido su secular relación con América, a través de tantos asturianos que emigraron al otro lado del Atlántico y siguen aportando al continente hermano su vida, su creatividad y su trabajo.
Oviedo, capital del Principado de Asturias, al que me encuentro hondamente unido, acoge la sede de la Fundación Príncipe de Asturias y la ceremonia anual de entrega de sus Premios.
En palabras de nuestro querido Octavio Paz, ?si se interpretasen correctamente los Premios concedidos por la Fundación durante los últimos años y, sobre todo, si se los pusiera en relación unos con otros, se advertiría inmediatamente que dibujan una suerte de mapa moral e intelectual de nuestra cultura?
Agradezco cordialmente a la OTI su expreso y amable reconocimiento a la contribución que estos galardones han aportado al desarrollo cultural, científico y social de la comunidad iberoamericana, que es nuestro primer y mayor objetivo.
No cabe duda de que decir ?Iberoamérica? en cada una de nuestras Naciones es referirnos al espacio común, plural en sus raíces, que nos permite compartir el portugués y el español, lenguas ricas, extendidas y portadoras de importantes culturas, en las que se entrelazan tantas percepciones similares, asentadas sobre los siglos de mutuo conocimiento y que animan la confianza entre nosotros.
El término Iberoamérica abarca, pues, una realidad no sólo geográfica, sino, sobre todo, histórica, humana, cultural, social y económica, reforzada, con ímpetu y gran potencial, por la consolidación de la Comunidad Iberoamericana de Naciones.
Rubén Darío describía Iberoamérica como un mundo que se expande, como ?ondas de vida? que siempre ?van renaciendo de pronto?. En efecto, podemos constatar la vitalidad de nuestras culturas, cuyos principios y valores desbordan nuestras fronteras para fecundar tantas otras sociedades.
Bien lo muestran el evidente éxito internacional de nuestros creadores cinematográficos, destacado hace unos momentos por el Presidente de la Corporación de Radiotelevisión Española, o el más conocido peso de nuestra música en el mercado mundial, o bien la constante y creciente demanda del aprendizaje del portugués y el español en áreas con frecuencia distantes de las nuestras, así como el llamativo y sólido crecimiento de la utilización de ambos idiomas en la red.
Un crecimiento y una proyección que no pueden concebirse como frutos del azar, o sólo como consecuencias de una larga historia, sino que resultan del esfuerzo de tantos hombres y mujeres, de tantos profesionales, quienes, como tuve ocasión de poner de relieve el año pasado ante la Unión Europea de Radiotelevisión, abren sacrificadamente nuevos horizontes al conocimiento.
Es evidente que la profesionalidad, necesaria en todos los sectores, resulta imprescindible en el área de las telecomunicaciones. En particular, en el ámbito de la televisión, directamente influida por la renovación tecnológica y su capacidad para promover cambios de hondo calado, como los sistemas interactivos, con los que se está abriendo paso una nueva filosofía de la información.
En la televisión inciden, además, ilimitadas novedades, que abarcan desde las últimas tendencias culturales y sociales, hasta esa multiplicación de los programas ofertados, con los que se abren al televidente amplias e inmediatas posibilidades de elección, como destacaba el Presidente de la O.T.I.
En este contexto, profesionalizado y cada día más interrelacionado y competitivo, la Organización de Telecomunicaciones Iberoamericanas desempeña una actividad digna del mayor elogio, que la Corona ha alentado y seguido desde sus mismos orígenes. Nos inspira confianza tanto por la capacidad acumulada que representan todos ustedes como por el momento que vivimos de grandes oportunidades para esa parte del Mundo que les ve y les escucha.
La O.T.I, dispone de una audiencia potencial de casi seiscientos millones de personas, cuya identidad refleja y contribuye a conformar, como instrumento de cooperación y colaboración entre organismos y empresas de televisión o relacionados con ella, dirigido a los lusófonos e hispanofónos de América y Europa.
En este marco, la O.T.I. fomenta nuestro mutuo conocimiento y enriquece nuestro acervo común con la permanente aportación de las distintas iniciativas nacionales, promoviendo, así, la solidaridad entre nosotros. Esta Organización desempeña, pues, una labor del mayor interés para Iberoamérica, para todos y cada uno de nuestros Estados, para sus hombres y mujeres y para el futuro de sus sociedades.
Los enfoques e iniciativas que ustedes compartirán en estas sesiones, les permitirán afrontar los nuevos retos y aprovechar esas oportunidades que hoy vemos, tan evidentes, para coordinar esfuerzos en favor del servicio que las empresas de televisión prestan a Iberoamérica y a sus gentes.
Alentando las posibilidades de colaboración contribuirán, además, a reforzar nuestra común proyección cultural y aportarán un impulso adicional a la presencia internacional de Iberoamérica.
Y todo eso, en definitiva para que este Mundo global de nuestra era conozca mejor y aprecie nuestra manera de sentir, de crear y de vivir como una gran y positiva contribución al desarrollo de la humanidad.
Esta Asamblea es, en suma, un excelente marco de reflexión que permite estimular iniciativas, con las que nuestra especificad se refuerza, y aprovechar sinergias, que potencian nuestros logros.
Con ese espíritu, y deseándoles los mejores éxitos en sus trabajos, declaro inaugurada la VII Asamblea General Ordinaria de la Organización de Telecomunicaciones Iberoamericanas.
Muchas gracias.