E
sta reunión estaba prevista para el día en que se produjo el brutal atentado terrorista del 11 de marzo, un atentado que sembró la indignación y repulsa más profundas de todos los españoles.
La Fundación Pro Real Academia Española no tiene otro objetivo que servir a la palabra, fundamento de toda civilidad e instrumento único para lograr la convivencia más pacífica entre los hombres de distintas razas e ideas. Por eso, recordando a las víctimas del 11 de marzo, reafirmamos el propósito de servicio a esa causa, la más noble.
Quiero también expresar en este acto mi reconocimiento y recuerdo a Fernando Lázaro Carreter, recientemente fallecido, por sus méritos como iniciador de la renovación que está llevando a cabo la Real Academia, y también como impulsor de esta Fundación que contribuye a hacer posibles tantas de sus actividades.
Una vez más os reitero mi agradecimiento y apoyo a cuantos integráis el Patronato de la Fundación, por el esfuerzo que hacéis en ayudarla materialmente y en conectarla con la sociedad.
Vuestras tareas en los próximos meses tienen como referencia la celebración en la ciudad argentina de Rosario, y en víspera de la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad Iberoamericana de Naciones, del Tercer Congreso Internacional de la Lengua Española.
Con él, tras los celebrados en Zacatecas y Valladolid, se consolida la tradición de estos foros, en los que profesionales y expertos de la más diversa condición se reúnen para debatir sobre los retos y posibilidades que se presentan a nuestro idioma, y para reafirmar el propósito de que la lengua sea instrumento eficaz de realización personal, y de comunicación y concordia.
Será también una gran oportunidad para mostrar lo que nuestra Academia está haciendo, en estrecha unión de trabajo, con las Academias hermanas de América. Tal como acabamos de oír, el hecho de que el Diccionario y la Gramática ya no serán solo exponente y norma del español hablado en España, sino del español universal, nos da la seguridad de estar avanzando por el buen camino.
El del servicio a la unidad del idioma, que don Ramón Menéndez Pidal calificaba como una de las más grandes construcciones de la cultura universal. La unidad que vincula a todos los pueblos de la Comunidad Iberoamericana de Naciones, en muchos de los cuales, muy concretamente en España, otras lenguas afirman y enriquecen la pluralidad de sus culturas.
Y en tal sentido os animo a perseverar en este empeño, y a ampliarlo y mejorarlo con ilusión y sin descanso, de modo que los españoles sientan cada vez más cercana y más suya la fecunda tarea de la Real Academia Española.