S
eñores Alcaldes,
Señoras y señores,El marco en el que la Reina y yo hemos sido aquí acogidos rebasa con creces las dimensiones binacionales en las que normalmente se sitúan estas visitas.
Somos conscientes del cosmopolitismo de Miami, encrucijada de todas las Américas y sede del nacimiento del proyecto más ambicioso de integración hemisférica, cuando en 1994 se reunieron aquí los dirigentes de las democracias americanas para sentar las bases del Area de Libre Comercio de las Américas.
Cuando nuestros antepasados tuvieron la feliz idea de incentivar a los descubridores y colonizadores a adentrarse en estas tierras y regarlas de nombres españoles, comenzando con el del propio Estado actual, había algo de premonitorio. Casi cinco siglos después de la llegada de Ponce de León, han sido millones los que desde el norte y desde el sur se han sentido atraídos por esta tierra acogedora, para residir en ella, y para contribuir a su progreso.
Como españoles, nos enorgullece en gran manera el hecho de que la incorporación de esta tierra a la civilización occidental fuera posible gracias a la dura tarea de nuestros compatriotas descubridores, viajeros y exploradores, tanto de los que fueron recompensados con el éxito militar y la fama, como de quienes creyendo que llegarían a unas quiméricas regiones, pasaron por aquí con dramatismo y derrota.
Lo cierto es que la universalidad de Miami se ha visto reflejada en la huella de las cinco banderas que han simbolizado el Estado de la Florida, comenzando por aquella que todavía ondea en San Marcos, en la ciudad de San Agustín, que acabamos de visitar, o en la cruz de San Andrés, de raíces borgoñonas y enseña militar desde entonces.
De ahí que nada tenga de extraño que La Florida y, muy especialmente Miami, se fuera convirtiendo paulatinamente en la primera parte del siglo XX no solo en residencia de ciudadanos de los Estados Unidos, sino también, a partir de los años sesenta, en una capital interamericana.
Esta transformación de Miami en la pujante y dinámica ciudad que es hoy, se debe, además de a la contribución de la totalidad de las naciones iberoamericanas, a la laboriosidad de los cubanos.
Yo quisiera, en nombre de todos los españoles, reconocer esta impresionante tarea llevada a cabo por la comunidad cubana de Miami y expresar el homenaje debido al certero apoyo dado por los Estados Unidos para que progresivamente se incorporaran a esta sociedad los miles de emigrados.
Como representante de un pueblo que ha sufrido a lo largo de su historia dramáticas emigraciones, y en ocasiones dolorosos exilios, quisiera expresar nuestra simpatía y solidaridad y el ferviente deseo de un futuro mejor, en paz y reconciliación.
Señores Alcaldes,distinguidos invitados,
Les reitero nuestra enorme satisfacción por haber tenido la oportunidad de visitar esta extraordinaria ciudad y nuestro agradecimiento por estar con nosotros aquí esta noche.