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Palabras de Su Alteza Real el Príncipe de Asturias en la clausura del I Congreso Internacional de directivos de CEDE

Madrid, 30.11.2001

E

n primer lugar, quiero agradecer a la CEDE su amable invitación para clausurar este Primer Congreso Internacional de Directivos. Me siento muy honrado de poder participar junto a tan distinguidas personalidades y directivos que, en estos dos días, os habéis reunido en torno a este Foro.

Mi presencia es, por tanto, institucional y así interpreto y se justifica vuestra invitación, pero también es una presencia personalmente gratificante y por ello doblemente agradecida. Mi especial interés en todo lo que nos relaciona con nuestros hermanos de América y en la promoción de valores nuevos y éticos en los profesionales de cualquier ámbito, explica el porqué de mi especial gratitud.

He seguido atentamente los planteamientos que se han expuesto en las sesiones finales de este Congreso y, en particular, los relativos al papel relevante que juega la acción directiva y su proyección más allá de las fronteras de nuestro país. Ese papel tiene necesariamente que concretarse en iniciativas que ya solamente tienen cabida o sentido en los mercados globales que nos han tocado vivir, incluso aunque su objeto sea local o nacional.

La inevitable globalización, controvertida a veces, y llena de nuevas incertidumbres, desajustes y tensiones, está siendo también fuente de progresos e innovaciones. Sólo será posible encarar esa dualidad, que por otra parte siempre nos ha acompañado, desde la acción y la inteligencia de los directivos que ven siempre, ante cualquier novedad, más oportunidades que riesgos. Ellos están dispuestos a dar lo mejor de sí mismos en el empeño de abrir nuevos horizontes empresariales, de permitir que los mismos puedan ser compartidos por sus colaboradores, mediante la motivación y el compromiso, y de impactar positivamente en las circunstancias y entornos sociales en las que actúan.

Los directivos son los que están jugando hoy día, en muchas ocasiones, aquel papel que Schumpeter asignaba al empresario emprendedor y del que dependía tanto la destrucción creativa de los viejos modos de producir como el desarrollo de nuevas técnicas y la aplicación de nuevas ideas en beneficio colectivo.

Vemos que se tienen que enfrentar a unos mercados en los que deben saber conjugar, como bien habéis constatado en vuestros trabajos, la capacidad para gestionar la complejidad, y la serenidad y sagacidad con las que construir una visión de las oportunidades del futuro. Ello les obliga a dirigir al tiempo que aprenden, a decidir mientras transmiten a sus colaboradores su ilusión por la calidad y competitividad con las que adaptarse adecuadamente a los mercados, y además, a sentirse a gusto, cómodos en la sociedad que les rodea.

De ahí la importante labor que ha venido realizando la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos para facilitar a los directivos los medios de formación y los apoyos institucionales necesarios para llevar a cabo sus iniciativas y responsabilidades.

El lema del Congreso que hoy termina encierra una concepción del quehacer directivo que no se limita sólo al logro de objetivos corporativos, sino también a un compromiso ético que va más allá de lo que se resume en una cuenta de resultados. Y que exige preocuparse por la responsabilidad social de las corporaciones y por el ejercicio de un liderazgo social, que ahora por fin se empieza a constatar como determinante para la construcción de sociedades abiertas y solidarias; sociedades con conciencia y sensibilidad, sociedades -al fin y al cabo- más humanas.

Esta nueva concepción del directivo, que añade a su liderazgo empresarial un compromiso personal palpable, que esté acorde con los valores de transparencia, equidad y solidaridad con los diversos desarrollos sostenibles, es una de las certezas que cabe apuntar como elemento clave para el éxito perdurable.

Las empresas y la sociedad confían en este talante directivo como fuente de nuevas oportunidades y proyectos, y sobre todo, si queremos que las corporaciones y las sociedades puedan mantener su dinamismo y su apuesta por el cambio permanente, aun en los momentos más inciertos y en las circunstancias más adversas. A sabiendas que el futuro será de aquéllas que aprendan más rápidamente y estén más abiertas a arriesgar para alcanzar las metas que han soñado colectivamente.

Congresos como éste están alumbrando las nuevas fronteras de la acción directiva en un momento de gran incertidumbre y desasosiego colectivo. Y lo están haciendo partiendo del arrojo de los que hoy, como aquellos navegantes que siguieron a Colón, se aprestan a perfilar los mapas de un futuro que está por descubrir, pero en el que cabe fraguar fórmulas de cooperación basadas en las ventajas de la diversidad cultural y los múltiples valores que, debido a ella, pueden conjugar emprendedores de ambas orillas del Atlántico. Además, creo percibir, sin riesgo de equivocarme demasiado, un acertado ofrecimiento permanente para encontrar nuevas rutas e intercambiar así experiencias enriquecedoras.

La navegación en la búsqueda de la excelencia directiva -como en otras excelencias- no es posible sin ampliar horizontes. Por ello, es estimulante comprobar que CEDE ha planteado este Congreso desde la dimensión de los mercados globales, y en especial de los de una realidad como la iberoamericana tan cercana en afectos y oportunidades. En esa misma línea, me alegra saber que también se viene trabajando para crear redes de cooperación que le permitan al directivo contar con referentes suficientes para moverse con confianza en esta globalización imparable. Seguramente esto ofrecerá a los asociados la posibilidad de acceder ventajosamente a otras actividades y foros de formación.

Dimensión desde la que, asimismo, se está impulsando el crecimiento de la Confederación Latino Iberoamericana de Directivos, para dar soporte organizativo en otras latitudes a vuestros asociados, y también recibir las aportaciones de los directivos que, en esas entrañables geografías, están luchando por superar las dificultades actuales y fraguar el futuro venturoso de unas economías plenas de potencialidades.

Compartir iniciativas para perfilar el mañana es una actitud que no puede circunscribirse solamente a los ámbitos empresariales. Es preciso, por tanto, abrirse a una tarea conjunta con las iniciativas públicas, contribuyendo a una mayor eficacia de los desempeños de las Administraciones, de los agentes sociales, de la sociedad en su conjunto.

Por eso, y a partir del éxito de esta reunión, os animo a que el próximo Congreso de CEDE siga fiel al lema de éste y nos plantee nuevos retos y oportunidades, con los que podremos ensanchar nuestras metas y así aportar a la Sociedad lo mejor de nuestros conocimientos y experiencias.

Muchas gracias.

Declaro clausurado el Primer Congreso Internacional de Directivos de CEDE.

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