Buenos días a todos,
Es un verdadero placer regresar a esta querida tierra extremeña para hacer entrega, precisamente en el Día de Europa, del prestigioso Premio Europeo Carlos V. Este enclave tan cargado de historia como es Yuste nos invita a reflexionar, mediante el análisis sosegado y constructivo, sobre los tiempos agitados y convulsos en los que vivimos y que tantos interrogantes suscitan.
Por eso quiero agradecer la valiosa labor de la Fundación Academia Europea e Iberoamericana de Yuste; por acercar, también, con cada convocatoria, los valores y principios europeos a los ciudadanos, recordándonos que son esos valores y principios los que dan sentido a nuestra condición y a nuestra vida como europeos.
Antes de continuar, no quiero dejar de mencionar el hecho histórico ocurrido ayer que ha atraído la atención mundial: la elección en El Vaticano del nuevo Obispo de Roma, León XIV. Es muy significativo, entre otras consideraciones, no solo por tratarse del primer papa nacido en los Estados Unidos, sino también por su fuerte vínculo con Iberoamérica.
El nuevo pontífice ha expresado su deseo de una Iglesia que construya puentes, que fomente el diálogo y que, sea siempre portadora de paz.
En un mundo marcado por la polarización, su mensaje es una llamada urgente a superar la confrontación y a abrir caminos hacia el entendimiento mutuo. Que su pontificado sea, por tanto, una verdadera fuente de esperanza para la humanidad.
Señoras y señores,
A través de este premio que nos reúne hoy, Yuste nos habla de pasado, de presente y de futuro: De un pasado que nos permite apreciar y reconocer todo lo que los europeos hemos logrado ─tras no pocos sufrimientos y terribles conflictos, no lo olvidemos─ gracias al diálogo y a la cooperación; de un presente que nos exige responsabilidad y compromiso colectivo para preservarlo; y de un futuro que no es un destino cerrado, sino un proyecto abierto que debe ser impulsado con determinación y valentía.
Porque, como decía Jacques Delors, “Europa es una construcción que hay que reinventar constantemente”, una frase que instaba a asumir que el futuro europeo dependería de nuestra capacidad colectiva para adaptarnos, renovarnos y responder con ambición a los desafíos propios de cada generación.
Ahora que, precisamente, se cumplen 30 años de la concesión del 1º Premio Europeo Carlos V a Jacques Delors, sus ideas mantienen toda su fuerza y nos recuerdan que Europa se construye cada día, con cada decisión, con cada gesto de compromiso europeo.
A lo largo de la historia de estos premios, el europeísmo, el esfuerzo y la dedicación han sido constantes en las trayectorias de los galardonados. En esta 18ª edición, esa misma vocación europea cobra una nueva dimensión en la persona que hoy reconocemos: por su defensa de la paz, la democracia y los valores europeos; por su contribución a la integración y al desarrollo exterior de la UE, en un tiempo en el que, como él mismo ha señalado recientemente, “la historia ya no la hacemos los europeos, ahora es el mundo el que forja a Europa”.
Cinco décadas de servicio público hacen prácticamente imposible no conocer a Josep Borrell, quien ha desarrollado una trayectoria a la que, como ha reconocido, ha “dedicado toda su capacidad física e intelectual”. Lo admitió el año pasado al recibir otro reconocimiento en el Foro La Toja a su carrera y por su labor como Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. Porque así es él: una persona profundamente sincera, para quien el compromiso es un principio vital, que guía todas sus acciones y decisiones.
"...Ahora que, precisamente, se cumplen 30 años de la concesión del 1º Premio Europeo Carlos V a Jacques Delors , sus ideas mantienen toda su fuerza y nos recuerdan que Europa se construye cada día, con cada decisión, con cada gesto de compromiso europeo...."
Apasionado del deporte, que practica siempre que puede —lo que prueba su constancia—, hombre de diálogo y de escucha generosa, racional y analítico como ingeniero ─ingeniero de consensos, además de aeronáutico─, ha trabajado sin descanso para que Europa hable con una sola voz en tiempos de enormes desafíos. Ha sido una figura clave en el camino hacia una verdadera política exterior europea y en la proyección de la Unión Europea como actor global, defendiendo una política exterior más firme, coherente y unificada, así como una ambiciosa Brújula Estratégica para reforzar la política de seguridad y defensa. Deja tras su mandato una contribución de enorme valor y un mensaje que ha repetido con convicción: la fuerza de Europa no puede venir más que de la unión.
Enhorabuena, querido Josep, por este nuevo reconocimiento. Estoy seguro de que además de su significado, te llenara de orgullo asociarte a todos los que te han precedido en las tres décadas de su existencia.
Su historia podría compararse, si me lo permiten, —si me lo permites, Josep— con una de las tradiciones más queridas de su tierra natal —La Pobla del Segur, en el Pirineo de Lleida—: el descenso de los “raiers” por el río Noguera Pallaresa, que tanto le gusta. Esta tradición, declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, recuerda un antiguo oficio: el transporte fluvial de madera desde los bosques de las montañas hasta el litoral aprovechando las corrientes de los ríos.
El de “raier” era un oficio duro y arriesgado. Los “raiers” construían sus embarcaciones uniendo troncos con ramas de abedul y se lanzaban a los ríos, guiando las balsas con habilidad y templanza. Requería destreza, resistencia, visión estratégica y, sobre todo, un profundo conocimiento de las corrientes.
Así también ha sido la trayectoria de Josep Borrell; en especial, en su etapa más reciente, como Alto Representante. Desde el inicio de su mandato tuvo que navegar por aguas inciertas en un panorama geopolítico de creciente complejidad. Como los “raiers” de antaño, se ha movido por las corrientes cambiantes de la política europea e internacional, sorteando —no pocos— obstáculos con valentía y firmeza, confiando en su experiencia y guiado por su profunda convicción en los valores de la Unión Europea. No me cabe duda de que, sea cual sea su próximo destino, seguirá haciéndolo, con el mismo convencimiento.
Por todo ello, tu esfuerzo y dedicación a Europa y a España, merecen hoy nuestro más sincero agradecimiento.
Señoras y señores,
Creer en algo, incluso aunque el camino parezca incierto, es el primer paso hacia su realización. Es la fuerza que convierte una idea en una realidad tangible. Los padres fundadores de la Unión Europea fueron unos líderes visionarios que, tras las experiencias devastadoras de dos guerras mundiales, creyeron en un proyecto de paz basado en los derechos humanos, la democracia y el Estado de Derecho; un ideal en el sentido más noble del ser humano, que es la realidad en la que hoy, gracias a ellos, vivimos, y que representa un modo de ser y de estar en el mundo asentada en nuestra tradición clásica, humanista e ilustrada.
Europa nos ha dado mucho, tras un largo proceso histórico lleno de luchas, errores trágicos y también grandes avances esperanzadores. Hemos logrado: una paz duradera como nunca antes (a pesar de que persisten conflictos en nuestras fronteras); una estabilidad democrática, que no debemos dar por garantizada; una prosperidad económica, aunque aún quedan muchas necesidades por atender; una libertad de circulación inimaginable hace tan solo unas décadas; y un altísimo nivel de protección de los derechos fundamentales, junto a una nueva dimensión de ciudadanía. Europa ha sido el motor de innumerables logros y avances compartidos.
Ahora es el momento de corresponder; de devolverle todo lo que nos ha ofrecido, con el mismo compromiso y determinación con los que se construyó. Por eso debemos tener muy presente lo que decía Delors: que a Europa hay que reinventarla constantemente. Como se ha hecho ante cada desafío y ante cada crisis. Y como se debe seguir haciendo ahora, no ya por propia voluntad, sino impulsados por un entorno volátil que repetidamente pone a prueba el modelo europeo. Por eso, como respuesta a ese mundo, más que nunca, hay que seguir construyendo Europa:
─ Ante quienes quieren imponer la fuerza sobre el derecho debemos responder que con Europa el derecho será siempre más fuerte que la imposición.
─ Ante quienes tratan de sembrar la división debemos afirmar que, con Europa, la unidad es mucho más que la suma de nuestras naciones.
─ Ante quienes desafían el multilateralismo debemos ser firmes, con Europa como referente, en la defensa del interés global.
Europa es la respuesta a muchos interrogantes. Lo fue en el pasado, como ejemplo de superación de los errores cometidos. Y lo sigue siendo ahora. Es un faro de integridad en un mundo cada vez más sombrío, en el que los derechos y libertades se encuentran amenazados. Que su luz no se apague depende de nuestra capacidad para renovarla y de nuestra voluntad para defenderla. Depende de que no la demos por sentada, sino de que la fortalezcamos cada día. Sigamos creyendo en Europa, pero, sobre todo, sigamos reinventando Europa.
Muchas gracias y enhorabuena, de nuevo, a Josep Borrell, por este Premio Europeo Carlos V.