Quiero agradecer muy sinceramente a las Organizaciones que participan en este primer "Encuentro Europeo de Organizaciones No Gubernamentales que intervienen en Drogodependencias" su amable invitación para presidir este acto inaugural.
Durante estos últimos años he expresado públicamente mi preocupación por el consumo y abuso de las drogas, y mi convencimiento más profundo de la necesidad de unir todo tipo de esfuerzos para dar una respuesta válida y coordinada a este problema, que afecta a toda la Sociedad.
En Europa hemos sido capaces de elevar a niveles muy altos el conocimiento científico y el desarrollo cultural, sobre la base del respeto a la dignidad humana y a la libertad individual. Es necesario perfeccionar ahora el ejercicio de la solidaridad colectiva para dar respuesta a otro tipo de fenómenos, como el de las drogas, que forman parte ya de nuestro quehacer diario.
Es evidente la preocupación y el gran trabajo que están llevando a cabo los poderes públicos para solucionar los problemas derivados del consumo de drogas. Sin embargo, con ser notorio este esfuerzo, nunca será suficiente sin el concurso de iniciativas, cuyas raíces e implantación surgen de la propia Sociedad y de los movimientos cívicos y ciudadanos.
Hoy podemos ver, hecho realidad, el inicio de este proyecto colectivo por el que tantas veces se han manifestado las Organizaciones No Gubernamentales y las distintas Administraciones. Por eso he querido estar presente en este acto, que significa tanto la demostración de la madurez de las organizaciones sociales, como la expresión renovada de un compromiso solidario para aliviar el sufrimiento de las familias a las que concierne directamente este problema, y a la sociedad en general.
Es ésta, por tanto, una excelente ocasión para intensificar el contacto entre organizaciones nacidas de las más variadas fuerzas sociales, para intercambiar programas y conocimientos. La dimensión internacional de este encuentro constituye la expresión más definitiva de que la exigencia de solidaridad transciende siempre los límites territoriales. No hay fronteras para la colaboración, la entrega y el respeto al ser humano.
Es cierto que cada realidad local puede ser contemplada desde una óptica y una cultura diferente. Pero por encima de particularidades y problemas específicos, debe establecerse un compromiso de cooperación que sea la base de la defensa de unos valores esenciales, que los europeos compartimos: la libertad, el respeto a la dignidad humana y el desarrollo armónico de la persona. Valores que la dependencia de las drogas no pueden destruir.
Termino recordando el título de esta reunión: "Encuentro", y expreso mi confianza en que todos cuantos hoy participan en él nos encontremos, realmente, abriendo una puerta a la esperanza. Lo deseo de todo corazón.
Muchas gracias.