Celebramos ahora, con esta cena tan tradicional en la vida literaria española, el setenta y cinco aniversario del "Premio Mariano de Cavia". Desde 1920, en que se constituyó, y a pesar de los profundos avatares experimentados por España en este período de tiempo, dolorosos unos, gozosos y de progreso otros, nunca faltó a su cita con el periodismo y la literatura.
El "Cavia", el premio más antiguo que se otorga en España, ha entrelazado a lo largo de tres cuartos de siglo a muchas de las plumas más destacadas de nuestras letras. La excelencia literaria y el amor por el lenguaje han unido a personajes de ideologías tan diversas como Rafael Albérti, José María Pemán, Ramón Pérez de Ayala, Camilo José Cela, Salvador de Madariaga, Luis Rosales, Gabriel Miró, Jacinto Benavente, Fernando Lázaro Carreter, entre otros muchos, y nuestro admirado Emilio García Gómez, tristemente desaparecido hace unos días.
Tradicionalmente, la Monarquía española ha prestado especial atención a este Premio. El Rey Alfonso XIII, Don Juan de Borbón, el Rey, el Príncipe de Asturias y la Infanta Elena han presidido su entrega en diferentes momentos. Cuatro generaciones de la Dinastía española, por tanto, han distinguido al "Premio Cavia". Al continuar esta tradición familiar, quiero expresarles mi profunda satisfacción por hacer entrega del mismo a un escritor excepcional: Octavio Paz.
Tuve la fortuna de escuchar en Oviedo su palabra emocionada y transparente, cuando recibió el Premio Príncipe de Asturias por la labor creadora de la revista "Vuelta", y cuando en la Universidad de Alcalá recibió el Premio Cervantes. También celebré, como todos los españoles, la concesión del Nobel de Literatura a este mexicano universal, que al expresarse en el maravilloso idioma español, hace partícipe a todo el mundo del tesoro cultural de los pueblos que vivieron una parte de su Historia unidos a España.
En la encrucijada de soledad y confusión en que a veces se debate el ser humano, Octavio Paz sugiere la palabra serena, el permanente aliento lírico, el pensamiento profundo y la llama doble del amor y la entrega.
Filósofo de la historia, poeta antes que nada, Octavio Paz, como en su tiempo hiciera Ortega y Gasset, lejos de desdeñar el periodismo como género literario, ha buscado deliberadamente en el periódico impreso o audiovisual el soporte privilegiado para la reflexión sobre nuestro tiempo. Una reflexión que en Octavio Paz se ha distinguido siempre por su apasionada defensa de la libertad, frente a los totalitarismos de cualquier signo y frente a los dogmatismos estériles.
Las grandes utopías totalitarias imaginaron un mundo sin palabra escrita. Pero el hombre libre, la sociedad libre, desmienten día a día esa sombría profecía. Apoyada por los nuevos medios de comunicación y reforzada por las nuevas tecnologías, la prensa escrita, compañera inseparable de la libertad, prosigue su camino al servicio del hombre y de la Sociedad.
En esta "cena de los Cavia" se entregan también los Premios "Luca de Tena" y "Mingote", de creación posterior pero igualmente prestigiosos. José Luis Gutiérrez, gran periodista de talento indiscutible, experto cirujano de la actualidad; y Tomás Serrano, un arquitecto de la imaginación capaz de resumir la actualidad del día en una viñeta periodística, merecen, junto a Octavio Paz, el reconocimiento general.
Los Premios "Mariano de Cavia", "Luca de Tena" y "Mingote", avalados por su larga trayectoria, distinguen, con seriedad y rigor, el magisterio intelectual y moral de los creadores e informadores libres, aquellos que nos sugieren pautas de reflexión y conducta.
Por ello, quiero felicitar, junto a los premiados, al diario ABC por este feliz setenta y cinco aniversario, con el deseo de que este acto de homenaje al periodismo, a la literatura, a la creatividad y a la libertad tenga una fructífera continuidad a lo largo de los años venideros.
Muchas gracias.