Es para mí una gran satisfacción encontrarme de nuevo en Barcelona, en esta ocasión para un cometido tan grato como la entrega del Premio Internacional Catalunya, que gracias a la calidad de los premiados y a la solvencia de su Jurado se ha convertido, en breve tiempo, en uno de los primeros galardones españoles con proyección más allá de nuestras fronteras.
Que este año el Premio haya recaído en dos eminentes personalidades como el Presidente de la República Checa Václav Havel, y el hasta hace poco Presidente de la República Federal de Alemania Richard von Weizsäcker, nos llena de satisfacción.
La política europea de este final de siglo fortalece extraordinariamente su exigencia ética, su proyección social y su alcance cultural con la personalidad de los dos galardonados con el Premio Internacional Catalunya.
Precisamente una de las características de este Premio es el de la vertiente ética, que siempre ha acompañado a la obra creadora de los premiados, y tan reconocida en la tradición cultural de Cataluña, donde se distinguen escritores que constituyen auténticos hitos en la defensa de la dimensión moral del hombre.
La obra y la trayectoria personal de Václav Havel y de Richard von Weizsäcker, sólidamente cimentadas en una auténtica independencia de criterio y reforzadas con valores como la libertad, la independencia y la tolerancia, expresan una lucha permanente por la conquista del diálogo y la armonía.
En un tiempo como el que hoy vivimos en el que tantas veces la simple noticia se constituye en auténtica sustancia, en detrimento de la excelencia de los mejores, cobra un especial relieve la ejemplaridad de Richard von Weizsäcker y de Václav Havel, por cuanto todo lo que puede decirse sobre ellos viene siempre refrendado por los más nobles actos.
No quiero finalizar mis palabras sin expresar, una vez más, mi cordial felicitación a los premiados.
Moltes gracies a tots.