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ien sabéis que, como en los ocho Congresos precedentes, esperaba con especial ilusión la oportunidad de volver a encontrarme con vosotros, los representantes del movimiento voluntario español, en esta cita anual de la solidaridad, que celebra en Toledo su novena edición.La Universidad de Toledo de Castilla La Mancha, que representa con pleno derecho dos milenios de nuestra Historia y es símbolo universal de concordia y convivencia entre culturas, acoge vuestras reflexiones y vuestro diálogo, para el que habéis contado con el apoyo y el impulso de las Autoridades de esta Comunidad de Castilla andndash; La Mancha, y de la ciudad. A ellas agradecemos hoy su hospitalidad.España, al igual que otras muchas otras naciones occidentales, acentúa hoy el compromiso de personas e instituciones, para promover las condiciones necesarias de justicia, igualdad, tolerancia y respeto como bases permanentes del verdadero desarrollo.Unas condiciones imprescindibles para que la vida humana pueda desenvolver todas sus capacidades con la serenidad necesaria, con los medios materiales oportunos y con esperanza.Los españoles nos sentimos, cada día, más corresponsables del sufrimiento ajeno, próximo o lejano.Asimismo, como ya he tenido ocasión de destacar, la sociedad española se está volcando de manera creciente en un esfuerzo por atajar penalidades tales como la pobreza extrema o graves pandemias, que se pueden prevenir o combatir con medios hoy a nuestro alcance, en la certeza de que contribuir a resolverlas es, al mismo tiempo, un deber y la garantía de un mundo mejor.Además somos plenamente conscientes de que la lucha contra la pobreza, la enfermedad, la penuria en la educación y contra el sufrimiento es, siempre, un esfuerzo en favor de la justicia. Una lucha que puede ganarse, cuando se asumen estrategias que combinan objetivos de amplio alcance y proyectos con fines limitados y concretos.En este sentido, constatamos con satisfacción que asistimos a un espectacular crecimiento del voluntariado en España durante las dos últimas décadas; pero aún así queda mucho por hacer para lograr el nivel de solidaridad y entrega que deseamos, que es necesario y que tantos seres humanos demandan con razón.Por ello, es un motivo de alegría comprobar que las cifras, referidas a las entidades dotadas con fines de naturaleza social y a las personas involucradas en el movimiento voluntario, muestran un crecimiento excepcional en nuestro país, síntoma inequívoco de salud social que nos infunde una lógica esperanza.El voluntariado, integrado en muy diversas y efectivas fórmulas, entre las que, muy en especial, destacan las ONGs, merece la gratitud y el reconocimiento de toda la sociedad española, que ve muchos de sus mejores valores materializados en vuestra actividad y en vosotros mismos.La solidaridad se manifiesta en vuestro trabajo y en vuestros proyectos como un concepto lleno de contenido, que incluye el profundo respeto a la persona, el compromiso con los menos favorecidos y la generosidad de vuestra entrega, expresada en la decisión de compartir con ellos vuestro tiempo, esfuerzo y medios, con un claro espíritu de servicio.Valores que logran su máxima eficacia cuando se aúnan empeños, con esfuerzo personal, huyendo de particularismos y personalismos, con los ojos puestos en la mejora real de las condiciones de vida para los sectores más vulnerables.La sociedad española percibe con certeza que la razón de ser de vuestra existencia misma, el primer motivo de vuestra acción, el origen de vuestra capacidad para detectar necesidades y de vuestra posibilidad de darles respuesta, se encuentra en vuestra fidelidad a estos principios y valores.Una lealtad a vuestros propios orígenes que os acerca a las personas a las que dirigís vuestra cooperación, y, en consecuencia, al área geográfica en que trabajáis, a las disfunciones que vais a solucionar y, que alienta, así, la eficacia misma de vuestros programas.Hoy, en España y en los demás países democráticos de nuestro entorno cultural, ya no se concibe el diseño y desarrollo de las políticas sociales y medioambientales, sin que medie una estrecha colaboración entre los poderes públicos y las organizaciones de la sociedad civil.El voluntariado y la acción social son, felizmente, uno de los elementos que contribuyen a dotar de identidad a nuestra sociedad.Todos, desde las instituciones públicas o privadas hasta cada persona en particular, somos cada vez más conscientes de que tenemos un papel que desempeñar en favor de la extensión de la igualdad de oportunidades, de la promoción de la justicia y, sobre todo, de la realización de nuestro compromiso afectivo y efectivo en beneficio de la dignidad de cada ser humano.Vivimos, pues, un momento propicio para que, como os habéis planteado quienes dirigís e integráis el denominado Tercer Sector, renovéis vuestro compromiso, vuestro ejercicio de responsabilidad y de reflexión interna, a la vez joven y realista, ilusionado y maduro, dirigido a potenciar, aún más, el número y la presencia de los voluntarios.Un diálogo que aumenta nuestra esperanza en un futuro más prometedor para los hombres y mujeres, que más sufren y que más lo necesitan, especialmente en la niñez y en la tercera edad.De este modo, también, contrarrestáis los desánimos y pesimismos que, en ocasiones, se manifiestan en nuestras sociedades de consumo. Y estimuláis la fe de las generaciones más jóvenes en un mundo que queremos siempre mejor.Por todo ello, deseo, una vez más, constatar mi identificación con los principios que animan el movimiento voluntario y sus organizaciones, con los valores compartidos que representáis y defendéis, y expresar mi pleno apoyo al importante esfuerzo solidario que desarrolláis en España.Estoy seguro de que el Noveno Congreso Estatal del Voluntariado alentará la reflexión compartida y el debate responsable, que permita reforzar vuestros criterios y objetivos comunes.En suma, fortalecerá y desarrollará el movimiento voluntario español, eficiente y amplia expresión de la solidaridad de la sociedad española.Muchas gracias.