A
lteza,En el intenso programa de la Visita de Estado que la Reina y yo estamos realizando a Tailandia, este acto de presentación de la primera versión de El Quijote en lengua tailandesa tiene para nosotros un profundo significado y nos llena de satisfacción.Una satisfacción a la que se une el honor de contar con la compañía de la Princesa Sirindhorn, y poder entregarle el primer ejemplar. Valoramos Su presencia como muestra de Su afecto por España, y como símbolo del interés del pueblo tailandés por nuestro rico patrimonio cultural.Quiero, asimismo, expresar nuestra gratitud a todos ustedes por su presencia, especialmente a los representantes diplomáticos de las Naciones hermanas de Iberoamérica, que comparten con nosotros el patrimonio cervantino y la riqueza de una lengua común. Agradezco, igualmente, la hospitalidad de la Siam Society, una entidad arraigada y prestigiosa que acoge hoy este Acto.No podría España encontrar mejor embajador que Don Miguel de Cervantes para llegar de su mano a Tailandia, ni mejor carta de presentación cultural que su inmortal Don Quijote de la Mancha. Las conmemoraciones organizadas para celebrar el Cuarto Centenario de su primera impresión en Madrid en 1605, tampoco podrían encontrar mejor broche que este Acto que hoy nos congrega en Bangkok.Hace mucho tiempo que El Quijote dejó de ser patrimonio exclusivo de los españoles. Don Quijote es una figura universal, uno de esos escasos personajes literarios que a lo largo de la Historia han acuñado conceptos de honda dimensión humana.Esta genial novela que ahora podréis leer en vuestra hermosa lengua, la sienten como propia todas las gentes que forman el gran concierto de la cultura española y, con ella, todos los países de Iberoamérica: es decir, la gran familia de cuatrocientos millones de personas que hoy viven, crean y se expresan en español.Desde los inicios mismos de la Edad Moderna, en la primera mitad del Siglo Dieciséis, España tuvo noticia de estas tierras gracias a las relaciones de marinos y exploradores, así como de los cronistas y misioneros de la religión cristiana. Con Magallanes, que comienza su viaje en 1519 y llega en la primavera de 1521 a las islas filipinas de San Lázaro, viaja Antonio de Pigafetta, quien escribe un libro titulado Primer viaje en torno al Globo.En él se recogen descripciones de lugares y costumbres de estas regiones orientales que deslumbraron a los españoles.Otro español, andaluz de Sanlúcar de Barrameda, criado del Rey de Siam, informa más tarde de las costumbres de corte, y sus paisanos se quedan maravillados de sus relatos, al oír hablar de grandes elefantes atados con cadenas de oro y de caballos enjaezados con perlas y pedrería.Pero no era sólo el exotismo o la riqueza material lo que fascinaba a los españoles. Pronto llegaron también noticias de más valor sobre el pensamiento y la riqueza del espíritu oriental.A fines del Siglo Dieciséis, un fraile dominico, Juan Cobo, nacido en tierras cervantinas, tradujo un precioso libro titulado Beng Sim Po Cam, que se imprimió en papel de pasta de arroz y cuyo ejemplar único, que se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid, fue llevado para el Rey Felipe III. El subtítulo de esta obra expresa la riqueza de su contenido: «Espejo claro del corazón o Riquezas y espejo con que se enriquezca y donde se mire el claro y limpio corazón».Encontramos allí lecciones de valor universal, como aquélla en la que el maestro Beng dice: «el hombre sabio de todo corazón, ha de amar a los demás y hacer bien a todos». Con ese espíritu se abre España al mundo.La lengua española se extiende hoy por todo el planeta. En los Estados Unidos de América más de cuarenta millones de personas se expresan ya en nuestra lengua; y se calcula que en el año 2030, el siete y medio por ciento de la población mundial podrá utilizarla como vehículo de comunicación.El español es considerado la tercera lengua en peso internacional por el número y desarrollo humano de sus hablantes, por su extensión geográfica, su valor comercial, el prestigio de su literatura y el interés que suscita como segunda lengua en quienes no la tienen como materna.La enseñanza de la lengua española en Tailandia se encuentra hoy en un momento muy prometedor.Hace ya más de cuarenta años que la Universidad de Chulalongkorn implantó los estudios de filología española, que actualmente cursan allí más de doscientos alumnos, y a ella se ha sumado aquella donde enseña la Profesora Traicharoenwiwat.A ella debemos la valiosa traducción tailandesa del Quijote, que acaba de ofrecernos. También allí, como en las Universidades de Khon Kaen y en la Universidad Príncipe de Songkla-Campus de Phuket, crece cada año el número de estudiantes de español en sus distintas modalidades.Quiero agradecer a las autoridades tailandesas, y a cuantos en Universidades y otros Centros enseñan nuestra lengua y nuestra cultura, el interés y apoyo que prestan a su difusión. Nos parece un paso muy importante la decisión de introducir su enseñanza en tres escuelas primarias de Bangkok, con un programa piloto que augura una expansión de gran alcance.El conocimiento de lenguas facilita, ciertamente, la comunicación; encierra, además, el valor superior de servir de llave para abrir las puertas al intercambio de los valores del pensamiento y del espíritu.Hemos venido a Tailandia con el espíritu de estrechar nuestra amistad y cooperación, y en ese espíritu este acto nos parece altamente significativo.Antes de concluir, deseo reiterar nuestra gratitud a la Princesa Sirindhorn por Su compañía, y expresar nuestro más sincero reconocimiento a la Profesora Traicharoenwiwat por su dedicación, titánica tarea y excelente resultado de su trabajo.Hago votos por que el intercambio cultural entre nuestros dos países sea cada vez más intenso, en la seguridad de que ello servirá a la construcción de un espacio de creciente amistad, mutuo conocimiento y recíproco entendimiento entre Tailandia y España.Muchas gracias.