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Palabras de Su Majestad el Rey en la presentación de la Fundación de Trabajadores de la Siderurgia Integral

Barakaldo, 19.11.2008

M

ucho agradezco la amable invitación de la Fundación de Trabajadores de la Siderurgia Integral para presidir este acto previo a la inauguración de su nueva sede social en esta querida localidad vizcaína de Barakaldo.

Una invitación que por sí misma me hubiera llenado de especial satisfacción, dadas las grandes virtudes que siempre han distinguido a los trabajadores de nuestra siderurgia.

Pero dejadme que os diga sinceramente que la palabra satisfacción se quedaría corta para expresar la admiración y gratitud que merece la creación de esta Fundación.

Admiración y gratitud ante la generosidad, solidaridad y grandeza de espíritu que inspiran un proyecto cuyos rasgos principales me adelantaron en su día varios de sus promotores.

Hace ya tiempo que un grupo de trabajadores de la siderurgia vasca me presentó, por primera vez, lo que en aquel momento era poco más que una idea, esbozada con empuje e ilusión, para la constitución de una singular fundación.

Los impulsores de la idea, todos ellos trabajadores siderúrgicos, venían a ofrecerse al servicio de los demás.

Se comprometían a aportar al patrimonio de la nueva Fundación, el capital del fondo constituido en su día por los trabajadores de Altos Hornos de Vizcaya, con una Caja Complementaria destinada a mejorar las prestaciones de los compañeros de baja por accidente o enfermedad.

La aplicación a la nueva Fundación de aquel fondo histórico constituía, en sí misma, un claro ejemplo de solidaridad entre personas y generaciones.

Los trabajadores de Altos Hornos de Vizcaya que me plantearon el proyecto, concebían la nueva Fundación, no sólo como un instrumento de solidaridad, sino como un elemento integrador, al ofrecer a sus compañeros del Principado de Asturias y de la Comunidad Valenciana - las otras dos grandes zonas de la siderurgia integral ? junto a los de Comunidad Foral de Navarra, la posibilidad de incorporarse a ella.

Al entender de este modo el nacimiento de la Fundación, demostraban, por un lado, ser ejemplo de noble gratitud hacia la sociedad que había sido sensible a las exigencias del proceso de reconversión industrial y, por otro, servir de modelo de solidaridad entre las generaciones presentes y venideras de nuestros trabajadores siderúrgicos.

Esta entidad surge, por ello como magnífica expresión de las grandes cualidades que adornan a los trabajadores de la siderurgia de esta tierra y de toda España.

Demuestra que sigue siendo mucho lo que los antiguos trabajadores de la siderurgia integral de Altos Hornos de Vizcaya, de ENSIDESA en Avilés, y de SIDMED en Sagunto pueden aportar a los más jóvenes y a su futuro.

Su principal objeto es algo tan noble como mantener viva, la historia de la siderurgia integral vasca y del resto de España, como homenaje permanente a todos los trabajadores que, con su iniciativa y esfuerzo, contribuyeron a su creación y desarrollo.

La Fundación pretende desarrollar su actividad en torno a tres líneas de actuación, reflejo de las necesidades de nuestra realidad socioeconómica y de los retos futuros.

Apuesta, en primer lugar, por la calidad en el trabajo, enfrentándose al desafío de aunar dos objetivos no siempre fáciles de compatibilizar: el incremento de la productividad, y la mejora de las condiciones sociales y laborales de los trabajadores.

En suma, una combinación equilibrada, de búsqueda del interés económico y de compromiso social.

En segundo lugar, persigue potenciar todas aquellas experiencias e iniciativas de dimensión solidaria. No sólo las que tienen una vinculación más estrecha con el ámbito laboral, sino también con aquellas referidas a la cobertura de otras necesidades fuera del marco productivo, incluso más allá de nuestras fronteras.

Pero, quizá su aspecto más relevante, es su decidida apuesta por la formación, ya que los impulsores de la Fundación pretenden poner de forma altruista, a disposición de los demás, toda su experiencia, saber profesional y cultura laboral.

Los antiguos trabajadores de la siderurgia bien conocen la trascendencia de esta faceta formativa, por lo que esta entidad pone especial empeño en la formación en todas sus vertientes, reglada y no reglada, universitaria y científica.

Ese impulso a la acción formativa incorpora además una dimensión esencialmente práctica y vinculada al mundo laboral.

En este sentido, la Fundación reconoce y reivindica la larga experiencia profesional acumulada por los antiguos trabajadores de la siderurgia, hoy jubilados, para enseñar lo que ellos aprendieron.

Y así involucra a estos trabajadores mayores en la formación de aquellos otros más jóvenes, logrando un equilibrio beneficioso para unos y otros.

En definitiva, a nadie debe extrañar el gran apoyo político, empresarial y social con que esta Fundación ha contado desde su origen, tanto en el País Vasco como en el resto de España.

La inauguración de su sede, en esta dinámica localidad de Barakaldo, es por todo ello un importante acontecimiento que merece todo mi apoyo y admiración.

Quiero aprovechar este acto para rendir un homenaje a los trabajadores siderúrgicos, por lo mucho que habéis contribuido desde vuestra parcela a hacer de España un país mejor, más rico y solidario del que recibisteis.

Os animo a seguir con la misma audacia y solidaridad que ha permitido que vuestra Fundación sea un referente de los mejores valores que deben inspirarnos en la construcción de una España cada día más próspera, justa y solidaria.

Muchas gracias.

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