S
eñor Presidente:
Os agradezco vuestras amables palabras de bienvenida. Para la Reina y para mí es un motivo de especial alegría encontrarnos de nuevo en este país tan querido, y constatar personalmente el afecto fraternal que nuestros pueblos se profesan.
En este Salón de Embajadores, testigo de grandes acontecimientos, me corresponde ahora el honor de imponeros, Señor Presidente, como reconocimiento a vuestra labor en pro de la amistad entre nuestros pueblos, el Collar de la Orden de Isabel La Católica; y a vuestra ilustre esposa, la Gran Cruz de Isabel La Católica. En el caso de un Presidente de la Nación Dominicana, esta condecoración adquiere especial simbolismo, al recordarnos que la gesta de Cristóbal Colón fue posible gracias a la fe de esta Reina castellana. La ciudad de Santo Domingo así lo reconoce y ha querido dedicarle un monumento, no por casualidad ubicado precisamente junto al Faro a Colón.
Y también me corresponde a mí el honor de aceptar, y agradeceros en nombre de la Reina, la Gran Cruz Placa de Oro de la Orden del Mérito de Duarte, Sánchez y Mella, que tengo el orgullo de poseer desde 1976.
Tengo la certeza de que el recuerdo de tan ilustres personalidades, ejemplo siempre presente del espíritu de lucha y superación del pueblo dominicano, servirá para reforzar aún más, si cabe, estos sentimientos de amistad que nuestra presencia en vuestro país renueva.
Muchas gracias.