H
ace dos años que en este mismo Salón del Milenario de la Lengua, me unía a vosotros para el lanzamiento de esta Fundación y al agradeceros el título de Presidente de Honor, sellé mi compromiso de?no ahorrar esfuerzos para que San Millán lograra añadir a su legítimo título de cuna de la lengua española el de atalaya de nuestra cultura?. Para secundaros en este reto, y saber más sobre vuestro quehacer, estoy de nuevo en este Monasterio. Gracias por darme nuevamente la oportunidad de volver a este precioso, recogido e histórico lugar que tanto nos emociona a los que nos comunicamos en la segunda lengua más universal.
Podéis figuraros con cuanta satisfacción he escuchado lo que, acerca de las actividades de la Fundación de San Millán, ha expuesto acertadamente su Presidente. A estas actividades están contribuyendo tantas empresas e instituciones que hacen verdad el lema de?piedra a piedra; un patrimonio de todos?. De esa manera, La Rioja quiere volver a hacer del simbolismo de este Monasterio y de su entorno un nuevo punto de inflexión que, al igual que la nueva lengua pudo suponer hace un milenio, signifique hoy una alianza entre el progreso de la economía y de la calidad de vida y, por tanto, de la cultura como un todo.
Creo que nuestra Fundación actúa como un espejo en el que vemos reflejada toda la historia de los diez siglos de aquella lengua castellana que se ha convertido en signo de universalidad para España y América, merced a esa escritura de ida y vuelta, y a los escritores de aquí y de allí.
Y a la vez actúa también como una lente a cuyo través pudieran confluir los rayos de esta historia en las actividades de la Fundación, centradas en la mejor protección de este ambiente natural y artístico, y que se extienden a numerosos ámbitos de la investigación y de extensión cultural, entre los que quisiera destacar las?Investigaciones paleográficas? de códices y documentos de los más notables escritores hispanos, y con las actividades que en estos cortos años han tratado de la?Historia y la Cultura Sefardíes?.
Parte esencial de este quehacer son las presencias americanas. El pasado año, las de los directores de las Academias de la Lengua Española, a quienes se nombró Miembros de Honor de esta Fundación y con los que hace menos de un mes hemos celebrado la concesión del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia por su continuada labor en favor de nuestra lengua compartida como vehículo de entendimiento entre los pueblos. Y en estos mismos días, las de los directores que han participado en el?Encuentro Internacional de Periódicos en español?. Con iniciativas como estas intentamos devolver a América el brillo y la universalidad que ella otorgara siempre a la lengua española; y reconocer, también ¡No nos olvidemos!, a la comunidad sefardí, el mimo con que ha conservado nuestra lengua a lo largo de los siglos.
Todas ellas, y es importante reseñarlo, se encauzan por el camino de los cambios que la ciencia y la técnica están imponiendo al curso de la humanidad, incorporándose a este signo irreversible de nuestro tiempo para colocarse en la avanzadilla, en la puerta? aunque ahora se llamen los portales -, para aventar nuestra lengua y nuestra cultura hacia todos los lugares del mundo.
Por tanto, uno de los retos principales que abordan en nuestros días las instituciones vinculadas al progreso del español es el incremento de la presencia de nuestra lengua y cultura en la sociedad de la información y del conocimiento, base y herramienta principal del?progreso globalizado? en todos los ámbitos.
Este es el gran proyecto que late tras la reunión, dedicada al español en la prensa, que hoy clausuramos. Su buque insignia, el Diccionario Panhispánico de Dudas, cuyo primer bloque se ha presentado en estas sesiones, supone sin duda un impulso decisivo al buen uso de nuestro idioma en los medios de comunicación.
No solamente en el aspecto lingüístico, al ofrecer alternativas frente a la utilización indebida de términos procedentes de otras leguas, sino en el propiamente cultural, pues incluye las variantes léxicas de todos los rincones del mundo hispánico, y también en el tecnológico, pues estará disponible en Internet.
La lengua, nuestra lengua, se convierte así en la savia que hace crecer el árbol frondoso de nuestra comunidad, e impulsa su expansión más allá de nuestras fronteras, como evidencia la participación en estas jornadas de directores de diarios que se editan en Israel y en los Estados Unidos.
Recientemente he podido comprobar en este último país la pujanza y el vigor de lo hispano así como el deseo de muchos de sus ciudadanos por encontrarse y profundizar en sus raíces, de las que legítimamente se sienten orgullosos. Estoy convencido que el Centro Nacional de Cultura Hispánica de Albuquerque, que tuve el honor de inaugurar hace ahora dos meses en Nuevo México, así como el Instituto Cervantes, que en dicho Centro tendrá una de sus sedes, promoverán eficazmente el desarrollo de nuestra lengua, que ya hablan más de treinta millones de norteamericanos, y contribuirán a que ocupe el lugar que le corresponde en ese gran país americano.
Señoras y Señores,
Con sus trabajos, la Fundación de San Millán está dando ejemplo de ilusión y de concierto social ejemplares, que se traduce ahora en tantas instituciones y empresas como ayudan a sus fines. Por estos logros felicito a su Presidente, a los miembros del Patronato y a cuantos colaboran y trabajan en su favor.
No quiero terminar estas palabras sin transmitir mi más cordial saludo a cada uno de los directores y representantes de los periódicos en español, cuyo Encuentro clausuramos en este solemne acto. A ellos gracias por acudir a esta convocatoria y gracias también por esa dedicación que todos han secundado.
A todos deseo el mayor éxito en sus responsabilidades y afanes que muy sinceramente comparto y aliento.