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os reunimos de nuevo para cumplir el deseo del legislador de que el Instituto Cervantes cuente en su caminar con el consejo y las directrices de este Patronato.
Sean mis primeras palabras de bienvenida y de felicitación para todos los patronos, especialmente para aquéllos que renuevan su mandato en el día de hoy, y de agradecimiento debido a cuantos han cumplido con tino y prudencia sus compromisos con la institución.
Un año más, el Instituto Cervantes se ha esforzado en empujar hacia el futuro nuestra lengua y nuestra cultura, de las que nos sentimos, con razón, altamente orgullosos, pues constituyen un legado al que desde hace mil años nos hemos ido incorporando sucesivas generaciones y pueblos diversos, y que, como bien sabemos, nos invitan a la convivencia y al diálogo.
A nosotros nos corresponde ahora el gran honor y la responsabilidad de continuar la tarea de quienes nos precedieron en un momento lleno de esperanzas. El español es una de las grandes lenguas del presente, y la misión del Instituto Cervantes, que es la de contribuir a que se extienda su presencia en el mundo, es también una de las mejores formas de asegurar su porvenir.
La fortuna ha querido que este año celebremos el cuarto centenario del Rey Felipe II, en cuyo reinado comenzó a extenderse en Europa con gran éxito la enseñanza del español y se sentaron las bases para su gran difusión en el siglo siguiente.
Conmemoramos también el centenario de la generación de intelectuales que tanto reflexionaron sobre el presente y el futuro de nuestra cultura y de su situación en el tiempo que les tocó vivir.
Su recuerdo nos estimula a actualizar el patrimonio que nos dejaron, y el Instituto es una plataforma adecuada para llevar a cabo este objetivo.
Una nueva etapa se abre a sus tareas. Sus líneas generales, que acabamos de escuchar, nos invitan al optimismo. La vinculación de la enseñanza a las nuevas tecnologías, los programas dedicados a la lengua en los medios de comunicación audiovisuales de mayor audiencia por parte del público al que se dirigen, la diligencia con que se cuida la formación de profesores de español y los planes de expansión que garantizan nuestra presencia en los centros neurálgicos del mundo contemporáneo, son otros tantos jalones de un proyecto que da muestras de madurez y promete frutos importantes en el futuro.
Os invito a utilizar estos cauces para transmitir también, con nuestra lengua y cultura, los valores permanentes que les dan forma y nos constituyen y distinguen como nación y en cuanto miembros de la comunidad hispanohablante.
Este es un tesoro que hemos de distribuir con dedicación, pues encierra las claves de nuestra identidad y de nuestro progreso colectivo, y también con generosidad, a través de un encuentro sincero y constructivo con los pueblos y culturas más directamente relacionadas con los nuestros.
Podéis estar seguros de que en este empeño contáis con el apoyo de la Corona y con el mío propio, como Presidente de Honor de vuestro Patronato.