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Palabras de Su Majestad el Rey en la apertura de la VIII Legislatura Constitucional

Madrid, 22.04.2004

S

eñor Presidente del Congreso de los Diputados,Señor Presidente del Senado,Señor Presidente del Gobierno,Señoras y Señores Ministros,Señoras y Señores Diputados y Senadores,

Un jueves como hoy, hace exactamente seis semanas, el más brutal ataque terrorista nunca sufrido por España nos sumía en un dolor y una indignación difíciles de contener.

Constituidas las nuevas Cortes Generales, y ante los legítimos representantes del pueblo español, sean mis primeras palabras de profundo homenaje hacia cuantos perdieron la vida, de afecto y cercanía a sus familiares, de aliento a los cientos de heridos y a sus familias, así como de llamamiento a la unidad y firmeza de todos los demócratas en la lucha contra el terrorismo.

Hoy es un día para el recuerdo inexcusable, pero también para la fe y la esperanza en el futuro de España, pues ante tan dramáticos sucesos se ha dado al mundo un ejemplo de buena coordinación  y eficaz funcionamiento de las distintas administraciones públicas, así como de inmensa solidaridad y generosidad del pueblo español.

Señoras y Señores Diputados y Senadores,

Al inaugurar hoy formalmente esta octava Legislatura quiero reiterar mi profundo respeto hacia estas Cortes Generales, máxima representación de la soberanía popular, y subrayar mi reconocimiento a su trascendental labor al servicio de España y de todos los españoles.  Esta es además una ocasión que deseo aprovechar para reafirmar, junto con la Reina y el Príncipe de Asturias, el firme compromiso de entrega a España y a todos los españoles que anima a la Corona, con lealtad a la Constitución y a los valores y principios que consagra.

Hace poco más de veinticinco años que los españoles nos dimos una Constitución, producto del más amplio consenso nunca alcanzado entre nosotros,  capaz de garantizar un futuro de concordia y de integración solidaria dentro del respeto a la rica pluralidad y diversidad de España.

Desde entonces la apertura de una nueva Legislatura constituye un jalón más en la normalidad de nuestra vida pública, y un acto de reafirmación democrática cuyo principal protagonista no es otro que el pueblo español.

Un acto que nos debe llenar de satisfacción colectiva y que subraya la vigencia de nuestra Constitución al servicio de los principios y valores que sustentan la convivencia en paz y libertad de todos los españoles.

Dirijo mi más cordial felicitación a las Señoras y a los Señores Diputados y Senadores elegidos como representantes del pueblo, con mis mejores deseos de éxito en el desempeño del importante mandato que han recibido.

Quiero asimismo dejar constancia de mi más sincera gratitud a la fructífera labor desempeñada por estas Cortes Generales a lo largo de la séptima Legislatura.

La amplia participación registrada en las últimas elecciones generales, con la incorporación de miles de jóvenes al ejercicio del derecho de voto, es la mejor prueba del arraigo y vitalidad de nuestra democracia.

Asumir el acta de Diputado o Senador constituye sin duda un alto honor y una gran responsabilidad.

Alto honor al acreditar que Sus Señorías han merecido la confianza necesaria para convertirse en representantes legítimos de la voluntad soberana de los españoles. Gran responsabilidad por el compromiso que ello implica de  cumplir fielmente con las funciones de ambas Cámaras, desde la lealtad al  pueblo que las ha elegido y a la Constitución que las ampara.

Son numerosos los hombres y mujeres que renuevan mandato y quienes por primera vez ocupan un escaño. Experiencia y renovación se conjugan así en esta nueva Legislatura, asegurando la  mejor contribución de ambas Cámaras al desarrollo y bienestar de España y a la estabilidad del Estado, dentro del normal funcionamiento de las instituciones de la Monarquía parlamentaria.

Nuestra democracia  es el resultado de muchos esfuerzos y sacrificios, de múltiples ilusiones y renuncias, así como de una firme voluntad colectiva por construir una España moderna, tolerante y solidaria.

Es, en definitiva, el producto de una Constitución integradora, de veinticinco años de actitudes constructivas y del trabajo diario de todos por situar a España en mayores niveles de bienestar, contando con el estímulo permanente de la Corona. Una Constitución de la que depende, como dije recientemente en esta Cámara, la preciada estabilidad de nuestro presente colectivo y a la que debemos muchos años de convivencia en libertad, de articulación de nuestra pluralidad y diversidad territorial, de transformación y modernización de España.

Una Constitución que ha representado el punto de partida de una labor permanentemente renovada para modernizar el Estado, y cuyas eventuales adaptaciones, siempre conforme a las reglas y procedimientos que fija para ello, deben acometerse con el mismo espíritu de consenso que permitió alumbrarla.

Como dije al inaugurar la anterior Legislatura, vivimos en una Nación plural y nuestra Constitución recoge y ampara esa pluralidad al configurar nuestro Estado como un Estado autonómico. En nuestra Nación y en nuestro Estado hay sitio para todos. A Sus Señorías corresponde también respetar esa pluralidad, conciliar sus intereses, armonizarlos y hacer de nuestro proyecto de vida colectiva una obra tolerante e integradora que sume en lugar de restar, que a todos nos sirva y a todos nos haga progresar.

Estos son los elementos clave de nuestra cultura cívica y constitucional, que debemos saber preservar y transmitir a las nuevas generaciones de españoles que no han conocido otra experiencia que la vida en paz, democracia y libertad.

Señoras y Señores Diputados y Senadores,

Los distintos partidos políticos representados en ambas Cámaras bien saben que su labor no consiste sólo en intentar concitar apoyos a sus programas específicos, sino también en contribuir con altura de miras a la mejor consecución del interés general.

De ahí la necesidad de la búsqueda de consenso y entendimiento que debe conllevar toda acción parlamentaria dirigida al servicio del conjunto de los ciudadanos.

Ello implica disposición a encontrar fórmulas que ordenen prioridades, atiendan a los problemas más inmediatos y reales y merezcan el más amplio respaldo democrático, todo ello conforme a los procedimientos  y usos parlamentarios.

Una vez más apelo a la prudencia y a la responsabilidad, a los hábitos del diálogo sincero, del consenso y la moderación, para preservar y fortalecer juntos los pilares esenciales de nuestra convivencia.

Señoras y señores Diputados y Senadores,

Durante años el terrorismo ha intentado quebrar el marco de nuestra convivencia, ha sembrado en tantas ocasiones la muerte, el sufrimiento y la desgracia.

El 11 de marzo una nueva dimensión del terrorismo ha asolado a la sociedad española. Sin piedad, niños, jóvenes y mayores han sido víctimas de un terror sin precedentes. Resulta evidente que acabar con el terrorismo tiene que constituir, en esta Legislatura, un objetivo prioritario del conjunto de las fuerzas democráticas, desde la firmeza del Estado de Derecho.

Necesitamos, por todo ello, fortalecer una cultura de unidad para luchar contra la barbarie terrorista que conmueve a nuestra sociedad e intensificar la cooperación internacional, especialmente en el ámbito europeo. 

Junto a la lucha contra el terrorismo, la sociedad española reclama afianzar la senda de la prosperidad,  extender sus beneficios al conjunto de la sociedad, y volcar nuestra ayuda a los grupos sociales más vulnerables, abriendo nuevos horizontes de crecimiento y bienestar para todos.

Señoras y Señores Diputados y Senadores,

Hoy más que nunca ha quedado claro que, en este mundo interdependiente y globalizado, nuestra paz, seguridad y prosperidad dependen cada vez más de nuestra acción exterior.

De ahí la importancia de dedicar nuestros mejores esfuerzos a promover y defender con eficacia los intereses de España en el concierto internacional, como Estado miembro de la Unión Europea, fiel a su valiosa dimensión iberoamericana, a sus lazos mediterráneos y a sus vínculos transatlánticos, vertientes todas ellas complementarias y consustanciales de nuestra posición en el mundo.

Quiero dedicar un emocionado recuerdo a los que entregan su vida al servicio de España en el exterior, especialmente a la admirable actuación de los miembros de nuestras Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad, al tiempo que agradecer la eficaz labor del servicio exterior y de la cooperación española en coherencia con nuestra responsabilidad de ayuda y solidaridad a escala internacional.

La Unión Europea vive un momento crucial para su futuro. La ampliación a diez nuevos Estados el próximo uno de mayo, y los esfuerzos por dotarse a sí misma de un  Tratado constitucional ofrecen a éstas Cámaras una nueva oportunidad para renovar el compromiso de nuestro país con la construcción europea.

Señoras y Señores Diputados y Senadores,

Desde el optimismo y la esperanza en el futuro que entraña la apertura de una nueva Legislatura, les reitero mi felicitación y deseo de acierto y dedicación en su importante tarea al servicio de España y de todos los españoles.

En esa noble tarea pueden contar con el permanente apoyo y aliento de la Corona, con mi fe y amor por España, con mi ilusión y compromiso de servirla con toda dedicación, en un afán, siempre compartido por el Príncipe de Asturias, de alcanzar nuevas cotas de bienestar en una España unida, cohesionada, más próspera, justa y solidaria .

Declaro abierta la octava Legislatura.

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