C
on mucho gusto he aceptado la invitación a inaugurar esta Conferencia sobre Automoción, que nos invita a abrir una reflexión sobre uno de los elementos de identificación más sobresalientes del siglo que ahora termina.
La automoción se ha constituido en un factor indiscutible de modernización, que mide el grado de desarrollo de una sociedad. Su progreso adquiere su plena dimensión cuando se entiende como una opción económica e industrial al servicio de la sociedad y de las personas.
El porvenir más humano de la automoción ha de llegar del brazo de la innovación y de la actividad investigadora ligada a las demandas sociales.
Si la industria del automóvil ha sido tradicionalmente el banco de prueba elegido para la incorporación de nuevas formas de organización y gestión empresarial, ahora ha tomado la delantera en la aplicación de las posibilidades generadas por los nuevos avances tecnológicos.
España, que cuenta con una potente industria de la automoción que representa más del 5% de nuestro Producto Interior Bruto y supone alrededor del 8% en términos de empleo, tiene hoy en sus manos una excelente oportunidad de futuro. La tradición forjada a lo largo de décadas sentó los cimientos del sector tal y como hoy se muestra ante nosotros.
El ingenio, la tenacidad y la audacia de los precursores, como Eduardo Barreiros, a quien tanto debemos, ha tenido su continuidad en las modernas plantas de producción que los principales fabricantes de automóviles tienen en nuestro país.
España dispone de las infraestructuras y los equipamientos industriales precisos, tiene la experiencia empresarial y los equipos profesionales necesarios para su puesta en práctica y goza por su bien hacer, y esto es lo más importante, de la confianza de los mercados internacionales.
En una economía abierta los límites quedan establecidos por la propia capacidad de competir. En un entorno global cualquier cesión y pérdida de competitividad significa quedar desplazado hacia posiciones periféricas y de subordinación.
La industria española de la automoción debe proyectarse aún más hacia el exterior. Con ambición, produciendo más y mejor que sus competidores, su presencia se ha de incrementar en los espacios económicos emergentes y en las áreas geográficas en las que existen aún grandes bolsas de demanda por atender.
Debatir estos y otros aspectos del sector es el objeto central de esta Conferencia, organizada por la Fundación Barreiros, a quien felicito por esta iniciativa, a la vez que deseo a sus sesiones el éxito que cabe esperar de la personalidad de los participantes y del programa propuesto. Sus conclusiones a todos nos interesan.
Declaro inaugurada la Primera Conferencia Internacional sobre Automoción.