C
on mucho gusto y especial interés vengo a inaugurar este primer Salón de la Creación de Empresas, y a apoyar esta iniciativa conjunta de las Cámaras de Comercio e IFEMA, tan acertada como oportuna.
En efecto, el final de siglo ha venido marcado para la economía española por el inicio de la tercera fase de la Unión Económica y Monetaria. Esta situación ha obligado a nuestro país a cumplir una serie de requisitos macroeconómicos que nos acercan, en términos nominales y reales, a los países más desarrollados de Europa, y nos han permitido acceder a la moneda única.
Ahora bien, en el contexto europeo, el libre desarrollo de la iniciativa individual y, en concreto de los proyectos empresariales, son elementos básicos de la economía de mercado.
La empresa permite una adaptación rápida a los retos de una economía más dinámica y competitiva. La incorporación de las nuevas tecnologías, de nuevos procesos organizativos, de nuevas ideas a la sociedad actual, se realiza, en gran medida, a través de la empresa.
Los nuevos horizontes económicos y la adaptación a este también nuevo contexto, en general más beneficioso para el conjunto de la economía que el precedente, exige a las sociedades más avanzadas favorecer los proyectos empresariales para el beneficio conjunto de la sociedad.
Y para que este nuevo ciclo actualice plenamente sus virtuales posibilidades se requiere una doble modificación, tanto de la actitud de la sociedad hacia la figura de los emprendedores, como de las políticas de organismos e instituciones que, tradicionalmente, han desempeñado la función de apoyar la creación y desarrollo de empresas coordinando y auxiliando la actividad económica del país.
Este Salón, el primero que se celebra en España, es un ejemplo de cómo ambas transformaciones están llamadas a confluir. Jóvenes con espíritu y vocación empresarial, pero tal vez sin todas las herramientas necesarias para llevar a buen puerto su aventura empresarial, se encuentran, bajo un mismo techo, con instrumentos de formación, información, financiación, apoyo y nuevas tecnologías.
Esta es la principal novedad de nuestra reunión: la de hacer un esfuerzo especial y movilizar todos los recursos necesarios para que los jóvenes conozcan las oportunidades que ofrece una sociedad moderna a quien tenga ideas y empuje suficiente para sacarlas adelante.
Y ello en todas las fases del proyecto, animando la aparición de vocaciones empresariales, proporcionando sistemas de información y asesoramiento eficaces a aquellas personas que decidan pasar de la idea a la realidad empresarial, simplificando el complejo aparato de requerimientos administrativos que, habitualmente, acompaña el proceso de crear una empresa, estableciendo líneas de financiación adecuadas a las características de quien empieza, y acompañando en los primeros años de vida a las nuevas empresas hasta que estén suficientemente consolidadas para insertarse con las mayores garantías de éxito en el mercado comercial.
Felicito a las Cámaras de Comercio por este planteamiento innovador, dirigido a fomentar conceptos y valores imprescindibles y no siempre suficientemente reconocidos, como el de la iniciativa individual, su autonomía y responsabilidad, la superación del riesgo que genera satisfacción, a la vez que riqueza. Todo ello sin olvidar la necesaria conciencia social que ampara, en definitiva, el avance y el progreso de todos como sociedad, desde el punto de vista material y también humano.
Les animo a continuar en este camino, que no se agota en palabras ni se inventa de la nada, sino que recoge y amplía el eco de experiencias ya consolidadas, mediante un conjunto de iniciativas entre las que merece la pena destacar la Fundación para la Creación y el Desarrollo de Empresas, la Ventanilla Única Empresarial, el programa Prince XXI, destinado a que las PYMES se incorporen al comercio electrónico, el Plan de Promoción de las Exportaciones como apoyo a la internacionalización de las empresas españolas, y la amplia red de más de cien centros de formación empresarial, que la convierten en la segunda institución educativa del país por detrás de la enseñanza pública.
Con todas ellas, las Cámaras demuestran su vitalidad e importancia como agentes y gestores del progreso colectivo, del que todos nos beneficiamos. En este sentido quiero subrayar su efectiva preocupación social, concretamente en un área tan sensible como la del empleo, al que acude con su Servicio Cameral de Orientación Profesional, específicamente dirigido al mercado de trabajo, y mediante las prácticas en empresas de más de cien mil alumnos de Formación Profesional.
Estas son las realidades, y también las esperanzas, que dan significado a este acto, y que reclaman un apoyo que yo personalmente les adelanto, deseando que este Salón se convierta en una cita reconocida, y sirva de punto de referencia para el futuro.
Declaro inaugurado el Primer Salón de la Creación de Empresas.