su llegada al Real Instituto, Don Felipe fue recibido por el almirante jefe del Estado Mayor de la Armada, almirante general Manuel Rebollo García, el almirante jefe de Asistencia y Servicios Generales, contralmirante Estanislao Pery Paredes, y el director del Real Instituto, capitán de navío Miguel Vallejo Carrión.
Tras los correspondientes Honores, el Príncipe de Asturias se dirigió al edificio principal, donde fue saludado por el subdirector, capitán de navío Juan Palacio Rodríguez, y por el personal del Centro.
Seguidamente, Su Alteza Real accedió al Salón de Actos. Tras la bienvenida del almirante jefe del Estado Mayor de la Armada, el almirante jefe de Asistencia y Servicios Generales realizó una presentación, que fue seguida por una exposición a cargo de su director, sobre el Real Instituto y Observatorio de la Armada.
Una vez finalizadas las intervenciones, Don Felipe comenzó su recorrido por las instalaciones, durante el que visitó el Astrógrafo, la Sala de Relojes Atómicos, la Caseta Magnética, el Salón Meridiano, la Exposición de Instrumentos y la Biblioteca.
Tras firmar en el Libro de Honor, Su Alteza Real compartió con los asistentes un breve refrigerio en los jardines, cuyo brindis corrió a cargo del Jefe del Estado Mayor de la Armada. Una vez finalizado, Don Felipe fue despedido por las mismas autoridades que le recibieron a su llegada.
El Real Instituto y Observatorio de la Armada es un centro científico que, además de servir como observatorio astronómico y geofísico, se dedica a aquellas áreas de la física y las matemáticas de especial interés para la Marina, así como de ofrecer formación científica superior.
Sus orígenes se remontan al siglo XVIII, cuando el insigne marino y científico Jorge Juan propuso al Marqués de la Ensenada la idea de instalar un observatorio en el Castillo de la Villa (Cádiz), sede de la Academia de Guardias Marinas, para que los futuros oficiales de la Marina aprendiesen y dominasen una ciencia tan necesaria para la navegación como era entonces la astronomía.
Como consecuencia de la propuesta de Jorge Juan, en 1753 nació el entonces llamado Real Observatorio de Cádiz , como una dependencia anexa a la Academia de Guardias Marinas. A partir de entonces, el nuevo observatorio, el más meridional de Europa, entonces fue ganándose un merecido prestigio en el contexto astronómico europeo, gracias a los importantes trabajos desarrollados por personajes como Luis Godin o Vicente Tofiño y al apoyo técnico y científico prestado a las expediciones ilustradas del último tercio del siglo XVIII.
En 1798, el Observatorio fue trasladado a la Isla de León (actual San Fernando) donde se ubica hasta nuestros días.
Durante sus 250 años de funcionamiento se fueron añadiendo a sus originales tareas astronómicas, misiones tan importantes para la Armada y para la ciencia española como el cálculo de las efemérides y la publicación del Almanaque Náutico, el Curso de Estudios Superiores, el Depósito de Cronómetros e Instrumentos de la Marina, las observaciones meteorológicas, sísmicas y magnéticas, y la determinación científica de la hora.