Q
uiero darles la bienvenida a este P.R. de El Pardo, al que volvemos después de unos años (2021), para hacer entrega de los Pr.Nac. de Investigación, con los que reconocemos unas magníficas carreras científicas, consolidadas unas y prometedoras otras, y que juntas contribuyen a impulsar con fuerza el avance del conocimiento, el avance de la sociedad.
No cabe duda de que la ciencia, con sus largos tiempos y procesos, ayuda a mejorar la sociedad, como ha quedado reflejado en la mesa redonda que acabamos de escuchar. Gracias Patricia, Jerónimo (jóvenes), Carmen García y Carmen Ayuso (senior) por compartir con nosotros vuestras impresiones sobre ciencia y humanidad, sobre el impacto de la ciencia en la sociedad y sobre cómo ha ido evolucionando la igualdad en este ámbito.
Un tema, el de la igualdad, del que también se ha hablado en el vídeo que hemos visto y en el que destacabais la importancia de que hubiese científicas referentes, de la necesidad de contar con sus ejemplos como inspiración; también de que la ciencia debería representar a la sociedad.
La edición de 2024 cuenta con científicas e investigadoras excelentes que ya son ejemplos cercanos y accesibles para muchas jóvenes que vienen detrás. Estáis abriendo un camino muy valioso para las nuevas generaciones.
Queridos premiados,
Hoy España reconoce vuestro trabajo y os rinde homenaje porque sois esperanza. Vuestro talento impulsa el progreso y construye el futuro. Y hoy lo valoramos y lo defendemos en una nueva edición de estos premios.
Vivimos en un mundo en el que los países compiten por talento y tecnologías que nos pueden ayudar a conseguir cotas impensables de progreso. Pero también en un mundo en tensión, donde avanzan las guerras, las desigualdades y otros problemas globales como el cambio climático, el riesgo de pandemias o el deterioro de nuestros ecosistemas.
No podemos rehacer el planeta, pero sí podemos y debemos repensar nuestra forma de producir, de vivir y de diseñar nuestras ciudades para preservarlo. Para lograrlo, necesitamos sociedades cohesionadas: en paz, con democracias sólidas y seguras…, y con estados del bienestar que funcionen.
La ciencia es clave para hacerlo realidad. Porque solo con conocimiento riguroso, datos fiables y pensamiento crítico se pueden tomar decisiones informadas y diseñar políticas públicas eficaces. La ciencia es una de las principales obras maestras de la Humanidad: un patrimonio común, fruto del ingenio humano, que debemos cuidar siempre y, muy especialmente, en tiempos de crisis.
La investigación, esa noble carrera de relevos universal por el avance científico, ese esfuerzo sostenido que requiere un apoyo permanente, es el punto de partida de las soluciones innovadoras. Está detrás de las decisiones, medidas, y tecnologías que proporcionan seguridad, salud, calidad de vida y oportunidades para la ciudadanía; competitividad y sostenibilidad a las empresas; productividad, capacidad de adaptación y autonomía a nuestra economía. En definitiva, es la base sobre la que se construye el progreso real y duradero de un país.
Aquí hablamos entre convencidos, creo que lo tenemos muy claro. Pero conviene insistir, debemos recalcarlo, incluso ‘predicarlo’, en todos los ámbitos posibles. España en su conjunto −la sociedad, las empresas, la industria, las administraciones− ha de conocer y confiar en el valor de la ciencia.
Por tanto, es tiempo de reivindicarla aún más; de garantizar que la sociedad tenga acceso a sus resultados y, en lo posible, participe en el proceso científico; tiempo de facilitar que las empresas e instituciones públicas incorporen a investigadores como parte esencial de sus plantillas; y tiempo también de cuidar nuestro sistema universitario porque es nuestra principal fuente de talento y producción científica.
Señoras y señores,
El impulso a la ciencia nos interpela a todos. No sucede por azar; es un compromiso colectivo con el futuro que toda la sociedad ha de impulsar y concretar.
Por eso, aunque en España, ya desde hace bastantes años, hemos realizado una notable apuesta estratégica por la I+D, no podemos caer en la autocomplacencia. Como país, debemos exigirnos más. Todavía queda camino por recorrer hasta converger con la media europea de inversión en I+D. Pero es una meta que no está tan lejos si caminamos juntos, desde el sentido más estrecho, ambicioso, solidario y ético de la colaboración y la transferencia de conocimiento.
Porque, como acertadamente apuntó nuestro admirado Severo Ochoa, la ciencia básica impulsa la ciencia aplicada (innovación tecnológica) y esta impulsa la industria. Y, si no existe, el país vive de prestado del resto, y eso no debería ser así. Hoy nos puede parecer evidente, pero en 1976 —fecha en la que se le atribuye esta frase—, no lo era tanto, en un contexto marcado por la transición a la democracia y por una también compleja situación económica.
Y claro que no deberíamos “vivir de prestado” porque, en nuestros días, y gracias a tantas décadas de esfuerzos, tenemos la capacidad de generar muchas soluciones propias —como en vacunas, en chips o en energías—, sobre la base de una ciencia española excelente y en algunas áreas de primerísimo nivel.
Aspiramos, en España —y en Europa— a afianzar nuestra soberanía tecnológica, con más capacidad para proteger a las personas y a nuestro tejido productivo ante los desafíos y las amenazas, presentes y futuras. Desde la plena consciencia de que juntos podemos llegar más lejos. Porque tenemos el talento para liderar las próximas revoluciones científicas y la innovación. Vosotros, queridos premiados, sois una buena prueba.
Nuestro país ha impulsado grandes avances, desde la medicina hasta la ingeniería. Es la tierra de Ramón y Cajal, de Gregorio Marañón, de Margarita Salas y Ángeles Alvariño…, la de todos los científicos referentes que dan nombre a cada uno de los galardones que hemos entregado.
Premios con los que reconocemos a científicos veteranos y también a jóvenes investigadores, hombres y mujeres que son promesa de futuro , son presente, y que ya comienzan a brillar, aunque necesitan más apoyo que nunca para avanzar en sus proyectos.
Somos la cuna de tecnologías y conocimientos precursores como el autogiro (de Juan de la Cierva, predecesor del helicóptero), los sistemas de transmisión inalámbrica (Julio Cervera Baviera), el submarino (de Isaac Peral) o el libro electrónico (de Ángela Ruiz Robles). También somos la cuna de desarrollos muy recientes, como el primer exoesqueleto biónico infantil (el “Atlas”, de Elena G.Armada y el CSIC) o el primer cohete espacial privado de Europa (el “Miura I”, de PLD Space, fundada por Raúl Torres y Raúl Verdú).
Con frecuencia no fuimos capaces de aprovechar bien esos avances o inventos geniales dentro de un sistema eficaz de innovación y desarrollo. Ese es uno de los grandes cambios en las últimas décadas, aunque aún necesitamos avanzar mucho más, en esfuerzo y colaboración público-privada, así como en la valoración y prestigio social.
Nuestro sistema público de ciencia, junto a las empresas tecnológicas emergentes están sembrando las semillas del futuro. Sigamos, pues, trabajando con determinación en este camino, en el de la ciencia, en el de la investigación honesta y útil a la sociedad y a la democracia. Continuemos potenciando el conocimiento, la razón, la lógica y el talento, frente a los prejuicios, la arbitrariedad y la demagogia.
Queridos premiados,
Me gustaría terminar como he empezado, dirigiéndome a vosotros, nuestros protagonistas de hoy. En nombre de la Corona, en nombre de España, os transmito nuestro más sincero agradecimiento y felicitación. Al hacerlo incluyo también a vuestros equipos y familias, parte muy importante de vuestros éxitos; éxitos que, sin duda, sostienen los de todo un país.
Muchas gracias y enhorabuena.
"...hoy España reconoce vuestro trabajo y os rinde homenaje porque sois esperanza. Vuestro talento impulsa el progreso y construye el futuro. Y hoy lo valoramos y lo defendemos en una nueva edición de estos premios..."