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Palabras de Su Majestad el Rey en el II Congreso nacional de jóvenes agricultores

Teatro Infanta Leonor. Jaén, 04.04.2019

Cuando hablamos de sentir orgullo por lo propio, por lo que compartimos como sociedad, sin duda está la tierra, la naturaleza que nos ve nacer, crecer y nos da sustento. Trabajarla, cuidarla y sacarle provecho también nos genera sentimientos de pertenencia, de apego emocional; y es algo que ha fraguado gran parte de nuestra cultura; pero también es hoy, o sigue siendo, por la agricultura, la ganadería y la industria agroalimentaria, un sector de enorme valor y peso en nuestra economía y cultura, en nuestra imagen país; además, incluso en la imagen de modernidad.

Por eso me alegra de manera tan especial estar hoy aquí, en Jaén, para clausurar el II Congreso Nacional de Jóvenes Agricultores organizado por ASAJA.  Enhorabuena a esta Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores por la excelente iniciativa que supone este Congreso por su desarrollo, y sobre todo, por su incesante labor en favor de la agroindustria española y de los jóvenes que apuestan por este sector fundamental y de futuro para España.

Este encuentro ha tenido lugar en Jaén, en el corazón de Andalucía, en la provincia donde mayor peso tiene la agricultura en su economía; una tierra que todos identificamos tanto con ese árbol mítico y maravilloso de nuestra herencia y cultura mediterráneas, el olivo. Gracias a todos los jiennenses por vuestra cálida acogida.

En este extraordinario “mar de olivos” en el que nos encontramos, podemos ver cómo el paisaje ha sido moldeado por nuestros agricultores y ganaderos, pero también vemos un ejemplo de cultivo generador de riqueza y empleo que ha sido capaz de mantener un medio rural vivo y dinámico. Un medio en el que muchos jóvenes ven una oportunidad de desarrollo personal y profesional y que, entre todos, debemos apoyar e impulsar.

Como señalé en mi mensaje de Navidad, la responsabilidad de toda nuestra sociedad es que la capacidad, la motivación y el esfuerzo de los jóvenes venzan a las dificultades; porque tenemos la obligación –contando con vosotros, con vuestra energía– de seguir construyendo día a día un país mejor, más creativo, dinámico y siempre en vanguardia; una España más cohesionada socialmente y más comprometida con la igualdad entre hombres y mujeres.

Y el mundo rural, y los jóvenes que le dan vida y lo dinamizan, no pueden, por supuesto, ser una excepción. Al contrario, los jóvenes de la España rural deben tener los mismos derechos y disfrutar de las mismas oportunidades y beneficios que los jóvenes que desarrollan sus vidas en nuestras ciudades.

El medio rural español representa alrededor del 85% del territorio nacional; sin embargo, en él vive menos del 20% de la población. Estos porcentajes ponen de manifiesto que el reto demográfico y la despoblación de los municipios rurales son grandes desafíos a los que nos enfrentamos en España y también en otros países europeos. A ello debemos añadir que cerca del 13% de nuestro territorio corresponde a municipios escasamente poblados, una problemática que cada día se hace más visible.

En este sentido, debemos ser conscientes de que las posibilidades de crecimiento y desarrollo de las zonas rurales, como en cualquier territorio, están ligadas a la permanencia de población con edades intermedias, que son generalmente las responsables del trabajo productivo y de la renovación del tejido social. Y para lograr esa permanencia, es necesario que las perspectivas de vida estén garantizadas dentro de unas condiciones mínimas y dignas de empleo, acceso a la vivienda, sanidad, infraestructuras, internet, etc.

No obstante, a pesar de las dificultades, el medio rural ofrece indudables oportunidades que debemos potenciar y apoyar. El progreso de nuestro potente sector agroalimentario a lo largo de las últimas décadas es, precisamente, una muestra clara de ello, pues no solo ha demostrado su fortaleza durante la crisis, sino también su solidez y potencial para generar riqueza y trabajo en toda España.

"...los jóvenes son garantía de futuro en cualquier sector. Así, para que el medio rural y el sector agroalimentario tengan porvenir, necesitamos el compromiso de todos y que seamos una tierra de oportunidades para nuestra juventud. Espero que cada vez más jóvenes encuentren en la agricultura, la ganadería o la silvicultura una profesión que les garantice un futuro digno y que contribuyan a que España siga siendo una potencia agroalimentaria a nivel global y un referente en alimentos saludables y de calidad..."

Efectivamente, el complejo agroalimentario genera cerca del 10% del PIB y el 7% del empleo en nuestro país. Además, se trata de un sector netamente exportador con buenas perspectivas de desarrollo ante la creciente demanda global de alimentos de mayor calidad, como los que de hecho producimos. Y esta Andalucía que generosamente nos acoge es la mayor potencia agroalimentaria de España, aportando casi 1/4 del valor de producción agraria y 1/3 de todo el valor añadido.

Más allá de la actividad productiva agraria o forestal, los servicios y el turismo también ofrecen indudables oportunidades de diversificación económica y empleo en el medio rural. Más del 10% de los turistas extranjeros que nos visitan cada año vienen a España para realizar o participar en actividades gastronómicas, como visitar bodegas, almazaras o restaurantes en localidades del interior.

Pero, detrás de estas grandes cifras hay personas, agricultores, ganaderos y silvicultores que son el corazón del campo español. Hombres y mujeres que, cada día, contribuyen con su trabajo y esfuerzo no solo a gestionar cerca de la mitad de la superficie de España, sino también a suministrar alimentos, generando una actividad económica que es el eje vertebrador de nuestro territorio rural.

En este contexto, hay que reconocer que el sector agroalimentario se enfrenta a grandes desafíos de futuro, con una mayor competencia de terceros países en una economía globalizada, los efectos del cambio climático, la mejora de la rentabilidad de las explotaciones, o el relevo generacional. Y es un sector que está inmerso en una de sus mayores transformaciones, hacia una mayor sostenibilidad, aprovechando las ventajas de la revolución digital.

Igualmente, debemos subrayar que el sector agrario ofrece oportunidades de empleo y emprendimiento para los jóvenes. Especialmente en una agricultura, ganadería y silvicultura cada vez más intensivas en conocimiento, más tecnificadas y más atractivas, gracias a las nuevas tecnologías. Actividades a las que los jóvenes tienen mucho que aportar.

Sin duda, la agricultura de la próxima década será la agricultura de la revolución digital, y necesitamos un relevo generacional para aprovechar todo su potencial y que España siga siendo una potencia agroalimentaria de primer orden. Sabemos que tanto desde las políticas europeas como desde las Administraciones estatal y autonómicas, e incluso desde algunas entidades locales, se están poniendo en marcha medidas de apoyo para facilitar la incorporación de los jóvenes a la actividad agraria.

Sin embargo, además de facilitar su instalación, necesitamos que lo hagan con las mayores garantías de éxito, acompañándolos en todo el proceso a través de la formación y el asesoramiento, e incluso favoreciendo su integración en estructuras ─cooperativas y empresas─ que les permitan comercializar mejor sus productos y obtener mayor valor añadido. También es preciso y prioritario contar con infraestructuras y todos los servicios adecuados.

Por todo ello, debemos afirmar que la revitalización del mundo rural es un compromiso de todos, administraciones, empresas y también sociedad civil. Todo el mundo debe valorar como merece el trabajo que realizan los profesionales del campo, los importantes servicios ambientales que aportan, y remunerar adecuadamente sus productos. Debemos ser conscientes del esfuerzo que conlleva producir los alimentos, de las condiciones en las que se han producido y, en definitiva, de la responsabilidad social y ambiental que está detrás de aquello que consumimos. Porque, como bien saben nuestros hombres y mujeres del campo y el mundo rural ─y ya todos debemos conocer y compartir─, si no hacemos que todo ello sea sostenible y sensible al ecosistema (siguiendo y cumpliendo los ODS y la Agenda 2030) pondremos en serio riesgo nuestro futuro.

Los jóvenes son garantía de futuro en cualquier sector. Así, para que el medio rural y el sector agroalimentario tengan porvenir, necesitamos el compromiso de todos y que seamos una tierra de oportunidades para nuestra juventud. Espero que cada vez más jóvenes encuentren en la agricultura, la ganadería o la silvicultura una profesión que les garantice un futuro digno y que contribuyan a que España siga siendo una potencia agroalimentaria a nivel global y un referente en alimentos saludables y de calidad.

Termino ya con unas palabras de sincero reconocimiento a los casos de éxito de jóvenes agricultores que hemos conocido, y con el deseo de que este Congreso, que hoy clausuramos, haya supuesto un verdadero éxito para todos. La juventud y el medio rural sois una esperanza para el mejor porvenir de nuestro país. Y me vais a tener siempre con vosotros.

Muchas gracias.

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