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Palabras de Su Alteza Real el Príncipe de Asturias en la despedida del portaaviones "Principe de Asturias"

Base Naval de Rota. Cádiz, 06.02.2013

A lo largo de los últimos 25 años, el portaaviones Príncipe de Asturias ha servido a España como buque insignia de la Flota. Hoy navega ya, en su última salida a la mar y me alegra poder estar con vosotros para compartir su despedida.

La entrada en servicio de este barco en 1988 y todo lo que ha llevado consigo su construcción y vida operativa, ha supuesto un hito fundamental en la historia moderna de la Armada Española. Nos puso nuevamente al día como marina oceánica moderna y aportó capacidades a las que pocas marinas del mundo podían –ni pueden- aspirar. También nos “puso de largo” en construcción naval militar, logrando un prestigio y un éxito muy importante en el mercado mundial que hoy continúa con fuerza dando sus frutos.

Pero no podemos referirnos a él sin dedicar antes un emotivo recuerdo al que le precedió, el “viejo” Dédalo, un buque con el que la Armada apostó definitivamente por la aviación embarcada como el arma más moderna y poderosa con que podía dotarse entonces al Grupo de Combate de la Flota. Recordamos también hoy con cariño y gratitud a sus dotaciones y a los pilotos y demás personal de la Flotilla de Aeronaves que formaron el embrión de nuestra capacidad aeronaval moderna.

Desde que en 1989 recibió la Bandera de Combate de manos de SM la Reina hasta hoy, el PdA ha anotado en su cuaderno de bitácora más de dos mil singladuras, ha recorrido casi medio millón de millas y ha llevado nuestra enseña nacional a decenas de países repartidos entre cuatro continentes; en su cubierta se formaron y adiestraron centenares de pilotos y en sus centros neurálgicos miles de oficiales, suboficiales y marineros, de lo que dan fe las cerca de 35.000 tomas de aeronaves que acumula.

Entre sus misiones podemos destacar la presencia en dos importantes operaciones; una en aguas del Mediterráneo durante la primera Guerra del Golfo, y otra en el Adriático durante el conflicto en la antigua Yugoslavia. También ha demostrado su valía actuando como buque insignia de diferentes Task Force multinacionales así como en el continuo alistamiento, adiestramiento y desempeño de sus misiones.

De todos los éxitos y la buena imagen que ha dejado el Príncipe de Asturias allá por donde ha navegado, hay un único responsable: su dotación. Vosotros, representantes de aquellos oficiales, suboficiales y marineros y soldados, algunos de ellos de reemplazo, que os antecedieron y de todos los pilotos y dotaciones de vuelo que pisaron su cubierta, sois hoy los protagonistas. Vosotros, constituís la esencia del barco.

Cuando finalmente descendáis por el portalón con un nudo en la garganta, os llevaréis en vuestros petates recuerdos imborrables: el olor a combustible y a pintura, las imágenes de las carreras por los pasillos en zafarrancho de combate, atronará de nuevo el ruido de los aviones y flotarán una vez más los recuerdos de las amanecidas en las guardias de alba, las horas de asueto en cámaras y camaretas (con partidas de mus incluidas), las confidencias con los compañeros y esa larga lista de anécdotas que muy pronto os llevarán a decir: ¡Yo estuve embarcado en el Príncipe de Asturias!.

"...Hoy es un día especial para todos nosotros y particularmente para mí como Príncipe de Asturias... Rendimos tributo a muchos españoles que han cumplido con su deber; que contra viento y marea lo han hecho sin descanso, con total entrega, con ilusión, con esfuerzo, con confianza; que han hecho de su vida un compromiso con el honor y el servicio a la nación; y que son un ejemplo en el que nos debemos mirar siempre para honrar y pronunciar con orgullo el nombre de España. Como Heredero de la Corona, gracias por marcarnos cada día el rumbo correcto...."

Yo mismo comparto ese sentimiento, pues aún recuerdo con inmenso cariño, entre otras, mi primera estancia a bordo, siendo alférez de fragata en 1989; que incluyó la brillante ceremonia de entrega de la Bandera de Combate en Barcelona, cuyo Ayuntamiento donó la enseña siguiendo una bonita y simbólica tradición; así como la semana inolvidable que disfruté a bordo en la mar durante el tránsito de Palma a Rota, aprendiendo, conviviendo y compartiendo con la dotación el entusiasmo y la motivación propia de los comienzos de la vida operativa de cualquier buque de la Armada.

Fue en aquella ocasión cuando navegaron juntos el PdA y el Dédalo como despedida de éste, al igual que hoy lo hace el LHD “Juan Carlos I”, con las Fragatas “Reina Sofía”, “Santa María” y “Victoria”, para despedir al “PdA”. Posteriormente han sido varias las maniobras, ejercicios, o visitas en las que he tenido siempre la satisfacción de comprobar por mí mismo el ambiente único de la vida a bordo de un portaaviones, del nuestro, y la calidad humana y profesional de sus hombres y mujeres.

Por ello agradezco profundamente al Ministro de Defensa y al AJEMA, el ofrecimiento para presidir este acto. Al Comandante y a toda la dotación les agradezco la acogida con la que –como siempre- me habéis recibido. Hoy es un día especial para todos nosotros y particularmente para mí como Príncipe de Asturias. En esta última visita a bordo se unen el orgullo y la emoción, junto a la tristeza, pero también la satisfacción: Orgullo por ser miembro de nuestras Fuerzas Armadas y vestir sus uniformes, así como por formar parte de este brillante capítulo de la historia de la Armada Española que ahora se cierra; emoción, al despedir a nuestro buque insignia e inevitablemente algo de tristeza al decir adiós a un barco que se lleva una parte muy querida de cada uno de nosotros.

Y, finalmente, satisfacción. Porque hoy rendimos tributo a muchos españoles que han cumplido con su deber; que contra viento y marea lo han hecho sin descanso, con total entrega, con ilusión, con esfuerzo, con confianza; que han hecho de su vida un compromiso con el honor y el servicio a la nación; y que son un ejemplo en el que nos debemos mirar siempre para honrar y pronunciar con orgullo el nombre de España. Como Heredero de la Corona, gracias por marcarnos cada día el rumbo correcto.

Todos esos sentimientos y recuerdos son los que me llevaré más tarde al despedirme, cuando tenga el enorme honor y privilegio, y la satisfacción personal y profesional tan particular de realizar el último despegue desde la cubierta de vuelo del PdA a los mandos de un helicóptero de la 10ª Escuadrilla.

Con estas palabras de hoy, quiero también transmitiros un mensaje de esperanza. Todos somos conscientes de que atravesamos tiempos difíciles, pero también sé que las dificultades de orden material pueden superarse cuando las personas son capaces de dar y ofrecer a los demás lo mejor de sí mismas. Atesoráis las virtudes militares del valor, la lealtad, la disciplina, el espíritu de servicio y el compañerismo. Con esas cualidades, con vuestra preparación y profesionalidad y, sobre todo, con vuestro sentido de la responsabilidad y vuestra permanente entrega y vocación de servicio a España, estoy seguro de que las Fuerzas Armadas serán capaces de superar todas las dificultades y seguirán haciéndose merecedoras de la confianza y el aprecio del pueblo español.

S.M. el Rey me encarga que transmita su saludo a todos los presentes hoy en este acto de despedida, y también su recuerdo lleno de afecto, de admiración y de gratitud a todos los que han forjado la historia viva de este buque insignia de la Armada, siempre al servicio de España; pero especialmente a vosotros, su última dotación.

A todo ello, como no puede ser de otra manera me uno de corazón; no sin antes recordaros las palabras de vuestra Madrina, S.M. la Reina, al hacer entrega de vuestra Bandera de Combate: lo hacía “como símbolo de la nación española y reflejo del espíritu de sacrificio de la Armada”, e invitó a sus dotaciones a ser “siempre fieles a esta Enseña que ahora será imagen de España por los mares del mundo, donde los españoles escribieron páginas tan destacadas”.

Así ha sido y con gran éxito y honra. Enhorabuena a todos, y mucha suerte en vuestros nuevos destinos.

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