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Palabras de Su Majestad el Rey en la recepción al Cuerpo Diplomático acreditado en España

Palacio Real de Madrid, 05.02.2014

Quiero agradecer sus palabras al Decano del Cuerpo Diplomático y Nuncio de Su Santidad, y a todos ustedes su presencia hoy aquí, en Palacio.

En esta oportunidad deseo expresar igualmente mi satisfacción porque durante este último año nuevos países han abierto embajada en Madrid. España, pese a las restricciones presupuestarias, ha hecho lo mismo en otras zonas del mundo.

Lo ha facilitado nuestra identidad europea: España está incorporando diplomáticos a las Misiones de la Unión Europea, especialmente en Asia.

Y lo ha facilitado también nuestra dimensión iberoamericana. España quiere establecer representaciones diplomáticas conjuntas con países de la Comunidad Iberoamericana.

La primera preocupación de la Comunidad Internacional y, naturalmente, de España, es la paz y la seguridad internacionales.

Por ello, venimos prestando nuestra mayor colaboración para contribuir a la resolución de conflictos, como es el caso de Mali que hace un año centraba la preocupación de todos.

Otros escenarios presentan hoy oportunidades que no existían hace un año.

Palestinos e israelíes apuestan por una solución que garantice un Israel seguro y una Palestina viable. España, llamada Al Ándalus por unos y Sefarad por otros, se enorgullece de mantener buenas relaciones con ambos.

Como miembros de la Unión Europea hemos respaldado el acuerdo provisional con Irán, que confiamos sea pronto definitivo.

Y ante la tragedia que afronta el pueblo de Siria, tanto el acuerdo histórico entre Rusia y Estados Unidos para la destrucción de las armas químicas, como la reunión celebrada en Montreux entre las dos partes en conflicto, abren ventanas a la esperanza.

Pero también han aparecido tensiones nuevas, en Ucrania, en la República Centroafricana, en Sudán del Sur y en Tailandia.

España ha confiado siempre en soluciones políticas para los conflictos. Soluciones basadas en el diálogo, en el consenso y en el respeto del Derecho Internacional.

Paz y desarrollo son dos caras de la misma moneda. No puede haber desarrollo sin paz, ni puede haber paz sin desarrollo.

La plena superación de la crisis financiera internacional exige cambios profundos en la gobernanza mundial, particularmente en los ámbitos monetario y comercial.

En este sentido, España ha apoyado el buen trabajo de la Organización Mundial de Comercio en la Conferencia de Bali.

Al mismo tiempo, es preciso un desarrollo económico sostenido y global que esté basado en la equidad y sea respetuoso con el medio ambiente.

Por ello, hemos respaldado la Conferencia de Río más 20. La erradicación de la pobreza es una exigencia del principio de solidaridad, pero también un requisito para que el desarrollo mundial sea duradero.

España tiene una política exterior propia, enriquecida por su pertenencia a la Unión Europea, a cuyo diseño contribuye activamente.

La Unión Europea vive un momento de refundación tras haber sufrido una crisis de identidad, cuando se dudaba de la supervivencia del euro y de la voluntad de los europeos de caminar juntos.

La recuperación aún es débil y desigual y subsisten todavía problemas de fondo que habían sido velados por la crisis.

Para encararlos, la Unión Europea no debe encerrarse en sí misma. Debe completar su red de acuerdos de asociación con otros países del mundo.

Y debe culminar igualmente las negociaciones del Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones con los Estados Unidos y las de la Unión Europea con los países de MERCOSUR.

"...en la reunión del G-20 de 2012 en Los Cabos, la pregunta era cuándo España iba a ser rescatada; en la de 2013 en San Petersburgo, la cuestión ha sido cuándo empezaría a crecer. Aunque subsisten problemas muy graves —especialmente el paro—, hay motivos para el optimismo. A esta mejoría ha contribuido de forma relevante el sector exterior. Han aumentado nuestras exportaciones e inversiones fuera de España. A su vez, los capitales han regresado a nuestro país, comprando deuda pública y realizando inversiones directas que crean empleo..."

España quiere acelerar el proceso de integración europea. Más Europa es la solución, que pasa por  tres líneas de acción: el fortalecimiento de la Unión Económica y Monetaria, empezando por la Unión Bancaria; el aumento de la capacidad interna y externa de la Unión, y el reforzamiento de la legitimidad de sus instituciones.

En mayo elegiremos el Parlamento Europeo con mayor poder en su historia. Ahora más que nunca importa alcanzar una amplia participación.

Por otro lado, quiero señalar que, tras la reciente Cumbre Unión Europea-Rusia, España apuesta por una unión estratégica y por la creación de una zona de libre comercio desde Lisboa hasta Vladivostok.

En nuestra frontera sur —el Mediterráneo— celebramos las reformas en Marruecos y en Argelia y la aprobación de la nueva Constitución en Túnez. Deseamos también la pronta estabilidad de Libia.

Quiero expresar mi felicitación a la Unión Africana en su reciente cincuentenario y también reiterar el firme compromiso de España con un continente cuyo futuro es también el nuestro.

Conmemoraciones recientes han recordado la veteranía y la dimensión de nuestra acción exterior en Asia y el Pacífico, especialmente, en China y Japón.

En esa pujante región se encuentra la querida nación filipina a cuyo pueblo hermano quiero reiterar mis condolencias por la tragedia del Tifón Haiyán.

Iberoamérica, como dijo Ortega y Gasset, es el mayor honor y el mayor deber de España.

La Comunidad Iberoamericana también está inmersa en un proceso de renovación que comenzó en la Cumbre de Cádiz, ha continuado en Panamá y se asentará en Veracruz.

Pasaremos a celebrar las Cumbres Iberoamericanas cada dos años, para alternarlas con las Cumbres Unión Europea-CELAC.

Señoras y Señores Embajadores:

Quisiera ahora hablarles más directamente de mi país.

En la reunión del G-20 de 2012 en Los Cabos, la pregunta era cuándo España iba a ser rescatada; en la de 2013 en San Petersburgo, la cuestión ha sido cuándo empezaría a crecer.

Aunque subsisten problemas muy graves —especialmente el paro—, hay motivos para el optimismo. A esta mejoría ha contribuido de forma relevante el sector exterior. Han aumentado nuestras exportaciones e inversiones fuera de España. A su vez, los capitales han regresado a nuestro país, comprando deuda pública y realizando inversiones directas que crean empleo.

La mayor inserción de nuestra economía en los países que ustedes representan está siendo crucial.

Pero nuestra mirada va más allá. Este espíritu de universalidad trasciende lo económico. Ninguna organización encarna para nosotros la fuerza del consenso y del diálogo como las Naciones Unidas.

Ellas son el corazón de la legalidad internacional y fuente de legitimidad.

La apuesta de España por las Naciones Unidas es una política de Estado, profundamente arraigada en el sentir de nuestra sociedad.

En esa política de Estado se inscribe nuestra candidatura a miembro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para el bienio 2015-2016.

Por ello, me dirijo a cada uno de ustedes para que den cuenta a sus Gobiernos del compromiso de España con las Naciones Unidas.

Si tenemos el honor de ser elegidos, serviremos a la Comunidad Internacional con una voz independiente, promoviendo el diálogo y tendiendo puentes.

Señoras y Señores Embajadores:

Al terminar mis palabras quiero transmitirles mi deseo de felicidad para el año 2014, lleno de éxitos y satisfacciones personales, que les pido hagan llegar a sus respectivos Jefes de Estado.

Muchas gracias.

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