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Palabras de Su Majestad el Rey al Presidente de Colombia Virgilio Barco y al pueblo colombiano

Madrid, 30.05.1988

S

eñor Presidente, con motivo de vuestra visita oficial, España y Colombia renuevan su voluntad de hacer de cada uno de estos encuentros una ocasión propicia que nos permita la reflexión conjunta y el trabajo en común.

Os damos la bienvenida con palabras que quieren expresar, una vez más, la importancia de los lazos que nos unen y de la amistad que vincula a nuestros países y a nuestros pueblos.

Es consecuente que nuestros pueblos, que unidos hicieron un largo camino en la historia, prosigan, desde sus respectivas soberanías actuales, en la senda del diálogo fluido y de la concertación para hacer frente a un presente complejo y a un futuro preñado de posibilidades.

Señor Presidente, quiero recalcar cuán vivo queda en mi recuerdo y en el de la Reina aquel primer 12 de octubre de mi reinado, que celebramos en el incomparable marco de Cartagena de Indias. Desde entonces, los contactos con vuestros predecesores en la primera magistratura colombiana no se han interrumpido. Hoy, señor Presidente, nos congratulamos de vuestra visita, que nos permite ahondar esos contactos, encaminados a convertirse en una tradición, que damos ya por bien asentada y que revela la profundidad de nuestra relación.

Nuestras raíces configuran la base histórica de esa hermandad y de nuestro buen entendimiento. Acordes con el lema de la Academia colombiana: La lengua es la patria, podemos enorgullecernos de compartir una patria espiritual de singular importancia. No es, pues, extraño que compartamos, además, ideales de progreso y de justicia y un convencimiento idéntico de la necesidad de afianzar las ideas políticas.

Colombianos y españoles somos muy conscientes de esa realidad, compartida, por otra parte, con un buen número de países hermanos. Millones de ciudadanos iberoamericanos esperan poder tener un mayor peso internacional y una proyección más cumplida de su pletórica y varia capacidad creadora.

Es éste un objetivo común para todos. Un objetivo que reclama nuestra más decidida entrega. Por eso, confiamos en que 1992 sea la fecha singular que convoque a una mayor proyección universal. En España estamos convencidos de que nuestros países y nuestros pueblos, todos, serán beneficiarios inmediatos de un futuro más prometedor. No es otro el mensaje de la celebración del V Centenario del descubrimiento y del encuentro mutuos.

De cara a un nuevo siglo, América y España, a partir de una estrecha relación, sustentada en sólidas premisas históricas y culturales, tienen que afrontar nuevos retos con un espíritu renovado, buscando nuevas metas, proyectando solidariamente un futuro que debemos esforzarnos por imaginar esperanzador y promisorio.

Por eso, desde este lado del Atlántico, seguimos con atención, con interés creciente y con satisfacción profunda, los impulsos que se están llevando a cabo en los países latinoamericanos para estimular el movimiento integrador y todas las acciones conjuntadas que se están produciendo, desde allí, en el ámbito hemisférico o internacional.

Cartagena volvió a ser lugar privilegiado, en cuanto cuna del acuerdo y del consenso que llevan su nombre y que acreditan la vocación de concertación que distingue a Colombia en los foros internacionales.

De modo muy particular, hemos seguido los esfuerzos que se han hecho para ayudar a encontrar una solución de paz en Centroamérica, entre los que siempre ha destacado cumplidamente la vocación pacificadora colombiana. Podemos encontrar en el trabajo del Grupo de Contadora el germen que ha desembocado en los Acuerdos de Esquipulas y que permiten vislumbrar una salida pacífica y negociada al conflicto centroamericano.

Mi gobierno alienta cuando puede el apoyo europeo hacia estos afanes, confiando siempre en que si los conflictos del área han de alcanzar una solución adecuada y viable, su formulación habrá de generarse por los países de la región, desde la realidad de sus problemas vitales e inspirada en su propia idiosincrasia.

Pero España aspira a más. España aspira a que se profundice la relación y enriquezca el diálogo entre la Europa comunitaria y los países iberoamericanos, para que este diálogo supere los conflictos y abra una era de cooperación. Desde su reciente incorporación a las instituciones europeas, España está firmemente comprometida a propiciar y estimular esta nueva y necesaria dimensión de la relación exterior de la Europa comunitaria.

Por eso, nos ha parecido de la mayor importancia que las premisas que guían la acción del Grupo de Río sigan vivas y sirvan para acometer el análisis global de los problemas del continente. También apreciamos, como signo prometedor, la voluntad de actuar concertadamente fuera de la región. A nadie se le oculta ya la trascendencia de la nueva dinámica de aproximación creada entre Europa y América Latina con los reiterados encuentros entre los ministros de Asuntos Exteriores de la Comunidad Europea y del Grupo de Río.

Señor Presidente, hacemos votos porque todos esos pasos significativos dados por Colombia en el plano interamericano e internacional vayan acompañados de una gradual y acelerada disminución de la violencia y un paralelo incremento del bienestar de la ciudadanía. Seguimos con atención y esperanza los esfuerzos de vuestro gobierno en impulsar los programas para la erradicación de la «pobreza absoluta» y la prestación de los servicios básicos en su «Plan de Rehabilitación» de áreas rurales.

España ha cooperado técnica y financieramente, en la medida de sus posibilidades, a fines tan humanitarios.

Asumimos el compromiso de seguir haciéndolo, animados siempre por ese sentimiento de fraternidad espontánea que hace brotar, en todo español, la mera mención del nombre de Colombia.

Permitidme, Señor Presidente, en nombre de la Reina y en el mío propio, que esta noche brinde con el corazón -y con el de todos los españoles- por una Colombia cada día más próspera, más armoniosa y más feliz. Al hacerlo, quiero también expresar ese deseo de felicidad a Vuestra Excelencia, a la de la señora de Barco y a la de toda vuestra familia.

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