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e año en año, la conmemoración cervantina del veintitrés de abril ensancha sus límites cronológicos y se desborda en iniciativas culturales.
Todas ellas están, sin embargo, marcadas por un propósito común: buscar el contacto directo de libros y autores con la calle, con el pueblo.
Nada más acorde con el espíritu de Miguel de Cervantes que, a poco de comenzar el relato de su gran novela y presentándose como su segundo autor, confiesa haber hallado casualmente en una calle de Toledo, la Historia de don Quijote de la Mancha escrita por un ?historiador arábigo?.
No es sólo que, como ocurría con los caballeros andantes, las hazañas del Caballero de la Mancha anduvieran en boca del pueblo.
A lo largo y a lo ancho de la novela fundacional oímos, a cada paso, la voz del pueblo, en ventas y mesones, y en todas las andanzas.
Así lo vio, como acaba de descubrirse, el primer lector oficial del libro, el cronista real Antonio de Herrera.
Al informar favorablemente la licencia de publicación, destacó el servicio que -para el buen gobierno del pueblo- supone la cultura de libros como el Quijote; en definitiva, de la literatura.
Don Juan Gelman, nuestro último Premio Cervantes, volvía a plantear hace pocos días en Alcalá la conocida pregunta de "¿Para qué sirve un poeta en tiempos de miseria?". ¿Para qué sirve la literatura cuando en todas las partes del mundo se multiplican graves problemas que nos agobian?
Y él mismo nos ofrecía la respuesta: la literatura sirve para defender la utopía, derecho inalienable de todos, y, principalmente, de los más necesitados; para alimentar, también, los deseos de libertad y justicia, y los valores que la hacen posible.
De ello, por cierto, es buen ejemplo su propia obra. La literatura es, en fin, necesaria, porque a la palabra le quedan muchas cosas que alumbrar nombrándolas.
Al servicio de esos nobles objetivos os dedicáis, en diversos cometidos, cuantos hoy nos acompañáis en torno a esta celebración: académicos de las lenguas de España, escritores, editores, libreros, agentes literarios, estudiosos, traductores, periodistas de las secciones y suplementos culturales.
Ciudadanos todos del territorio cervantino, os esforzáis por extenderlo y por abrir caminos para que en él entren cada día más lectores a alimentar su espíritu, seducidos por el poder de la palabra, gustando de lo apacible e ingenioso.
Este encuentro me brinda la ocasión para felicitaros por vuestros logros y para animaros también a perseverar en vuestra tarea, que tanto contribuye al enriquecimiento del gran patrimonio de la Lengua.
Por todo ello, os pido que en este día alcéis conmigo vuestras copas para brindar por nuestras Letras.
Muchas gracias.