P
ermítanme expresar, en primer lugar, mi satisfacción por volver a Córdoba. Estoy seguro de que la mayoría de ustedes ?si no todos- han sentido algo especial al venir a esta ciudad que tanta historia y tantas emociones alberga. Y me satisface de manera particular venir para reunirme con todos ustedes, colegas mediterráneos, y participar en la clausura de la IX Asamblea General de la Alianza de Agencias de Noticias del Mediterráneo. Sin duda, la celebración de esta Asamblea de AMAN nos ofrece la oportunidad de renovar y reafirmar la importancia de nuestro mar como un espacio excepcional para el intercambio en libertad de ideas y de conocimientos, es decir, para la comunicación. Puede ser ya considerado un cliché para alguno pero creo necesario remarcarlo al tiempo que confieso encontrarme muy cómodo al hacerlo.
La cuenca mediterránea ha sido a lo largo de la Historia un verdadero crisol de saberes, en el que se han fundido culturas, etnias, religiones y costumbres, en un mestizaje que ha trascendido su ámbito natural para llegar a ser un acervo cultural y una riqueza común a todos. En este ámbito, España tiene la vocación de ser punto de encuentro e intercambio entre los pueblos ribereños, tanto por su situación geográfica como por su herencia cultural.
Córdoba, la ciudad que nos acoge ?Patrimonio nuestro y vuestro?, representa fielmente ese espíritu de tolerancia y de convivencia de la diversidad. Entre sus muros perviven testimonios de los mejores momentos de las culturas musulmana, hebrea y cristiana en épocas de animosa coexistencia. Yo también les felicito por la elección de esta sede para reunirse.
Quisiera a continuación compartir ? siquiera brevemente ? unas reflexiones:
La posibilidad de dar a conocer las ideas, los hechos culturales, científicos, políticos, económicos y sociales de cada pueblo es lo que ahora llamamos comunicación. Esa actividad en la que ustedes, los periodistas, desempeñan un papel central y de vanguardia, cada vez más reconocido.
Así, los medios de comunicación, y especialmente las agencias de prensa, son actores muy destacados en este proceso, precisamente por su enorme capacidad informativa, que se traduce en una mayor vertebración social y en la cohesión de un espacio plural. Más todavía si tenemos en cuenta el paso que llevan los cambios tecnológicos tanto para los profesionales como para los usuarios y consumidores de su producto: la información.
En puertas de un nuevo siglo, los medios de comunicación -y en particular las agencias de prensa- han demostrado su capacidad para adaptarse a las demandas de la llamada Sociedad de la Información, haciendo uso de esas nuevas tecnologías, que, como en el caso de Internet, constituyen poderosos instrumentos de difusión interactiva con alcances socio políticos difíciles de medir pero indiscutibles en su trascendencia.
Es justo destacar en este punto el esfuerzo económico y de formación hecho por los periodistas para responder con prontitud a los requerimientos de su tiempo y su público, incorporándose a estos nuevos sistemas y herramientas de trabajo, que, como la informática y el uso de las telecomunicaciones, han superado procedimientos habituales hasta hace pocos años y que hoy nos resultan casi irreconocibles.
Ya sabemos de sobra que las nuevas tecnologías permiten un tráfico casi ilimitado de noticias, pero ese tráfico debe facilitar el conocimiento, la comprensión y el respeto entre los pueblos del mundo.
Es verdad que la técnica influye y transforma las condiciones de trabajo en sentido positivo, pero no debe ser nunca excusa ni motivo para que los periodistas olviden la esencia de su oficio: informar de los hechos con la mayor puntualidad, exactitud e imparcialidad, que es lo que sustenta su crédito y avala su independencia.
Pero la comunicación no es sólo información. Debe además, para cumplir su cometido, transmitir los valores que nos refuerzan como hombres, estimular la coincidencia y la concertación que encauza y ayuda a resolver los conflictos, y también debe explicar los acontecimientos para nutrir una opinión libre y responsable.
Señoras y señores, según he sido informado, creo que esta IX Asamblea General ha cumplido sus objetivos. Por ello, quiero felicitar a sus organizadores y participantes, en este acto de clausura, y desear a todos ustedes el mayor éxito en sus actividades, al servicio de una mejor comunicación y del progreso de nuestros pueblos.
Termino animando a la Agencia EFE, que asume este año la presidencia de la Alianza, a seguir trabajando, con la dedicación y profesionalidad que la distinguen, en la construcción de un espacio informativo mediterráneo, presidido por el diálogo y la cooperación entre las agencias que constituyen vuestra Asociación.