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ste año la entrega del Premio Príncipe de Viana de la Cultura tiene para mí un significado especial, al entregarlo en esta Ciudad, cuando se cumple el quinientos setenta y cinco aniversario de la institución del Principado.
Me alegro de tener esta ocasión de encontrarme con vosotros, recorrer vuestras calles, conocer personalmente vuestros singulares monumentos y sentir aquí la huella de vuestra larga trayectoria de hospitalidad jacobea.
Os agradezco, sobre todo, la cariñosa acogida que me habéis dedicado y la moneda conmemorativa que en vuestro nombre me ha entregado vuestro Alcalde, a las que correspondo con mi sincero afecto.
Las antiguas tradiciones y las piedras venerables que perpetuáis y cuidáis dan testimonio de la nobleza de vuestro carácter y la fidelidad a la obra de vuestros antepasados.
Pero no son para vosotros reliquias del pasado, sino savia vigorosa con la que construís y alimentáis el progreso y la convivencia, el presente y el futuro de Viana y sus habitantes, de cuyo empuje son muestra las avanzadas tecnologías de vuestras industrias y que lleváis adelante con la convicción de que el desarrollo material es un instrumento al servicio del hombre, de su prosperidad y bienestar, de su proyección social y ciudadana.
El título que llevo, y del que me siento tan orgulloso, me acerca y vincula a vuestros afanes y a los de Navarra, al ejemplo de esta Comunidad Foral que reverdece las hazañas de este antiguo Reyno, vertiéndolas en moldes nuevos y logrando, con fe en sí misma y un esfuerzo compartido por todos sus ciudadanos, resultados dignos de admirar y eficaces en los ámbitos de la economía, la integración social, la educación y la cultura.
A este último pertenece el Premio que hoy entregamos, y con el que el Consejo Navarro de Cultura y el Gobierno de Navarra han querido distinguir a un cineasta navarro de excepción, cuyos méritos han obtenido reconocimiento internacional. El cine de Montxo Armendáriz encierra valores que superan los de un producto bien hecho y atractivo para el gran público, aunque también los tiene y hay que felicitarle por ello. Su secreto es reflejar la vida real de personas normales, como las que viven en nuestro alrededor, e historias cotidianas y próximas, a las que sabe dar un significado especial, que nos lleva a reconocernos e interrogarnos sobre nosotros mismos a través de sus personajes, y eleva el interés local o el toque costumbrista que con tanto acierto imprime a sus realizaciones a un nivel superior de interés humano y universal.
Navarra está fielmente retratada en algunas de sus mejores películas. Sus paisajes, historias y protagonistas nos la explican y aproximan con toda su sencillez y densidad. Esto sólo puede conseguirse con el profundo y sincero amor a su tierra, que es el "secreto del corazón" de Montxo Armendáriz, y ha sido jústamente correspondido con la concesión del Premio "Príncipe de Viana" de la Cultura.
Un Premio que por primera vez se concede a un cineasta y que entraña, por tanto, un reconocimiento a este medio de expresión en sus vertientes técnica y artística y como vehículo de comunicación social y enriquecimiento cultural.
Muy cordialmente felicito a Montxo Armendáriz y le deseo que esta distinción de sus conciudadanos le estimule a seguir trabajando en el cine y a colmar con nuevos y largos éxitos su vocación y la carrera, sin duda larga y provechosa, que tiene por delante.