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Palabras de Su Majestad el Rey en la cena de gala ofrecida por el Presidente de la República Dominicana, Ingeniero Hipolito Mejia

República Dominicana(Santo Domingo), 15.11.2000

S

eñor Presidente:  Quisiera, en primer lugar, expresar en nombre de la Reina y en el  mío propio nuestra satisfacción por volver a la República Dominicana, atendiendo su amable invitación.

Hemos tenido así la oportunidad de sentir una vez más el calor del pueblo dominicano, tan presente en nuestra memoria desde aquella primera visita oficial que realizamos en 1976.

Quisimos entonces que esta tierra dominicana fuera la primera del continente americano visitada por un Rey de España. Con ello, se pretendió recordar que la historia común de la familia iberoamericana empezó precisamente aquí, en esta isla maravillosa que Cristóbal Colón con nostalgia evocadora bautizó como La Española.

Me resulta especialmente grato comprobar que este afecto mutuo se ha intensificado en los años transcurridos desde aquella visita, y que nuestras Naciones se sienten, más que nunca, hermanas.

Hoy, a esa evidente afinidad cultural, histórica, lingüística y hasta sentimental, podemos orgullosamente añadir la existencia de una inmejorable relación política entre nuestros Gobiernos, y un espectacular crecimiento de nuestros    intercambios     ecónomicos.    A nuestra secular cercanía, se agrega hoy  una comunidad de intereses en cuya profundización estoy seguro de que ambas Naciones continuaremos trabajando. Se trata de una nueva y creciente dimensión de los lazos que unen a España con Iberoamérica.

La excelencia de las relaciones entre nuestros dos pueblos se confirma cotidianamente con la presencia de la importante colonia española en la República Dominicana, país en el que algunos han encontrado su segunda patria y a cuyo desarrollo contribuyen con su trabajo. 

Estoy convencido de que podremos corresponder a esa tradicional hospitalidad a través de los dominicanos que cada año llegan a España, muchos de los cuales ya tienen nuestra nacionalidad.

A todos ellos quiero dirigir desde aquí un mensaje de aprecio y respeto, al tiempo que manifiesto la voluntad del pueblo español de acogerlos con la misma generosidad mostrada ayer y hoy por la República Dominicana.

Señor Presidente:

Ya tuve el placer de conoceros el pasado mes de julio, en la visita con que nos honrasteis antes incluso de tomar posesión de vuestro cargo.

Con posterioridad, el Príncipe de Asturias tuvo el honor, una vez más, de asistir a la ceremonia de investidura de un Presidente democráticamente elegido en la República Dominicana, en el curso de unos comicios elogiados internacionalmente por su limpieza, sus altos índices de participación y el clima de paz en el que se desarrollaron.

Con la alternancia armónica de partidos de diferente signo político en el gobierno de la Nación, el pueblo dominicano ha dado un ejemplo de madurez democrática y de fe en un sistema basado en el respeto a las libertades.

En vuestras palabras con ocasión de tan solemne ceremonia anunciasteis vuestra intención de gobernar con absoluta transparencia, y vuestros primeros actos de gobierno así lo han confirmado.

Asimismo, hicisteis vuestro el desafío planteado en su día por José Francisco Peña Gómez de promover un desarrollo económico y social equitativo, expresando con ello vuestro empeño de dedicar los mayores esfuerzos a la mejora de las condiciones económicas de las clases más desfavorecidas.

Habéis asumido así lo que en efecto debe ser en el mundo actual una obligación ineludible de cualquier Gobierno democrático. El futuro requiere afrontar el reto de un reparto justo de la riqueza, respetando los mecanismos por los que se rige la economía de nuestros días, que exige rigor y competitividad en mercados globales. La República Dominicana ha de saber, Señor Presidente, que en ese empeño siempre contará con la comprensión y el apoyo del Gobierno español.

Vuestro país ha demostrado una capacidad de progreso encomiable. La combinación de un gran potencial de crecimiento con una legislación correctamente aplicada, que proporcione la necesaria seguridad jurídica y una adecuada política de liberalización y apertura económica, será la fórmula que garantice el fluir de capitales hacia su país.

Como bien sabéis, Excelencia, España es el primer país inversor en la República Dominicana y ocupa un lugar preeminente en el ámbito de las relaciones comerciales bilaterales, que han conocido un importantísimo incremento en los últimos años.

Puedo afirmar, con confianza, que la excelente sintonía en la que se encuentran nuestros Gobiernos seguirá estimulando a nuestros empresarios a participar en el crecimiento dominicano.

Al mismo tiempo, el pueblo español seguirá demostrando su positivo talante mediante los mecanismos de la cooperación.

Durante esta visita se firmará el Acta de la V Reunión de la Comisión Mixta Hispano-Dominicana de Cooperación Científica, Técnica y Cultural, en la cual nuestras respectivas autoridades han identificado los sectores que más necesitan  estos esfuerzos.

La presencia de numerosos cooperantes, con su trabajo y su dedicación diarios, transmite ese mismo mensaje de amistad y apoyo.

Los frutos han sido muy satisfactorios y nos llena de orgullo seguir contribuyendo a los afanes de su Gobierno para promover el desarrollo económico y social del pueblo dominicano.

Señor Presidente:

El acelerado curso de la Historia, la difuminación de las barreras de todo tipo, la creciente interdependencia entre las naciones, la aparición de nuevos y poderosos actores en la escena internacional y la irrupción de inquietantes y nuevas amenazas requieren una presencia activa en el ámbito internacional.

Me congratula comprobar el dinamismo con que al comienzo de vuestro mandato presidencial habéis asumido ese imperativo. La reactivación de la agenda internacional de vuestro Gobierno integrará plenamente a la República Dominicana en el lugar que le corresponde en el ámbito mundial y, particularmente, en su entorno regional.

Como país partícipe del Acuerdo de Cotonou, disfrutáis de una posición privilegiada en el diálogo con la Unión Europea. 

Asimismo, saludo vuestro impulso al proceso de integración económica con Centroamérica y el acercamiento que estáis propiciando con esa área para nosotros tan cercana.

Os deseo, también, el mayor de los éxitos en la tarea de conseguir una mayor aproximación de la República Dominicana a las  instituciones regionales de la zona del Caribe, área en la que vuestro país tiene vocación de ser una referencia.

Señor Presidente: 

Dentro de unos días nos encontraremos en la X Cumbre Iberoamericana, que este año celebramos en Panamá. La institucionalización de este foro de diálogo ha sido posible por la realidad de una Comunidad Iberoamericana de Naciones. Con su participación,  la República Dominicana reafirma su pertenencia a esta familia de pueblos, que comparten algo más que un pasado histórico y una cultura.

La celebración de la Cumbre del año 2002 en Santo Domingo, a la que ya desde ahora auguro los mayores éxitos, es la consecuencia lógica del papel de firme defensora del trascendental proyecto iberoamericano que ha asumido la República Dominicana. Cuando ya nos asomamos al nuevo milenio, debemos perseverar en nuestros esfuerzos para conseguir que la Comunidad Iberoamericana sea percibida en el mundo como lo que es: un conjunto de países dispuestos a promover sus valores comunes. Iberoamérica está hoy en unas condiciones óptimas para mostrar el enorme potencial que este grupo regional, formado por países jóvenes y dinámicos como éste, puede desarrollar en la escena internacional.

Quiero concluir estas palabras, Señor Presidente, manifestándoos una vez más la amistad y la fraternidad sin reservas del pueblo español, que se une a mí en este brindis por la prosperidad y el bienestar de sus hermanos dominicanos y el deseo de un mandato lleno de éxitos para Vuestra Excelencia, junto con vuestra distinguida esposa.

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