D
e acuerdo con su tradición, este Patronato se reúne para conocer y orientar el buen decurso del Instituto Cervantes, la Institución que lleva a cabo el honroso cometido de difundir la lengua y la cultura españolas y en español.
Esta ciudad de Aranjuez, que ha inspirado a tantos músicos -como el gran y universal Joaquín Rodrigo-, poetas y artistas, es lugar particularmente adecuado para la reflexión serena e imaginativa que iniciamos bajo el estímulo y la admiración hacia un clásico mayor, Diego Velázquez, y otro, Jorge Luis Borges, clásico contemporáneo, cuyo nacimiento recordamos este año.
Ambos son ejemplo de lo que significa la cultura en español, abierta e innovadora porque a lo largo de los siglos se han ido sumando a ella gentes y pueblos diversos.
Américo Castro dejó escrito: "la constitución e instauración histórica de un nuevo 'nosotros' siempre fue un genial acontecimiento". El nosotros de hoy abarca una veintena de naciones en varios continentes, y no podemos renunciar a que muchas más se sientan partícipes de él al conocer una cultura tan creativa y plural.
Y es ese patrimonio el que le corresponde dar a conocer y extender al Instituto Cervantes. Su tarea sólo puede realizarse entre todos y por eso nos congratulamos de que el Director, a quien damos la bienvenida y le deseamos el mayor de los éxitos, haya anunciado que entre sus prioridades está la de colaborar con el resto de las naciones iberoamericanas, allí donde viven nueve de cada diez hispanohablantes.
La Real Academia Española y las Academias de la Lengua nos acaban de ofrecer, con la nueva Ortografía, un ejemplo modélico de colaboración.
También es motivo de especial alegría la decisión de las autoridades de un país hermano, Brasil, de introducir la enseñanza del español en su sistema educativo. Con ello nos ofrece una nueva prueba de afecto y generosa amistad, que pone sólidos cimientos al entendimiento más profundo y duradero: el que se da cuando se utiliza una misma lengua.
El Director del Instituto nos ha presentado muchos otros proyectos tras los que alienta la ilusión, la pasión por el trabajo y la confianza de que se está en el buen camino.
Ocho años después de su nacimiento, el Instituto Cervantes se nos muestra como una institución que mantiene el ímpetu propio de la juventud que aún posee, y la madurez de quien atesora ya una provechosa experiencia.
Somos conscientes del esfuerzo que supone afrontar los retos de lo que se ha dado en llamar sociedad de la información, y nos damos cuenta de que las lenguas son el elemento que facilita o impide su desarrollo.
Quienes hablamos en español podemos incluirnos entre los que se han visto favorecidos por la difusión de su idioma, que desde hace siglos es una lengua de prestigio y, por tanto, entre los que se encuentran en mejores condiciones ante los desafíos de la nueva sociedad de las redes de comunicación, y sus posibilidades de establecer lazos más allá de fronteras y continentes.
Nos corresponde, pues, esforzarnos en aprovechar esta ocasión, y el Instituto Cervantes tiene aquí la oportunidad y el deber de orientarnos en ese camino.
Junto a ello, os invitamos a tener siempre presente que las culturas, hoy más que nunca, deben tender a la comprensión y al conocimiento mutuos, así como anteponer el diálogo y la concordia por encima de contiendas y conflictos.
El autor de nuestro primer diccionario, Sebastián de Covarrubias, escribió que "en tanto que unas naciones con otras no vinieron a comunicar su lenguaje, no pudieron estar en paz ni en amistad".
Os convoco a que la difusión del español en todo el mundo lleve siempre por delante este emblema, uno de los más justos y hermosos elogios que se puede dedicar al conocimiento de las lenguas.
Se levanta la sesión.