T
engo que decir que me resulta ya familiar esta cita anual con el voluntariado español alrededor de nuestro Congreso Estatal. Y me alegra que tenga lugar en Salamanca que se dispone a asumir el año próximo, junto a la ciudad de Brujas, la capitalidad europea de la cultura. Son cinco años en los que mucho se ha progresado, pero en los que también han progresado las necesidades -tan diversas- a las que dedicáis vuestro esfuerzo y tiempo de manera voluntaria, sin remuneración. Este año es especial, puesto que nos encontramos terminando los trabajos e iniciativas que han marcado el Año Internacional del Voluntariado y que han supuesto un gran impulso para el sector. Gracias a una dedicación más intensa, yo mismo he podido constatar con mucha frecuencia la gran vitalidad, entusiasmo y espíritu que existe en el movimiento solidario español.
La Presidencia de Honor del Comité Español para la Coordinación de las Acciones de este Año Internacional, así como mi firme compromiso personal con lo que el mismo significa y con sus objetivos, me han permitido seguir de cerca el desarrollo de las actividades más significativas de todo tipo, organizadas tanto desde las instancias públicas como desde las privadas que, con motivo de su celebración y con su impulso, se han venido sucediendo en estos doce meses. Todas estas actividades confluyen en el común deseo de trasmitir a la sociedad española el interés por los valores de la solidaridad y de consolidar entre nosotros un movimiento voluntario moderno y eficaz, capaz de dar una respuesta adecuada a los retos del nuevo milenio, tanto si se producen dentro de nuestro territorio como fuera.
Estamos convencidos de que no resulta posible construir una sociedad moderna de espaldas a los problemas y necesidades de sus miembros más necesitados de ayuda, ya que, en palabras de uno de nuestros más ilustres filósofos, sin desarrollo social, la prosperidad económica no es más que barbarie.
Pero tenemos que materializar esta convicción en un proyecto global y en resultados concretos, ahora y en adelante. Por eso, el primer objetivo de estas sesiones va a ser precisamente el debate, análisis e intercambio de realidades y experiencias, con los que dibujar un horizonte, fijar unas prioridades, y elegir los instrumentos más adecuados para conseguirlas y darles contenido.
Esto incluye una dosis de crítica razonable, que consiste en prescindir de las líneas de acción que no tienen posibilidades inmediatas ni futuro a medio plazo, y, sobre todo, aprovechar la elasticidad de vuestras estructuras para ajustarlas constantemente a la realidad e incrementar sus posibilidades.
Tenemos también que seguir avanzando en la sensibilización de la sociedad hacía nuestra tarea. En ese sentido, las personas adquieren su verdadera dimensión humana en cuanto son capaces de proyectarse hacia otros seres humanos, hacia los demás. Pero esa proyección no es posible llevarla a cabo sino a través de la comunicación. Por ello, es imprescindible utilizar con un sentido cada vez más profesional, las nuevas tecnologías y en particular las de la comunicación, teniendo en cuenta sus exigencias específicas, acercándonos a ellas con datos precisos y verificables, y expectativas fundadas a la vez que atractivas para la opinión pública y para los agentes que la expresan y le dan forma. Y también debemos procurar que esos agentes, los Medios de Comunicación, los que informan sobre el acontecer diario, se aproximen e impliquen cada vez más en estos temas. Debemos avivar su conciencia social para que sean también voluntarios activos y contribuyan a extender vuestros mensajes y transmitir las buenas noticias que vuestro trabajo y desvelo generan constantemente.
Señoras y Señores:
Esta especial coyuntura, a comienzos de un nuevo milenio y en la clausura del Año Internacional del Voluntariado, convierte a este Congreso en un marco excepcional, que no quiero desaprovechar para destacar el relevante papel que el movimiento voluntario debe y puede desempeñar en favor del entendimiento y la colaboración entre todas las personas para superar las diferencias y condicionamientos de carácter étnico o religioso.
La educación, como se ha puesto de relieve en la Conferencia Internacional auspiciada por las Naciones Unidas celebrada hace unos días en Madrid, es el instrumento más idóneo para aprender a respetar la pluralidad y asumir valores comunes en la esfera de aquello que resulta más íntimo para la persona humana, su religión, sus creencias y sus convicciones. Junto a ello, los voluntarios, unidos por la común entrega a los demás y a través de su esfuerzo diario, y las Organizaciones No Gubernamentales, a través de su trabajo callado y eficaz, pueden contribuir eficazmente a la consecución de ese objetivo.
Pero el esfuerzo solidario y voluntario al que es convocada la sociedad civil ha de ser impulsado y complementado desde las políticas y estructuras públicas, así como también desde los ámbitos empresariales y de la cultura, para mediante la acción coordinada , como decía el Ministro, de todos estos sectores, potenciar los efectos de una actuación social integradora, que es responsabilidad de todos.
La verdadera significación de este Año Internacional del Voluntariado sólo puede comprenderse a través de la proyección de sus efectos y objetivos hacia las próximas décadas. No se trata tanto de pararse y tender la vista sobre el camino recorrido, de celebrar lo ya conseguido, como de tomar impulso en la construcción del voluntariado del futuro.
Estoy seguro de que esa es la línea que van a abordar los debates y reflexiones que en estos tres próximos días van a tener lugar, y de que sus resultados y conclusiones van a servir de base para la cimentación y consolidación de la sociedad solidaria que todos los aquí reunidos pretendemos. Una sociedad que haga de la unión entre sus miembros el eje de su propia supervivencia, en consonancia con las palabras del clásico Apuleyo: "Uno a uno, todos somos mortales. Juntos, somos eternos".
Muchas gracias.