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Palabras de S.M. el Rey en la ceremonia del 40 aniversario de la adhesión de España a la OTAN

Teatro Real. Madrid, 30.05.2022

Hoy nos congregamos para conmemorar el 40 Aniversario de la adhesión de España a la OTAN; un paso histórico tras nuestra ejemplar transición hacia una sociedad democrática y moderna, que nos permitió integrarnos plenamente en la esfera política europea y atlántica y, en definitiva, internacional.

Este es un momento muy especial para nuestro país y me honra enormemente que podamos celebrarlo con algunos de los principales que han contribuido a trazar esta historia de éxito desde diversos ámbitos. Por supuesto, desde el de la propia OTAN; desde la Presidencia del Gobierno de España; los Ministerios de Asuntos Exteriores y Defensa de nuestro país (diplomáticos y militares), y el Consejo Atlántico en su conjunto que, en esta ocasión, se ha desplazado expresamente a Madrid para participar con nosotros en este acto. Gracias a todos, por su presencia y compañía.

Thank you so much General Secretary, former General Secretaries, Ambassadors, thank you for your presence here today and thank you for giving us such interesting insight and wise thoughts about your experience but also about the situation we are facing in our world today.

Lamentablemente, las circunstancias que rodean este aniversario no son las que hubiéramos deseado. La inaceptable agresión rusa contra Ucrania nos recuerda, y lo hace de manera trágica, el enorme valor en nuestras vidas de la paz, de la seguridad y de la democracia.

En estas circunstancias nos une nuestro apoyo a Ucrania, porque lo que está en riesgo no es solo su soberanía e integridad territorial, como bien hemos escuchado, sino cientos de miles de vidas inocentes, la paz de todo el continente europeo y, por extensión, el orden internacional basado en reglas que todos contribuimos a construir durante las últimas décadas.

Señor Secretario General, Señoras y Señores.

Hace 40 años la bandera española se izaba por primera vez junto a la de la OTAN y las de otros 15 Aliados en la sede de la Alianza en Bruselas. Aquel izado fue mucho más que un mero acto protocolario o de ceremonial. Tenía un simbolismo mucho más profundo: Nuestro país comenzaba a caminar, por la senda que nosotros elegimos, para avanzar junto a otros pueblos que también creen en la libertad, en los derechos humanos y en la seguridad compartida.

España siempre consideró que ser miembro de la Alianza no significaba simplemente adherirse a una organización internacional, que era y sigue siendo la espina dorsal de nuestra disuasión y defensa colectiva, la fortaleza de la defensa europea. Era también abrazar los principios y valores de la democracia, la libertad individual y el Estado de derecho, consagrados en el Preámbulo del Tratado de Washington.

Los mismos a los que la sociedad española ya se había adherido, con profunda convicción, cuando a finales de 1978 aprobó por amplia mayoría nuestra Constitución. Norma Fundamental que ha marcado nuestro devenir como sociedad abierta, democrática y moderna; como la España que somos.

Ser miembro de la Alianza implicaba vincular definitivamente nuestro futuro como nación con el de la comunidad euroatlántica; una vinculación que se vería aún más reforzada con nuestra incorporación a las Comunidades Europeas casi cuatro años después.

Con la perspectiva que nos ofrecen estas cuatro décadas, no cabe duda de que nuestra adhesión marcó un punto de inflexión en nuestro devenir histórico como nación y en nuestra posición futura como Estado responsable de la comunidad internacional.

Señor Secretario General; Señoras y Señores.

Junto a la dimensión política a la que me acabo de referir, creo necesario destacar también las profundas implicaciones transformadoras que para nuestras Fuerzas Armadas y nuestra cultura de defensa ha tenido la entrada de España en la OTAN.

Y lo digo con conocimiento de causa porque lo viví muy de cerca desde mis inicios en la formación militar como cadete en las academias militares. De unas Fuerzas Armadas históricamente dedicadas a garantizar la seguridad de nuestras fronteras, evolucionamos hacia un modelo en cuyo ADN no solo aparecía ya la defensa territorial tradicional sino también la defensa colectiva, junto a otros elementos definidores de nuestras Fuerzas Armadas actuales como los de interoperabilidad, actuación combinada, planeamiento conjunto operativo y capacidades.

Me permitirán que señale igualmente -y que lo haga con orgullo- que, aceptando la solicitud de ingreso de España, la OTAN reforzó su dimensión política y militar, y ganó una mayor profundidad estratégica.

"...hoy nos congregamos para conmemorar el 40 Aniversario de la adhesión de España a la OTAN; un paso histórico tras nuestra ejemplar transición hacia una sociedad democrática y moderna, que nos permitió integrarnos plenamente en la esfera política europea y atlántica y, en definitiva, internacional... lamentablemente, las circunstancias que rodean este aniversario no son las que hubiéramos deseado. La inaceptable agresión rusa contra Ucrania nos recuerda, y lo hace de manera trágica, el enorme valor en nuestras vidas de la paz, de la seguridad y de la democracia......"

Si España se ha beneficiado de la seguridad que proporciona la OTAN, de su gran impacto en la modernización de nuestras capacidades militares y del estatus internacional que su pertenencia confiere a sus miembros, por su parte, la OTAN se ha favorecido de la situación estratégica de España y de su compromiso en la aportación militar y conceptual, pero también de nuestra perspectiva estratégica distinta y enriquecedora.

En 1982 la Alianza acogió a un país que aunaba sólidas dimensiones atlánticas y mediterráneas, a las que añadía profundas convicciones europeas. Un país que miraba -y que mira- al norte y al sur, al este y al oeste. Que siempre ha incorporado al Océano Atlántico como parte de su identidad, de su cultura, de su historia y de su proyección como nación.

Y, por ello, España es un país que otorga gran importancia a la solidez de un vínculo transatlántico que -como tuve ocasión de señalar en mi discurso ante el Consejo Atlántico, en noviembre de 2018- no se remonta a 1941, año de la firma de la “Carta del Atlántico”, ni a 1949, año de la firma del “Tratado de Washington”, sino que es muy anterior.

Esta identidad transatlántica se remonta a finales del Siglo XV, cuando España entra en contacto con la realidad del continente americano.

Señor Secretario General; Señoras y Señores.

Me gustaría poner en valor ante todos ustedes la participación de nuestras Fuerzas Armadas en las diferentes actividades, misiones y operaciones aliadas en estos 40 años. Para España, ofrecer a la Alianza el servicio de los hombres y mujeres del Ejército de Tierra, la Armada, el Ejército Aire y la Guardia Civil, ha sido -y es- un compromiso sumamente valioso y un verdadero honor; algo que sólo es posible cuando existe una clara convicción en nuestros principios y valores compartidos para la defensa de un mundo más libre y humano. Permítanme aquí rendir también un profundo y sentido homenaje a quienes han dado su vida durante todos estos años, así como a sus familias. Nunca olvidaremos su dedicación y sacrificio.

Dentro de un mes Madrid volverá a acoger una Cumbre de la OTAN, exactamente 25 años después de la que tuvo lugar en 1997 y en la que, por 1ª vez desde el final de la Guerra Fría, se abrían las puertas a nuevos miembros. La adhesión dos años después de la República Checa, Hungría y Polonia señaló la dirección para una ampliación exitosa que nos ha llevado a la actual comunidad de 30 Aliados. Ahora, la guerra de Ucrania nos hace unirnos en torno a nuestros valores y la OTAN debe recuperar ese mismo espíritu de hace 25 años.

Como en 1997, Madrid volverá de nuevo a ser testigo de otro momento decisivo con la Cumbre que celebraremos los próximos días 29 y 30 de junio. Quisiera agradecer en este sentido al Secretario General y a los 29 aliados la confianza depositada en España. Asumimos este proyecto con la mayor responsabilidad y siendo plenamente conscientes de la dimensión histórica de la próxima Cumbre, por lo que España no escatimará esfuerzos para garantizar su éxito. La realidad estratégica lo demanda. Las amenazas emergentes se suman a las convencionales; los nuevos desafíos a los tradicionales. Todos provienen ya de todas las direcciones estratégicas y en todos los dominios operacionales.

España comparte plenamente, y en este preciso momento todavía más, la importancia crucial de mantener una sólida disuasión y defensa en nuestro flanco oriental. Como saben, España está haciendo efectivo dicho compromiso, no sólo sobre el papel sino también sobre el terreno. Contribuye y seguirá haciéndolo con importantes capacidades, tanto terrestres como aéreas y marítimas.

Pero nuestra seguridad colectiva también requiere que la Alianza preste cada vez más atención a los desafíos de la dirección estratégica Sur, donde el terrorismo de matriz yihadista amenaza directamente a nuestras sociedades y, además, donde otros actores -estatales y no estatales-, que no comparten los valores presentes en la Carta de las Naciones Unidas, lo intentan hacer de forma indirecta.

Permítanme, a este respecto, recordar que la ciudad que les acoge hoy con tanto orgullo y lo hará de nuevo en apenas un mes, sufrió el atentado terrorista más terrible en suelo europeo en términos de vidas humanas.

Aquella tragedia reforzó la convicción de España de que sólo a través del trabajo comprometido de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, de los servicios de inteligencia, de las Fuerzas Armadas, así como de una firme determinación por el multilateralismo, la cooperación internacional, la unidad, la cohesión y la solidaridad con nuestros Aliados -siempre en el marco del Estado de Derecho- seremos capaces de derrotar a la amenaza terrorista, sin olvidar nunca el permanente recuerdo a las víctimas.

La Cumbre de Madrid debe ofrecer las herramientas y las respuestas que la Alianza necesita para hacer frente a todos los retos comunes, comenzando por un nuevo Concepto Estratégico, el “Concepto Estratégico de Madrid”, que sirva de faro y guía eficaz para la próxima década. España contribuirá al objetivo final de que la Alianza resultante de la Cumbre sea más fuerte, más inteligente, más eficiente y, por tanto, esté mejor preparada y equipada para afrontar colectivamente un nuevo entorno de seguridad sin duda más complejo.

Para alcanzar ese objetivo, y como Estado miembro de la Unión Europea, nuestro país tiene además la convicción de que sólo tendremos éxito, realmente, si conseguimos asociar de manera efectiva a la OTAN y a la Unión Europea. Ambas organizaciones comparten las mismas amenazas y desafíos, por lo que, sólo trabajando juntas y complementándose mutuamente, se podrán crear las sinergias estratégicas necesarias para abordarlos de manera eficaz.

Mr Secretary General; Ladies and Gentlemen.

For the Spain of 1982, NATO meant the future. Now, in 2022, Madrid will lay the foundations for NATO’s future. It is crucial that we rise to this historic challenge and I am convinced that together we will succeed.

Muchas gracias. Thank you very much.

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